Mueren en el Sahel dos héroes franceses

 

Hoy el llamado Sahel africano (palabra que significa, en idioma árabe, borde o costa) es probablemente una de las regiones en las que actúan impunemente algunos de los grupos terroristas más peligrosos del mundo. 
Está emplazado al sur del enorme desierto de Sahara e incluye al territorio del sur de Mauritania, así como a Senegal, Mali, Burkina Faso, Níger y el norte de Nigeria y de Camerún. Por su triste nivel de pobreza endémica hay quienes, gráficamente, lo llaman: el cinturón del hambre.

 Se trata de una zona que políticamente, es muy inestable, con gobiernos de gran debilidad, que además están afectados, en buena medida, por la corrupción. Hablamos específicamente, en su mayoría, de naciones paupérrimas, que alguna vez fueran lamentables colonias francesas. 

Por esto allí el azote del delito no ha desaparecido y los secuestros de personas son bastante frecuentes. Y, también por eso, en Burkina Faso se declaró la emergencia en nada menos que seis de sus trece regiones domésticas, atento la fuerte violencia intercomunal y el accionar del terrorismo islámico, sumado al de numerosas (y peligrosas) bandas armadas que responden al crimen organizado.

DESALMADOS

El 1º de mayo pasado, elementos pertenecientes a un desalmado grupo extremista denominado Ejército Islámico del Gran Sahara, secuestraron a dos, quizás imprudentes, turistas franceses, que circulaban acompañados por un surcoreano y un norteamericano, y los mantenían en cautiverio en Burkina Faso, a la espera de poder cambiarlos por dinero en efectivo.

Para tratar de liberarlos, Francia envió a un grupo de aguerridos comandos, física y psicológicamente especializados en la lucha contra el terrorismo, denominado Hubert, que cuenta con elementos de las tres fuerzas y forma parte del grupo de tareas Sabre, compuesto por 350 militares entre los que hasta ahora no han existido mujeres, que depende directamente del llamado Comando de Operaciones Especiales de las fuerzas armadas galas.

Veinte de sus bien entrenados elementos se desplegaron sin anuncios previos el 9 de mayo pasado para intentar rescatar a los mencionados secuestrados, poniendo fin a su cautiverio.

En la ejecución de la peligrosa tarea que les fuera encomendada perdieron la vida dos héroes, a los que todos debemos rendir honor y homenaje: Cédric de Pierrepoint y Alain Bertoncello. Porque, en rigor, en un mundo en el que la muerte acecha inesperadamente a cada paso y donde todos somos blancos potenciales del fanatismo y del desprecio, ellos nos protegen -a todos- de la muerte. Y, como se ha visto una vez más, están preparados para hacerlo hasta con la entrega de sus propias vidas. Haciendo evidente aquello de que combatir supone siempre estar dispuesto a tomar riesgos para vencer. Incluyendo el de tener que exponer la propia vida.

FUEGO NUTRIDO

Los mencionados soldados murieron en compañía de un guía local, Fiacre Gbédiji, quien también cayó trágicamente bajo el fuego nutrido de los secuestradores. No por accidente, sino en la que fuera una verdadera operación de guerra.

El Sahel, como preocupación internacional, está expresamente incluido en la delicada agenda del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, órgano encargado esencialmente de mantener la paz y seguridad internacionales. A lo que se suma que el Secretario General ha -por su parte- designado a un representante especial para el Sahel: Angel Losada.

Un grupo de cinco países tiene además organizada, desde febrero de 2017, una fuerza militar conjunta de despliegue rápido para, con ella, poder enfrentar este tipo de problemas. Hablamos de Burkina Faso, Chad, Mali, Mauritania y Níger. Ellos definen al problema de seguridad que afecta al Sahel como una ""responsabilidad colectiva"" y están llamando a transformar esa coalición en una de naturaleza internacional. Asimilando así al tema con lo ya sucedido en Afganistán o Irak. Porque saben que solos no alcanzarán sus objetivos de pacificación. 

El secretario general Adjunto de las Naciones Unidas, Bintou Keita, concuerda explícitamente con lo antedicho. La mencionada fuerza actual conjunta tiene a su entera disposición unos 5.000 efectivos, que pueden ser instantáneamente desplegados. 

Esa fuerza, que hoy está estacionada en Bamako, ya ha sufrido ataques armados directos, lanzados abiertamente contra su cuartel general, emplazado en la localidad de Sévaré. 
En su accionar debe siempre respetar los derechos humanos y las libertades esenciales de la gente a la que se encarga de proteger. Caso contrario corre el riesgo cierto de que esas personas no le sean leales y, en cambio, procuren acercarse directamente a los líderes violentos, en busca de equivocadamente tratar de obtener así su protección. 

La Unión Europea aporta más de seis millones de dólares a esta importante fuerza conjunta especializada, así como su constante asesoramiento militar. Pero lo cierto es que el costo total de organizarla y de mantenerla en las necesarias condiciones de combate supera largamente los 22 millones de dólares por año. Para Africa, ese es un importe sumamente considerable.

PELIGROSO CLIMA

Para todo esto, la coordinación militar entre los gobiernos del Sahel se justifica en la existencia de un peligroso clima que ha sido definido, con absoluta justeza, como de: "emergencia humanitaria sin precedentes". Como consecuencia de lo cual, se han desplazado ya unas 160.000 personas que hoy escapan, desesperadamente y como pueden, de la terrible cuota de violencia e inseguridad que se ha apoderado de sus vidas.

La pacificación del Sahel no se agota tan solo en la lucha contra la violencia, que es por cierto indispensable. Supone, además, generar condiciones que permitan aumentar y sostener el ritmo de desarrollo económico de la región. Destruir pobreza, entonces. Para poder construir paz.
Si esto no se alcanza, la violencia, como modo de vida, no será erradicada. De allí que los esfuerzos de la comunidad internacional deban ser multifacéticos y que no comprendan tan sólo un perfil militar y policial, sino que deben estar inevitablemente acompañados por ayuda económica y asesoramiento y asistencia administrativa para los gobiernos locales, que siempre, en definitiva, son los responsables directos de las vidas y del bienestar de sus respectivas poblaciones. Y que, aún hoy, enfrentan problemas cuya resolución exige necesariamente la realización de esfuerzos conjuntos y bien coordinados. 

* Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.