Moralismo y política: de vacunas y geriátricos

Para dimensionar mejor el repicado escándalo de las vacunas ventilado a partir de las declaraciones de Horacio Verbitsky, que determinó el pedido de renuncia al ministro Ginés González García y una situación de turbulencia en el Gobierno, conviene evocar un  hecho parecido ocurrido dos décadas atrás.­

A principios de abril del año 2000, un mes antes de las elecciones que el 7 de mayo dirimirían la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (el primer jefe electo, Fernando de la Rúa, era desde hacía poco más de 100 días, presidente de la República), el gobierno de la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación (sociedad entre el radicalismo y el hoy extinguido Frepaso de Carlos Chacho Alvarez)  se vió sacudido por su primera crisis.

La revista XXII, conducida por Jorge Lanata, había denunciado que Angel Tonietto, uno de los tres interventores del PAMI (los otros dos eran Cecilia Felgueras, en ese momento candidata oficialista a vicejefa de gobierno, y Horacio Rodríguez Larreta, el actual jefe de gobierno porteño) había suscripto una resolución  que beneficiaba a una docena de hogares para ancianos subsidiados por el organismo, al permitirles incrementar sus tarifas un 25 %.

Conviene recordar que todavía regía la convertibilidad ("Conmigo, un peso, un dólar'', había prometido De la Rúa y así ganó la elección en 1999). Es decir, el incremento otorgado era de un 25 % en dólares.

Del grupito de geriátricos beneficiados, dos eran propiedad de la esposa de Tonietto, Juana Castagnola. Este era un dato importante, porque se trataba de la hermana de Graciela (Castañola, viuda de) Fernández Meijide y el hecho había ocurrido justamente en un área de gobierno que dependía de ella, que ocupaba el ministerio de Bienestar Social.

Fernández Meijide era por otra parte la segunda jefa política del Frepaso y al afectarla a ella, el affaire provocaba un problema en la alianza de gobierno. El asunto era políticamente dañino para una coalición que había llegado al poder enarbolando como rasgo de identidad consignas eticistas y anticorrupción.­

El presidente De la Rúa, desmintiendo la fama de morosidad que luego lo envolvería, obró vertiginosamente: llamó al silencio a Fernández Meijide (un consejo que ésta acogió con regocijo), reclamó el inmediato alejamiento de Tonietto de su puesto en la intervención del PAMI (renunció desde Canadá, donde se encontraba), mientras Felgueras (interventora y candidata) aseguraba desconocer que Castañola fuera propietaria de geriátricos y Rodríguez Larreta, el que cerraba el trío de jefes del PAMI, aplicaba avant la lettre el distanciamiento sanitario y denunciaba judicialmente la conducta de Tonietto.

Se trató de una rápida maniobra de cirugía y cauterización que, aunque no consiguió evitarle a ese oficialismo contradicciones para el uso político del moralismo (con el tiempo ese costo se pagaría en el episodio de las denuncias sobre la banelco en el Senado), al menos le ahorró a corto plazo malas consecuencias electorales: la Alianza triunfó tranquilamente en los comicios porteños y el frepasista Aníbal Ibarra se convirtió en jefe de gobierno y Cecilia Felgueras se mudó del PAMI a la vicejefatura. De todos modos, ninguno de los dos terminó en tiempo su mandato.

La ministra Fernández Meijide, por su parte, capeó el temporal navegando con velas bajas durante un tiempo y finalmente el episodio quedó minimizado (y  su papel político recobró relevancia) a raíz de la borrascosa renuncia de Chacho Alvarez a la vicepresidencia, ocurrida pocos meses más tarde. Fernández Meijide quedó como la frepasista más prominente de los que acompañaban el derrotero de De la Rúa. Y, más tarde, como una figura de consulta del progresismo de centro. Hoy preside el prestigioso Club Político Argentino.­

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LOS GERIATRICOS DE FERNANDEZ­

­Para el gobierno de Alberto Fernández la importante fisura creada en el tema de la lucha contra la pandemia tiene una dimensión comparable a la que representaron para la Alianza los traspiés en asuntos de corrupción. 

El Presidente tuvo sus momentos de mayor acompañamiento de la opinión pública cuando asumió la conducción de la pelea sanitaria, trabajó con todos los responsables, con indiferencia de su alineamiento político, y en primera instancia consiguió -con esa estrategia y ese acompañamiento- que el país se preparara para afrontar desafíos mayores. ­

Para cumplir satisfactoriamente ese papel se requiere mantener las performances y las alianzas y cometer pocos errores, pues los desafíos son ya suficientemente rigurosos. ­

Que, cuando encuentran un punto vulnerable, los competidores golpeen (hasta "despiadadamente'', como se quejó Fernández desde México) es previsible y hasta natural: eso forma parte de la lógica política, es como dar o no dar quórum en el Congreso o hacer sentir el peso de una mayoría si se la tiene. Los partidos usan esos instrumentos y luego gozan o sufren las consecuencias.

El punto vulnerable que hoy presenta el gobierno es precisamente el que la oposición busca ensanchar: en un año electoral, es comprensible que esta quiera desproveer al oficialismo del as de espadas político que representaría llegar a las urnas con inmunidad garantizada, cifras de contagio y de fallecimientos significativamente reducidas y una estructura sanitaria perfeccionada.

El gobierno sobrelleva la dificultad de conseguir las dosis de vacunas que promete con demasiado insistencia (quizás por una pulsión declarativa tanto de Fernández como de muchos de sus colaboradores) y a eso se suma que, entre tantas palabras, faltan las que pongan en marcha (y exhiban) una más eficaz vacunación con las dosis que efectivamente van llegando. ­

Al alcanzar la última semana de febrero, Argentina ha vacunado casi 550.000 personas, lo que equivale a 1,2 % de su población, por debajo de la media mundial (1,5 %: 120 millones de vacunados sobre 7.800 millones de población), si bien el promedio es una lente deformante, ya que las tres cuartas partes de las vacunaciones del mundo se han producido en menos de 10 de los 199 países reconocidos por la ONU. Entre los restantes 189 Argentina está muy bien ubicada.

