El covid y su impacto sociológico

Desde que comenzó la pandemia se dio un crecimiento muy importante de la cantidad de estados de ánimo negativos¬. Los índices de bienestar y felicidad cayeron estrepitosamente. La lentitud del trabajo mancomunado y del desarrollo de una visión más limitada a lo nacional generó un impacto social del que no se sabe si se podrá cambiar a los índices normales antes del virus.

La incertidumbre ante la aparición del covid ha generado múltiples sensaciones en los hogares argentinos mostrándonos vulnerables frente a lo desconocido. La pandemia corrió de lugar a todo lo que se daba por seguro y sacó de la rutina automática a nuestras vidas.­

Con más de 35 años trabajando en el área de mediciones de la situación social y el estudio de las audiencias, la especialista Marita Carballo ha participado en el desarrollo de Encuesta Mundial de Valores (WVS), y que condensó en su libro "Dios en el mundo moderno". Para conocer más sobre su visión del impacto del covid en el mundo y en la Argentina, La Prensa entrevistó a la reconocida socióloga, presidenta de Voices Research and Consultancy y de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.­

-¿Cómo impactó la pandemia en los valores que se puedan tener frente al recuerdo de la propia mortalidad de cada individuo?­

-Lo que estamos viendo es que la pandemia afecta a todos los órdenes de la vida. Y, al hacerlo, también impacta en los valores y las actitudes. Tenemos que ver, una vez vuelta a la normalidad, si eso finalmente ocurre porque quizás sea algo nuevo, los cambios que por ahí vemos se establecen definitivamente o se vuelven a lo que era antes.­

Nosotros vemos una afectación de la gente en términos de no sólo económicos, sino también psicológicos por la incertidumbre que genera en todos los planos. No sólo en lo laboral, sino que en todos los otros planos. Y han cambiado mucho las propias relaciones familiares porque la gente no estaba acostumbrada a pasar todo el día dentro de su casa con todos los miembros de la familia. Ni siquiera las casas estaban tan preparadas para eso. Esto ha implicado una serie de modificaciones de todo tipo que en algunos casos han afianzado las relaciones y en otros casos ha sido difíciles de mantenerlas.­

-En la Encuesta Mundial de Valores han hablado de lo espiritual, ¿cómo han percibido al tratamiento del tema en este contexto?­

-La Encuesta Mundial de Valores es un proyecto en que estamos trabajando desde la década de los '80. Cubre 100 países en el mundo y se hace sistemáticamente cada cinco años para ver cuáles son los valores en cada sociedad y los cambios a lo largo del tiempo. Esto permite conocer y poder establecer comparaciones entre los propios cambios, los países de la región y en el mundo.­

En cuanto a la religiosidad, vimos que previo a la década del '90 se habló mucho de un proceso de secularización, como un alejamiento de las personas de las Iglesias y de la religión. Pero en esa década hubo un crecimiento religioso que desdijo esa teoría. Y ahora, en la última década, hay un decrecimiento nuevamente, pero la gran pregunta es qué va a ocurrir con la pandemia. Esta de alguna manera es vista con un mayor acercamiento de la gente a la propia vulnerabilidad e incertidumbre que hacen que los seres humanos estén a la búsqueda de certezas en lugares donde encontrar paz y armonía.­

-¿Esa vulnerabilidad, en el contexto de una pandemia, puso en jaque todo lo que dábamos por sentado?­

-Totalmente y, además, se habla de otros dramas tremendos que han ocurrido en la humanidad. Pero lo cierto es que incluso los más recientes, como las guerras mundiales o la crisis del 30, la mayoría de la gente no tuvo esas vivencias. Entonces esta experiencia sumamente traumática en nuestras vidas, además, tiene esa particularidad que atraviesa, no solamente a los sectores sociales, sino que a todos los países y que es global, porque en menor o mayor medida todas las regiones están afectadas.­

-Se ha hablado siempre de la globalización económica y hoy, ¿se extiende también al área de salud?­

-Sí. Justamente una de las cosas preocupantes, en mi opinión, es que, si esperábamos una acción mancomunada o global, lo que vimos con la pandemia es que los países resolvieron como pudieron los problemas con una mirada más nacional. Si bien hubo una cooperación internacional no fue muy eficiente o efectiva. Por ejemplo, si tomamos la crisis del 2008 la Comunidad Económica Europea y demás dieron una respuesta más rápida, eficiente y mancomunada. Con esta pandemia recién ahora vi que se reunieron los jefes de Estado para encararla, pero recibieron críticas por lo lento que habían encararon el trabajo en conjunto. Y con la vacuna lo estamos viendo mucho también.­

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ESPIRITUALIDAD­

-¿Cuán importante es la espiritualidad en nuestra vida? ¿cómo vio el tema de la religión en el mundo a partir del estudio que realizó para su libro?­

-La felicidad, que es un tema de sumo interés porque los seres humanos buscamos y tenemos. Es una mezcla de placer, bienestar y sentido. La búsqueda de este último, para muchas personas, se encuentra en la religiosidad y la espiritualidad. Esto es algo que reconforta y los hace sentir más felices.­

