Estigma y azar



 

Una de las derivaciones de la pandemia, a nivel global, ha sido el crecimiento del volumen de apuestas en el extenso universo de loterías, casinos, hipódromos y otros ámbitos que, destinados a mera distracción, se han convertido en verdaderas factorías de ludópatas, como advierten los especialistas.

Además de brindar pingues ganancias a los gobiernos local y nacional mediante el "Acuerdo Fernández", firmado por el actual presidente cuando era jefe de gabinete, y su par porteño ibarrista Raúl Fernández. Las calles de la ciudad, aún en la etapa de más duro confinamiento, mostraban largas colas en las innumerables agencias con todo tipo de juegos de azar. Incluso mucho antes que el regreso del fútbol, pasión nacional no exenta del tema abordado, se autorizó la reapertura "protocolar" de casinos e hipódromos, que rápidamente registraron un fuerte incremento de concurrencia, barbijo mediante y con alcohol en diversas modalidades. Se podría suponer que las penurias derivadas del cierre económico provocado por la peste, fue una motivación suficiente para acrecentar los desafíos al azar para la mayoría de la población.

Pero convengamos que la furibunda oferta de los bolilleros (hay más de una decena de sorteos diarios), ha recrudecido en esta etapa, y el público de casinos e hipódromos sumó fieles al ya abundante espectro previo. Junto a la avidez inducida por un tiempo incierto, reaparecieron entre los jugadores las variadas tipologías tan bien descriptas por Fiodor Dostoievski en uno de sus libros más exitosos, titulado precisamente "El jugador". Cabe acotar que la cuestión era bien conocida por el escritor, habitué a las mesas de paño multicolor de todos los lugares donde vivió (Rusia, Italia, Suiza y Alemania), para desconsuelo de la estenógrafa Anna, su esposa, quien transcribió la historia en menos de un mes, acosada por las deudas maritales.

Entre los apostadores cada vez más desesperados que acuden a ventallas, máquinas o agencias, una figura secular es el "mufa", estigma que llevan aquellos con un aura supuestamente negativa para acertar, no sólo en el juego. Contrariamente a quienes suponen que se trata de una mera manifestación de cultura latina, por el antecedente de la siempre vigente "Jettatore", obra cumbre del dramaturgo Gregorio de Laferreré, los sajones son fervientes cultores de tal mito. Incluso, los mayores casinos estadounidenses y europeos, suelen contratar "cooler´s" (enfriadores). ¿Quién es un "cooler"? En general son jugadores "mufados" que han dejado fortunas en las mesas varias veces, y ya en la ruina, les ofrecen esta última oportunidad para subsistir.

Sencillamente, cuando hay algún apostador que está en racha ganadora, por indicación de los supervisores de sala, debe acercarse a ellos para evitar que sigan acertando. Impedidos de apostar y de eficacia improbable, al menos por un tiempo tienen un cuarto y comida gratis. Menos sofisticados, los "mufas" locales abarcan las más diversas actividades y provocan dedos cruzados, "cuernitos" y, toqueteos en íntimas zonas erógenas de damas y caballeros para alejar sus influencias. Rasgos indelebles de la estupidez humana, que como se ha demostrado reiteradamente, es infinita. Como el azar.