Usos autoritarios del deporte


Deporte y sociedad civil...
Por R. Rein y M. Gruchetsky (comp.)
Unsam Edita. 306 páginas

Siempre es bueno, sano y necesario, repasar la historia, más aún si se trata de la nuestra. Y el trabajo que realizaron Raanan Rein, Mariano Gruchetsky y Rodrigo Daskal, en una recopilación de textos escritos por expertos en la materia, actúa como buen disparador para salir de la coyuntura. Deporte y sociedad civil en tiempo de dictadura, el libro que agrupa a 13 autores, aparece en un buen momento. Porque no todo es pandemia, aunque pareciera. En el medio hay gobiernos, dirigentes, que pueden aprovechar situaciones extremas como las que vivimos hoy para hacer y deshacer.

Y una manera de prestar atención podría ser leyendo a estos autores. Porque cada uno de ellos deja su impronta y repasa episodios que ahora pueden resultar inverosímiles pero que, a la vez, si alguna vez ocurrieron, podrían volver a suceder. Quizá el tema del Mundial 78 en Argentina sea uno de los que más hayan escrito y estudiado periodistas de investigación y analistas varios, pero nunca está de más otra vuelta de tuerca. Por eso, uno de los platos fuertes que sirve Deporte y sociedad... es su capítulo 3. 

Allí Patrick Thomas Ridge cuenta el entramado que armó la AFA junto con el gobierno de facto que encabezaba Jorge Rafael Videla para vender al mundo aquello de que éramos un país derecho y humano, cuando el resto del planeta se olfateaba algunas dudas. Hay un detalle que cuenta Ridge, que surge como una metáfora: para la ocasión, el gobierno invirtió millones de dólares en tecnología con el objetivo de que los partidos de aquella Copa del Mundo los pudieran ver los amantes del fútbol desde cada rincón del planeta por TV, en colores. Hasta allí algo inédito. Pero como en nuestro país casi no había televisores a color, acá se podían ver los encuentros del Seleccionado de Menotti pero en blanco y negro. Mientras fuera los disfrutaban en todas las tonalidades, para los argentinos, Argentina era gris.

A partir de allí se suceden los capítulos con historias atrapantes, como el usufructo que se le da al legendario Luna Park que escribe Jonathan Palla y que coincide en sus tiempos de esplendor con los de aquella dictadura y también atrapan las investigaciones de los periodistas Gustavo Veiga y Alejandro Duchini. El primero hace un raconto de los 220 deportistas secuestrados, torturados y asesinados "cuyos rastros se perdieron en centros clandestinos de detención", según el autor. Y el segundo, aunque suene pintoresco, no deja de ser aberrante. Duchini repasa un episodio inolvidable -y espantoso- para los hinchas de Nueva Chicago, ocurrido el 24 de octubre de 1981 en Mataderos. Ese día los hinchas osaron entonar desde las gradas la marcha peronista, motivo suficiente para que la Policía Federal reaccionara reprimiéndolos a golpes. Tanto fue así que, a la salida, los revoltosos fueron obligados a ir trotando hasta la comisaría 42, situada a seis cuadras de la cancha del Torito. Quizá ese haya sido un hito de un largo camino hasta el regreso de la democracia, dos años más tarde.