-¿Cómo impactó la pandemia en esa búsqueda de la felicidad y el bienestar?­

-Impactó muy negativamente. Nosotros seguimos dos preguntas que son la satisfacción con la vida y el grado en que la gente es feliz. Son dos matices y en el caso de la felicidad es una respuesta más emocional y que tiene que ver con lo que ha ocurrido en la vida diaria, en ese momento lo que está pasando. Y la otra es más evaluativa es una evaluación sobre un balance de vida. También seguimos los estados psicológicos de la sociedad en la medida en que están estresados, angustiados y con temores. Lo que vemos es un crecimiento muy importante de la cantidad de estados negativos en pandemia. Incluso estuvimos trabajando con el centro de investigaciones sociales de la UADE y tenemos datos del 2015 que comparamos con los actuales. Así pudimos ver que el crecimiento de las personas que tuvieron problemas para dormir es enorme. Por ejemplo, en el 2015 una de cada 10 personas nos decía que tenía ese problema y, ahora, 4 de cada 10 en esta pandemia. Vemos a la gente muy desganada, sin energía y cansada. Creció mucho la tristeza y también el mal humor y el mal genio con una cierta irritabilidad. Es decir, problemas serios que atraviesan a todos los sectores sociales y también las edades.­

Un dato curioso tiene que ver con que la felicidad en general y la satisfacción con la vida se registran gráficamente con forma de U. Los que se declaran más felices son los jóvenes y después las personas mayores. Pero en las edades intermedias, por el peso de las demandas y exigencias son más altas, es donde la gente se declara menos feliz. En la pandemia esto se modificó. Los jóvenes son los que más están sufriendo, en cambio las personas mayores tienen mayor resiliencia y han podido soportarlo mejor. Esto es interesante porque al principio de la pandemia había mucha preocupación por el covid, que ataca sobre todo a los mayores, pero con respecto al encierro este grupo etario fueron los que mejor lo toleraban.  Así, los jóvenes son los que más extrañan a sus pares, lo que llama la atención porque uno podría pensar que por ser una generación más tecnológica y que están acostumbrados más a escribirse que a hablarse no les afectaría tanto el encierro, pero ese encuentro físico y personal lo extrañaron mucho.­

Por otra parte, también un trabajo que hicimos en 800 hogares de gran Buenos Aires y la Ciudad sobre qué pasaba en la escuela en cuarentena encontramos que la proporción de chicos que están afectados por el encierro es muy fuerte. Y hay un estudio de la Sociedad Argentina de Pediatría, que entrevistó a chicos de entre 6 a 18 años, donde muestra datos muy fuertes y muy parecidos a este estudio que hicimos en relación al estado anímico de los chicos y como les estaban afectando este encierro. Se los notaba desanimados, aburridos y con miedo al contagio.­

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CONFIANZA­

-¿Han visto alguna modificación con respecto a la confianza en las instituciones?­

-Seguimos mucho ese tema y en general las ONG's, las universidades y la Iglesia generan más confianza. Pero todas las instituciones que están relacionadas con el sistema político tienen una bajísima credibilidad desde hace bastante tiempo y no logran remontar. Así, dos de cada 10 personas creen en los partidos políticos, es un 14 por ciento. El Parlamento y la Justicia rondan un 20 por ciento de confianza. Son datos muy preocupantes en términos de confianza en las instituciones más ligadas al sistema político. Este es un tema muy central que tenemos que resolver en la Argentina porque también es baja la confianza intrapersonal. Es decir, la que nosotros sentimos hacia nuestros familiares y amigos es enorme, de ellos esperamos todo y generalmente nos lo dan. Pero todo lo que es un poco más lejano desconfiamos y pensamos que tenemos que ser muy cuidadosos porque el otro me puede hacer daño. Cuando en realidad también tenemos que definir que los otros somos nosotros. Es un tema que hay que trabajar mucho en el país.­

-¿Y en la pandemia esto empeoró?­

-En pandemia vemos una cosa buena porque aumentó el número de voluntarios. Hicimos un trabajo sobre eso y detectamos este aumento, pero más todavía se incrementó que en otras crisis que tuvimos como en el 2002. La gente tomó conciencia de las necesidades del otro y al vivir dentro de sus casas entendió de que algunos tienen tecnología y otros no, porque quizás lo intuían, pero no lo sentían con empatía o hacerse cargo. En ese estudio que hicimos sobre la escuela en cuarentena había una demanda muy grande en los sectores medios y alto en el sentido de decir que tiene que haber tecnología para todos y que no puede ser que haya un montón de chicos que queden fuera por no poder acceder a la tecnología y no contar con los elementos básicos. Toda esa diferencia hizo que la gente se movilice en ayudar al otro y en entender la situación del otro con mayor empatía.­

-¿Sería una buena noticia en este momento de incertidumbre?­

- Sí, y la gente que empieza a hacerlo comienza a tener esa confianza tan necesaria. Todos los estudios sobre esta área muestran que la gente que hace trabajo voluntario y que le brinda tiempo a los demás finalmente se da cuenta que lo hizo para ayudar, pero que también obtiene gran satisfacción por hacerlo.­

- En estos días de fiestas que nos tocó vivirlas de otra forma, ¿han podido evaluar cuál sería el impacto social?­

-Sin ninguna duda va a impactar como lo hizo esta enorme pandemia en el encierro que tenemos, pero también tenemos que aceptar de que hay algunas limitaciones con cuidados. A mí lo que más me preocupa es que es necesario abrir, pero que todos tengamos los cuidados que debemos tener para que no crezca la ola de contagios. Sin duda alguna todo este tema del covid, en lo que se refiere a los afectos, es muy triste porque los seres humanos somos básicamente de relación, necesitamos mucho del otro. Pero los latinos somos especialmente de abrazarnos y hasta corporalmente somos de un contacto más general y de la familia de estar juntos.  ­