Piazzolla, lo político, el poder­

POR CARLOS KURI *­

­Piazzolla nunca le destinó demasiada reflexión a lo político y sus pasos fueron como en zigzag, reactivos, incalculables, irresponsables. Su sostenida declaración en contra del autoritarismo peronista es interferida por al menos cuatro episodios llamativos: en 1952 compone `Epopeya argentina', con un texto de Mario Núñez dedicado a exaltar las figuras de Perón y Evita. En 1953 hace la orquestación del sainete `El patio de la morocha', de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo, que se enmarca en la dramaturgia popular del peronismo -Perón asiste incluso a una de esas funciones-. En 1954 musicaliza `El último perro', versión teatral de Gorostiza con dirección de Armando Discépolo, presentada en los programas del gobierno peronista del Teatro Cervantes. Y agreguemos finalmente el rumor, con tono de denuncia, surgido de periodistas ligados al derrocamiento de Perón, de haber sido favorecido en la beca que le permitió estudiar en París con Nadia Boulanger. Si bien persistió en sus declaraciones antiperonistas, confiesa que en el '73 votó la fórmula de Perón.­

­PERSPECTIVA­

No obstante el desinterés manifiesto en cuanto a las definiciones ideológicas ("no soy peronista, no soy comunista, soy bandoneonista''), si dejamos al margen la película `Detrás de la mentira', de Emilio Vieyra; resulta significativo que los directores que requirieron su música hayan coincidido en una perspectiva de izquierda o de investigación social -pareciera que una afinidad intangible con la estética revolucionaria de Astor domina aquellas elecciones-: `Cuarteles de invierno' (Lautaro Murúa), `Llueve sobre Santiago' (Helvio Soto), sobre el golpe militar a Salvador Allende -aunque es conocido su exabrupto invocando la mano dura de Pinochet-, `Cadaveri Eccelenti' (Francesco Rosi), `El exilio de Gardel' y `Sur' (Pino Solanas).­

No puede soslayarse tampoco el rasgo temático de mucha de la obra cantada de Piazzolla, claramente vinculada a una dimensión social distante de la cosmovisión de la derecha. Siempre a partir de su asociación con determinados letristas, fundamentalmente con Ferrer, la construcción elegíaca o epifánica se hace sobre la subjetividad poética de personajes marginales.­

Mencionemos dos obras: `Pequeña canción para Matilde', con una letra póstuma del poeta Pablo Neruda, a pedido de su viuda, y una colaboración con el autor de `Los pájaros perdidos', Mario Trejo, en `Violetas populares', dedicada a Violeta Parra y al sueño revolucionario.­

Los panfletos arrojados frente al teatro Champs-Elysées que lo trataban de colaboracionista, en 1980, tras sus declaraciones de que la Argentina estaba "tranquila''; y el almuerzo con Videla (compartido con Eladia Blázquez, Adolfo Bioy Casares, Antonio Tauriello y otros), parecen buscar compensación en lo que leemos del reencuentro con su hija Diana luego del exilio para evitar su muerte o desaparición. Diana había sido militante del Peronismo de Base y la reconciliación con su padre no deja de repasar el dolor que le provocó aquel almuerzo, que se resume en la frase: "Vos fuiste (al almuerzo con Videla) por miedo. Pero otros fueron cómplices''. ¿Era tan ingenuo Astor como para hacer aquellas declaraciones y concurrir a la cita de Videla, o fueron en parte gestos de protección a Diana? Con Piazzolla no llega a ser necesario aplicar la justificación que Sartre utiliza con Heidegger: "las obras son mejores que los hombres''.­

­* Extracto del libro `Archivo Piazzolla', que será publicado en junio próximo.