En cualquier caso, la sociedad argentina estima que la vacunación es escasa,tanto en relación con su propia demanda (la provincia de Buenos Aires ya registró más de 3 millones de personas que quieren vacunarse) como en comparación con los anuncios que el propio gobierno ha venido formulando. Mejor que prometer es realizar.­

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VIRTUD DEL UNITARISMO­

­Se trata, además, de brindar información con claridad y amplitud. Mostrar los hechos y sacar conclusiones. Es bueno tomar en cuenta el ejemplo chileno, que ha vacunado en tiempo récord al 16 % de su población y desalojó a Argentina del segundo puesto continental que ostentaba hasta enero. Es probable que Chile se beneficie de su organización  unitaria, que facilita la centralización de los procedimientos.

En Argentina, la organización federal reparte responsabilidades y en casos como éste las decisiones y dispositivos se dispersan entre muchos actores (provincias, municipios) que pueden fijar distintas prioridades y criterios, lo que aumenta las bifurcaciones y eventuales opacidades. Las dificultades se incrementan cuando la autoridad central padece algún tipo de menoscabo.

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EL CANDOR DEL PERRO­

­En ese contexto de carencias, el escándalo desatado tras la declaración de Verbitsky encontró inevitablemente un ámbito propicio para la expansión, abonado previamente por casos -no por aislados menos irritantes-  de privilegios patrimonialistas de autoridades que han hecho aplicar la vacuna hasta a los miembros más jóvenes de sus propias familias.

En otras condiciones, que recibiera la vacuna sin pedir turno previo un puñado de personas que forman parte de los grupos de riesgo (el propio Verbitsky, por ejemplo, tiene 79 años) sería peccata minuta. En las actuales, en cambio, el gobierno puede pagar un precio mayor: los medios opositores se muestran dispuestos a escarbar largamente con ayuda de una Justicia que tiene su propia agenda con el oficialismo y sus adversarios huelen escándalo  y  están dispuestos inclusive a explotar los reflejos de la antipolítica.

El Presidente intentó  un movimiento clásico, como el que hizo De la Rúa: quiso cerrar la herida pidiendo una renuncia.

A Fernández le faltó velocidad. Enterado el jueves 18 por la tarde de que algo raro estaba ocurriendo con la vacunación, que eso involucraba a su ministro de Salud y que se estaba formando un frente de tormenta política, dejó pasar inclusive esa noche sin tomar medidas. Si hacía 20 horas antes lo que terminó haciendo al día siguiente, le pedía la renuncia a Ginés González García y al mismo tiempo declaraba lo que dijo después -que él no está dispuesto a apañar privilegios, ni siquiera a un ministro de tanta envergadura como Ginés- habría practicado la iniciativa ante una situación complicada. No hay mejor defensa que un buen ataque.  ­

En cambio, se metió en el área chica en un momento decisivo. Así, permitió que Horacio Verbitsky lo primereara.

El siempre bien informado jefe del CELS se había enterado de que Clarín preparaba una inminente denuncia sobre el tema y  salió a ofrecer una versión incidental y candorosa de su visita al despacho del ministro, centrada en la confesión de un arrepentimiento propio: él mismo, que había asegurado que esperaría un tiempo con cautela antes de vacunarse, se había hecho aplicar la Sputnik V convencido por una seguidilla de desgracias familiares, por el consejo de un hijo investigador y por una gauchada de su viejo amigo, el ministro.

Verbitsky expuso su argumentación y gatilló simultáneamente una reacción en cadena que empujó al patíbulo a González García. Aunque renuente a hacerlo, Fernández tuvo que desprenderse de su ministro de Salud. Querer cortar más abajo hubiera sido ingenuo, inconducente y probablemente injusto.­

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SIN CUARTEL­

Está claro que para muchos no alcanza con sacrificar a Ginés. La oposición más belicosa y los medios que le hacen eco (o a la inversa) piden más sancionados (en lo posible, la reemplazante de Ginés). ­

El envión los arrebata: impusieron la etiqueta del vacunatorio VIP y aspiran a que sus secuelas se amplíen y les den renta hasta octubre. Consideran que si se mantienen las actuales condiciones pueden ganarle la elección al oficialismo.­

Mientras el Gobierno no produzca una compleja reacción, el ruido mediático-judicial disparado por los hechos recientes encontrará oídos receptivos. Y no sólo, ya, en los sectores propensos a pensar mal del oficialismo, sino en una amplia franja del electorado peronista que, de un gobierno que invoca esa genética, espera que actúe con autoridad y eficacia y ponga coto al privilegio.­

Para el Gobierno  la única medicina real que puede reparar este daño se llama vacunas y vacunación: la sucesora de González García y un equipo de apoyo presidencial deberán trabajar a full para conseguir que las dosis convenidas (con Astra-Zeneca, con Putin, con China, con el programa de la OMS) lleguen rápido, que se apliquen de inmediato, y que alcancen según los turnos previstos a las grupos de riesgo.

Y -no menos importante- que la población se entere adecuadamente  de ese esfuerzo. En tal caso, una Argentina inmunizada estaría en condiciones de volver en plenitud al trabajo, potenciar la producción y aprovechar mejor los signos auspiciosos que ya empiezan a evidenciar los precios de nuestras principales exportaciones y la creciente reactivación de la economía mundial.­