EL RINCON DE LOS SENSATOS

Tierra arrasada

En junio de 1812, la Grande Armée de Napoleón, formada por 600.000 hombres, el mayor ejército jamás formado en la historia europea hasta ese momento, inicia la invasión a Rusia.

Los rusos adoptaron la estrategia de tierra arrasada. Los campesinos destruían las cosechas, quemaban las chozas, los molinos (incluso su capital Moscú), se deshicieron de los forrajes, se destruían puentes y carreteras. Los rusos evitaron librar una batalla en campo abierto. Y comenzó el infierno para Napoleón, sus soldados no tenían ropa de invierno, padecían hambre, enfermos de tifus, frio extremo, muchos con sus extremidades congeladas, y sometidos a continuos ataques de guerrillas. Sólo 58.000 de los hombres de Napoleón, sobrevivieron a la campaña rusa. 

Esta táctica militar, llamada de tierra arrasada, es una estrategia que consiste en destruir tus propios recursos, para evitar que las fuerzas invasoras los usen, mientras cedes terreno, desmoralizando así al enemigo.

Además de la película de Tristán Bauer de 2019 (llamada Tierra arrasada), película sesgada en un tiempo particular de nuestra historia, que no incluye los 37 años que el peronismo gobierna la Argentina, de los cuales 15 años son por el kirchnerismo, el concepto, también se aplica a la política.
Alberto Fernández, afirmó antes de ganar la presidencia, que si le tocaba gobernar "no se va a quejar de la herencia", pero advirtió que recibirá "tierra arrasada por parte" del macrismo.

¿Habrá una segunda película?, ¿qué pensará en estos días el Presidente de la nación?, ¿cómo llamaría nuestra realidad actual?, ¿se está haciendo todo lo posible para que su sucesor resuelva algunos de los graves problemas que nos aquejan? 

ULTIMO RECURSO

Una política de tierra arrasada es una estrategia de último recurso, y lo peor, es el desprecio total, y el sufrimiento, por parte de las personas que quedan involucradas en el proceso.

Y es que, desde hace mucho tiempo, en nuestro país, olemos a tierra arrasada, con todo lo que ello implica: un intento desesperado de la clase política, como último recurso de ganar a toda costa, sin medir consecuencias, cuales quieran que sean.

La lista de culpables es amplia, y ya hemos escuchado suficientes responsables en estos últimos años, excepto a nuestros gobernantes. 

Tomemos, por ejemplo, el Anses. El gobierno administra la caja más importante del país, haciendo uso discrecional de los aportes jubilatorios, comprometiendo de esa manera el futuro jubilatorio de millones de argentinos, menos de uno en particular.

El Banco Central se queda sin reservas y no puede abastecer de divisas a los importadores para la producción.

La inflación apunta al 100% y la pobreza supera el 40%.

Los productos no tienen precios, hay desabastecimiento de artículos.

Un gasto público elefantiásico e irresponsable.

Falta de inversiones productivas, ausencia de disciplina fiscal y seguridad jurídica.

No hablemos de educación, dado que no existe el mérito.

Mandan policías a las cuevas, pero no miran las declaraciones de sus funcionarios, con sus cuentas llenas en dólares, hasta el ex vicepresidente Boudou, en su condición de ciudadano ejemplar y ex funcionario, reafirmó el concepto, como "una respuesta política que muestra al Gobierno en acción". Menos mal que fue ministro de economía y que llega en el momento oportuno.

Los que gobiernan ya no tienen una brújula moral, ni una visión democrática, ni tienen control sobre los valores sociales, que permiten la confianza y el crecimiento.

Han sembrado la sociedad de intolerancia, veamos sino al juvenil idealista Facundo Galván, que tuvo sus 15 minutos de fama, impidiendo que el Dr. López Murphy, pudiera dar su charla en el lugar designado por la Facultad de Derecho.

Un viejo profesor mío repetía: "En medicina, no hay mejor tratamiento, que un buen diagnóstico". Y parece no haberlo.

Debería la casta gobernante entender de una buena vez que el pueblo está cansado, frustrado, enojado, después de una pandemia eterna. Y ahora, con una crisis financiera monumental.

Por mucho menos, con la presencia de un gobierno no peronista en el poder, se convirtió al Congreso en la pirámide de Keops de tantas piedras arrojadas.

Por favor, no nos lleven al abismo, sean dignos de su condición, la de ser representantes del pueblo, y del juramento asumido. En esta hora, necesitamos, estadistas que construyan, idoneidad, sacrificio, ejemplaridad, justicia, educación, diálogo, unión, dejar a un lado las diferencias, sumar, tener una visión de país a largo plazo.

¿Será mucho pedir?