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Adicciones y pacto

POR JUAN ALBERTO YARIA Director del Instituto de Prevención de la Drogadependencia - Universidad del Salvador.

"En las adicciones siempre hay un pacto criminoso generacional” M. Bernstein. Las guerras y las epidemias de sustancias son un ejemplo de muerte anticipada de jóvenes. Acá hay un pacto criminoso en juego en donde los adultos somos partícipes de esta precipitación al cementerio. La adicción a drogas y alcohol se ha convertido en una epidemia. El 8% de la población argentina tiene un consumo problemático de drogas ilegales (marihuana, cocaína, pastillas, opiáceos, etcétera). Aumentó notablemente el consumo de drogas en los últimos cuatro años; según datos oficiales, un 72%. El consumo de ‘paco’ (residuo del clorhidrato de cocaína y base de la producción de ésta llamado sulfato de cocaína con productos directamente letales para el sistema nervioso central como kerosén, acetona, etcétera) es un verdadero ‘veneno’ en ciertas zonas de la Capital y el conurbano: aumentó el 200% en los últimos cuatro años. A su vez el consumo de solventes, naftas y pegamentos aumentó un 300% en el mismo período, siendo estos productos también degenerativos de las neuronas (base del sistema nervioso). El alcoholismo como enfermedad ataca al 11% de la población con las consecuencias psiquiátricas y sociales que todos conocemos. A su vez, en la población juvenil el 42% de los menores de 14 años consume alcohol y esto llega al 80% a los 17 años. Sabemos nosotros que tomar alcohol antes de los catorce años implica que casi la mitad de esa población va a tener un consumo problemático y adictivo en la juventud y adultez (Universidad de Harvard- Escuela de Salud Pública). Estamos triunfando con el cigarrillo en la llamada ‘adicción silenciosa suicida’ a la nicotina merced a una agresiva acción de las instancias oficiales. Mientras tanto avanza otra adicción a pasos agigantados: la ludopatía. También silenciosa pero enteramente dañina y sostenida por un circuito de lealtades comerciales ‘casi mafiosas’: préstamos usuarios, casas de transacción de objetos para jugar, remate de propiedades, hipotecas en ejecución. Drogadependencia, alcoholismo, tabaquismo oportunamente en descenso y ludopatía son los ejes de la compulsividad actual. Donde hay compulsión, o sea una idea que coopte obsesivamente nuestra mente y que necesita descargarse en un impulso al consumo de una dosis, una copa o una ficha, estamos en presencia de una pérdida de libertad de la persona. La mejor definición para mí de adicción es la de la esclavitud. ¿Cómo parar esto? Frente a las megaestructuras lucrativas que están en juego hay que apostar a la educación social; o sea, rescatar al sí mismo individual y a los protectores que tiene cada persona en crecimiento (padres, docentes, vecinos, iglesias, clubes, etcétera). Voy a dar varias orientaciones que creo hoy necesarias: A - Desanimar el uso inicial de drogas -cualquiera sea, incluida la marihuana que hoy, lamentablemente, tiene gran aceptación social- y de alcohol en los menores. B - Generar un amplio movimiento educativo que favorezca en tiempos de epidemia la detección, o sea el alerta ante los primeros signos de consumo, como lo hacemos con la detección del cáncer de mama, las enfermedades cardiovasculares, etcétera. El alerta debe formar parte del código social en padres, maestros y actores sociales, así como hoy todos conocemos cuál es el código alimentario que ayuda a la salud. C - Educar sobre los daños del uso drogas y alcohol; hoy hay una aceptación social y una presión para el consumo que trata de minimizar los daños que éste genera. Hay estudios multicéntricos, como el ‘monitoreado de futuro’, que se realiza en EE.UU., que muestran que cuando una comunidad trabaja sobre la noción ‘daño al cerebro del consumo’ en las escuelas baja el consumo. Cuando se abandona esto vuelve a aumentar el consumo. D - Cuando un hijo está en contacto con las drogas se debe acudir inmediatamente a un centro especializado y no abandonar la lucha hasta tanto no se inicie un tratamiento. A veces sólo los padres lo iniciarán y luego de varios meses