El director de cine, teatro y TV Alejandro Maci recuerda a su padre recientemente fallecido, el filósofo y psicoanalista Guillermo Maci

Yo aprendí mucho más de él que él de mí

Padre e hijo se nutrieron mutuamente en sus profesiones con el teatro como vínculo. A los 50 años, Alejandro vive un gran momento profesional con el éxito de su serie diaria ‘En terapia’.

Es una casa con olor a teatro. Tiene un gran salón con enormes cuadros y muebles antiguos que sería la escenografía ideal para montar una obra. En el living se distingue, imponente bajo un velador, el Premio Konex a mejor guión. El dueño de casa recibe con amabilidad pero aclara que, esperablemente, estos días anda "a los tumbos".

Se trata de Alejandro Maci, prestigioso director de teatro, cine y televisión, guionista de programas como ‘Lalola’, ‘Los exitosos Pells’ y el actual ‘En Terapia’, quien acaba de sufrir uno de los dolores más fuertes: la pérdida de su padre, el doctor en Filosofía y psicoanalista Guillermo Maci. Gran teorizador del psicoanálisis, introductor de la obra de Jacques Lacan en el país, apasionado por la Argentina y los argentinos, Maci padre supo inculcar en su hijo el amor por la Filosofía -Alejandro llegó a recibirse en esa disciplina en la Universidad de Buenos Aires-. Admiró a su hijo y fue admirado por él.

"Durante los últimos meses grababa y corría para estar con mi viejo. Lo veía todos los días hasta que se enfermó mal -recuerda-. El miraba el programa y me lo comentaba. No hablábamos de la técnica del psicólogo que interpreta Diego Peretti sino de lo que pasaba en la serie. Tenía cáncer desde hacía un año pero hasta hace menos de dos semanas continuó atendiendo. Acababa de terminar un libro y yo hubiera adorado que pudiera
haberlo presentado, tal como lo hacía siempre. Luego, es verdad que tenía 80 años y una enfermedad que se puso muy agresiva. Ahora cuando estuvo internado en el hospital, se llevó sus cuadernos y sus lentes y se la pasaba escribiendo, hasta que se agravó’’.

ORGULLO

Maci padre hablaba con verdadero orgullo de su hijo. En una de sus últimas entrevistas con La Prensa, al referirse a Alejandro, señaló: "El es realmente un talento no sólo para mí. Es genial por su capacidad creadora, de interpretación, tanto en el teatro, como director de escena, o como director en el cine. Yo siempre suelo decir
que los padres también somos herederos de nuestros hijos. Su formación teatral me llevó a meterme más en la
problemática de la dramática y a formular una tesis de la dramatología: todo lenguaje implica una posición dramática, es decir que hay una enunciación que es siempre un drama, un drama en el sentido de una actuación, no en el sentido serio de la actuación, actuamos sin saber que actuamos".

Alejandro se sabía querido y reconocido. "Mi padre era muy generoso y muy valorativo de lo que yo hiciera  señala-. Se interesó mucho por la cuestión teatral. Estudié muchos años con Agustín Alezzo y él leía todos los
libros que yo leía. Cosas de Stalisnavsky, de Lee Strasberg. Todos los libros de teoría y técnica teatral a él le interesaban. De alguna manera lo llevó a repensar en términos psicoanalíticos la cuestión de la escena y la cuestión posicional del lenguaje. Por supuesto yo aprendí mucho más de él que él de mí, ahora lo puedo decir porque ya no está.

-¿Cómo era como padre? ¿Severo, permisivo?

-Fue pasando por distintas etapas. Con los años uno se va haciendo amigo del padre. Estando enfermo nos hablábamos 874 veces. El iba al cine y me llamaba y me decía ‘andá a ver esto’ o ‘no vayas’. El cine le apasionaba y entonces las películas le gustaban mucho o las odiaba. Lo mismo con los vinos. Eramos muy amigos.

-¿Y cuando usted era más joven?

-Esto no pasaba cuando era adolescente, en esa etapa de la vida uno tiene otro tipo de relación, tal vez más distante respecto del padre. Sí podría decir que él siempre fue muy apasionado por su trabajo. Cuando era chico
tenía muchos pacientes, con grupos de supervisión, daba seminarios, viajaba. De hecho, trabajaba en su casa. Era muy cariñoso, no era un padre distante pero estaba muy ocupado. Me acuerdo que teníamos que ir despacio.
En casa de psicoanalistas no se hace ruido. Con mis amigos nos encerrábamos en cuartos. Se trabajaba mucho y Araceli, la esposa de mi papá, también atendía ahí. Había un movimiento incesante de gente. En esa casa estuvo Borges, vino de visita luego de una conferencia. Pasó por ahí un montón de gente.

