Siete días de política

Scioli compite contra Macri, Massa y el cerco kirchnerista

Puede ganar en primera vuelta porque Macri no crece. Pero hay incertidumbre porque la candidatura de Massa no se disolvió y los "K" quieren mostrarlo como un títere sin poder ni liderazgo.

Daniel Scioli puede atacar a Mauricio Macri llamándolo liberal y ajustador y a Sergio Massa, arrebatándole candidatos como Mónica López y dejándolo en ridículo. No se anima, en cambio, a disciplinar al kirchnerismo que representa el mayor obstáculo para captar el voto independiente que le permitiría una cómoda victoria en primera vuelta. De allí que su estrategia electoral no responda a sus necesidades reales. Teme desatar la ira de la presidenta Cristina Fernández y poner en peligro el voto ya consolidado que lo llevó hasta las puertas del poder. Lo dejaron sin margen para hacer política y esa impotencia es su mayor padecimiento.

Se ha repetido hasta el cansancio que lo que impide derrotar kirchnerismo es la división opositora, pero ese diagnóstico probó ser erróneo. Si Scioli no está ganando en primera vuelta es precisamente porque el kirchnerismo se dividió y Massa continúa reteniendo el caudal obtenido en las PASO, lo que desnudó otra falsa idea: que las primarias funcionaría como la primera vuelta y que en la primera vuelta los votos del Frente Renovador se repartirían entre los dos candidatos más votados.

Si Scioli tiene dificultades para captar el voto "independiente", necesita recapturar voto peronista y la única manera es volver superfluo a Massa. El pase de Mónica López responde a esa lógica. López era candidata de Massa, pero el jueves pidió que voten al Frente para la Victoria.

Más duro resultó, sin embargo, lo que dijo su marido, Alberto Roberti, el presidente del bloque de diputados massista. Prometió seguir siendo fiel a Massa, pero completó la demolición iniciada por su esposa profetizando que "el 90% del massismo votará a Scioli" en un eventual balotaje contra Macri.

¿Para qué votar a un Scioli de imitación, se preguntarán sus votantes, pudiendo votar al original? ¿Para qué forzar una segunda vuelta?

La erosión del massismo no le asegura de todas maneras a Scioli que el resto de la campaña sea un paseo. El problema lo tiene en su propio sector. La confesión de Ricardo Jaime de que cobró coimas y la imputación penal al líder de la CGT "Balcarce", Antonio Caló, por una multimillonaria estafa a los afiliados de la UOM representan la enésima demostración de la corrupción en el oficialismo y difícilmente le permitan captar votantes que no comulguen acríticamente con el peronismo.

A lo que se suma que el cristinismo y "la Cámpora" intentan crearle a Scioli una red de control con funcionarios propios en cargos clave para los próximos cuatro años. En el Banco Central seis directores responden a Axel Kicillof, uno a Carlos Zannini y otro al presidente, Alejandro Vanoli, aunque eso podría ser considerado una minucia si se lo compara con que la presidenta le impuso el candidato a vicepresidente y, más limitante aún, que tiene un candidato a gobernador bonaerense que no le responde.
Aníbal Fernández parece hecho a medida para mejorar las chances de la oposición.

Macri intenta recuperar el terreno perdido por el escándalo Niembro con un relanzamiento de su campaña que incluyó la lucha contra el narcotráfico. Nada le simplifica más las cosas en ese terreno (y se las complica a Scioli) que la dudosa fama del jefe de gabinete.

Y si eso no fuera suficiente, Fernández desairó a la gremial agropecuaria CARBAP al faltar al debate con los restantes candidatos a gobernadores. La excusa que dio, un desacuerdo por el horario del encuentro, agravó por su puerilidad el enfrentamiento con los empresarios del sector.

La provincia de Buenos Aires es el distrito en el que se librará la batalla decisiva y el sector agropecuario jugará contra el kirchnerismo. Scioli intentó a través del derrotado precandidato a gobernador, Julián Domínguez, un acercamiento a los productores, pero el desplante de Fernández lo hizo retroceder varios casilleros.

El problema, de todas maneras no es ni Aníbal Fernández, ni Julián Domínguez, sino Cristina Fernández, visceralmente opuesta a cualquier acercamiento con el campo, que le infligió su primera derrota política en el conflicto por la resolución 125. Y el problema allí es doble para Scioli, porque no sólo necesita los votos del sector para llegar a la Casa Rosada, sino que también necesita los dólares que puede generar la producción agropecuaria en momentos en el que la sequía de "verdes" será más aguda, es decir, durante los seis primeros meses de su todavía no asegurada gestión.