Güemes, el general de los gauchos

Para conducir a los gauchos norteños en la Guerra por la Independencia, para orientar la inteligencia y altivez de esos barbados centauros de tez cobriza clara, nació Martín Miguel de Güemes, un 8 de febrero de 1785. Su padre Gabriel de Güemes Montero, lo revistió de las virtudes del caballero hispano y su madre, la jujeña María Magdalena de Goyechea y la Corte, lo imbuyó del amor al terruño.

No cabe duda que su inteligencia lo hubiese hecho brillar en las aulas de la docta Universidad de Chuquisaca o la afamada Salamanca, pero sus tiempos fueron bélicos y nació en las coordenadas oportunas y el momento justo para ser guerrero : los gauchos norteños necesitaban un jefe como ellos, que los conduzca a la hazaña necesaria. Un jefe que los temple en la vigilia cotidiana, que los arroje a los golpes de mano y emboscadas que caracterizaron la guerra en la quebrada.

Ese fue Martín Miguel de Güemes, quien inició su formación militar en 1799 como cadete del Regimiento Fijo. Tuvo su bautismo de fuego en las Invasiones Inglesas y allí capturó el barco “La Justine”, con fuerzas de caballería, en lo que hoy son las inmediaciones de la Estación Retiro. El galope iniciado allí solo se detuvo en la Quebrada de la Horqueta un 17 de junio de 1821. Fue un militar de carrera: veintidós años de ininterrumpidos servicios militares lo forjaron en la senda del deber y la disciplina, valores que luego inculcó a sus hombres.

Peleó también la Defensa de Buenos Aires en 1807, como Húsar de Pueyrredón. Más tarde participó de la acción y el júbilo por Suipacha, primera victoria de las armas patriotas en territorio altoperuano. En 1814 San Martín y Belgrano repararon en su ascendiente, para confiarle la conducción del frente norte. Como general en jefe del Ejército de Operaciones sobre el Alto Perú, no tuvo un solo día sin batallar, e incluso después de muerto condujo a sus paisanos a la victoria definitiva sobre el hispano.

Su guardamonte, sombrero de ala y sable empuñado fueron el muro contra el que chocó el empuje realista. Su ejemplo sacó lo mejor de esos paisanos hechos al caballo, nobles de espíritu y llenos de entusiasmo patriótico: Ciudad de Salta, Cerro de San Bernardo, El Portezuelo, La Quinta Grande, San Lorenzo, Castañares, La Caldera, Quebada del Toro, San Antonio de los Cobres, Sauces, Cobos, Cabeza de Buey, Cuesta

de la Pedrera, Quesera, La Cruz, Cerrillos, Chamical, La Merced, Rosario de Lerma, Pulares, Escoipe, El Bañado y La Troja son algunos de los nombres que recuerdan que “aquí el brazo argentino triunfó y el fiero opresor de la Patria, su cerviz orgullosa dobló”

En su más que bicentenaria historia, el Ejército Argentino clavó la lanza del general Martín Miguel Güemes, como hito de coraje, en su senda gloriosa. Vaya nuestro recuerdo y gratitud al más gaucho de los jefes argentinos, en este nuevo aniversario de su nacimiento.