-También habrá habido momentos complejos.

-En tiempos de Onganía lo echaron de la universidad (él era rector de la de Rosario). En la época de la Triple A estuvimos a punto de irnos. Lo amenazaron. Estuvimos por ir a Alemania. El no quería desarraigarme tanto y se
quedó, con el riesgo de que pasara lo que por suerte no pasó. Recuerdo sacar la biblioteca de libros de Marx y Engells en la época militar.

LACAN

Guillermo Maci era un referente en la Argentina del gran pensador francés Jacques Lacan. Fue clave en la difusión de su obra en el país y realizó una ‘‘lectura filosófica’’ de sus escritos.

-¿Cómo fue la relación de su padre con Lacan? Fueron discípulos pero después se estableció una relación de amistad.

-El sentía una gran admiración por Lacan. Lo estudió muchos años antes de conocerlo y de publicar su primer libro "La otra escena", que de hecho lo presentó en París y Lacan estaba en esa presentación. Para él fue un hecho muy emocionante y ahora estoy tratando de conseguir la desgrabación de ese momento.

-La influencia de su padre fue muy grande en la difusión de Lacan aquí.

-El ha dado seminarios en todas las instituciones argentinas habidas y por haber, incluso entre las que se odian entre sí, que son muchísimas. Es que provenía de la Filosofía; era un pensador del psicoanálisis y aportó una mirada filosófica. Toda una generación de psicoanalistas argentinos han pasado por los seminarios de Guillermo.

-¿Cómo era su padre como psicoanalista, distante como buen lacaniano?

-No. Fue muy conmovedor para mí ver a todos sus pacientes en el velorio. No se lo esperaban. El ha tenido internaciones y ha salido. Les recuperaba las sesiones. Decirles esto a los pacientes fue muy duro. Ellos lo llamaban y él se quedaba una hora al teléfono. Trabajaba muy comprometido con lo que está en juego en la situación terapéutica. Era muy querido. Atendía 50 minutos. Nada del famoso mito de los cinco minutos.

-¿Algún recuerdo en especial de su padre?

-Tantos. Mi padre era un personaje. Tocaba magníficamente bien el piano. Sabía mucho de música. Yo escucho música clásica por él. También estudié pero no tanto como él. El en un momento dudó en ser concertista y entrenaba hasta 8 horas diarias. Me acuerdo que cuando era chico -ahora tengo 50- la radio en la que se pasaba música clásica era Radio Nacional. El me hacía un juego al que le debo todo lo que sé. Ponía Radio Nacional y me preguntaba qué estábamos escuchando. Al principio le decía Bach, y no acertaba, los románticos, el Barroco y no. Pero después aprendí. Ahora rara vez fallo. Incluso alguna vez le he ganado a él.

-Uno fantasea con respecto a la pérdida de un ser querido. Ahora que sucedió, cómo fue de parecido con respecto a eso.

-Yo perdí a mi madre a los 12 años. Y a mi padre a esta edad. Es distinto cuando uno es adulto. Lo de los 12 años es una desestabilización pura. Perdés todo referente. No sabés. Esto es toparme con la dificultad de tener que extrañar definitivamente. Sobre todo ahora que no estaba bien de salud, yo me despertaba a la mañana y lo saludaba, y le preguntaba cómo estaba. Eso ya no se puede. No fue una larga agonía pero fue admirable que se bancó los tratamientos oncológicos que son duros. Hizo hormonoterapia que es más suave que la quimio pero no es lo mismo que nada.

-Hablar de la pérdida de un ser querido es duro.

-Yo la verdad es que estoy en un momento muy malo para hablar de eso porque no me resigno. Voy a los tumbos por la vida. Lo único que a mí sí me importa mucho es la difusión de su obra. Yo he estado cerca de gente que ha estudiado con él y me interesa su curadoría, ya que no soy psicoanalista. El estaba en vías de publicación.  A difundir su obra me voy a dedicar en el próximo tiempo.