Apuntes de un proceso creativo
El documental `La herida y el cuchillo' registra durante un lustro el trabajo del artista Emilio García Wehbi. El director del filme comparte sus sensaciones.
POR MIGUEL ZEBALLOS *
Hacer una película es la invitación a un viaje extenso y con destino incierto. Esos recorridos algunas veces duran muchos años. Me pasó con `Un continente incendiándose', película que tardé poco más de una década en poder materializar; más de una década desde que surgió la idea hasta que la estrenamos.
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Escribí que `La herida y el cuchillo' era un documental, sí y no; y también dije que era una collage. Pero tengo algunas dudas sobre esa definición. Escribí muchas cosas, y ahora entiendo que nada de lo que diga podría definir en pocas palabras mi propia película, básicamente porque hago películas para no tener que explicarlas, ni explicarme, aunque ahora lo estoy intentando.
Luego de cinco años de rodaje, de unas cincuenta horas de material y de cientos de performers que generosamente se expusieron frente a la cámara, me enfrenté a `La herida y el cuchillo' como si estuviera frente a un caudaloso río, aguas difíciles de recorrer. Seguí navegando muchas veces a la deriva y sin dirección durante un tiempo considerable, me vi muchas veces perdido, me reconocí torpe, falto de imaginación, e incapaz de resolver frente a mis compañeros situaciones que hacían a la puesta en escena.
Hice `La herida y el cuchillo' pensando en los pliegues de esos cuerpos que la constituyen, atravesado por la frase de Baudelaire que encontré una vez en el libro `Botella en un mensaje', de García Wehbi: "Yo soy la herida y el cuchillo''. Con esa suerte de talismán logré encontrar mi propio proceso creativo, y también cruzar el río.