Siete días de política

A Fernández no sólo le falta plan, también le falta poder

Alarmado por la corrida cambiaria el presidente quiso aplicar un ajuste ortodoxo pero CFK vetó la idea. Le corrigió la poda a las jubilaciones y amaga con impugnar el acuerdo con el FMI.

Un año atrás Cristina Kirchner ideó una jugada electoral exitosa invirtiendo los términos de la fórmula presidencial. A pesar de ser la dueña del poder real, se puso como vice y de presidente colocó a un ex funcionario sin votos ni carisma.

Este reino del revés funcionó en las urnas, pero está empezando a destartalarse por el fracaso de la gestión. Ante el desastre económico a la vice se le agota la paciencia y empieza a poner límites a su vicario. En este reino del revés la que pone palos en la rueda no es la oposición, sino el oficialismo por paradójico que suene.

La última intervención de la vice fue respecto de la nueva fórmula de actualización de las jubilaciones. A favor de la cuarentena el presidente lanzó una fuerte expansión del gasto público “financiado” con una megaemisión. Cuando los tenedores de pesos sin valor empezaron a cambiarlos por dólares, se produjo una corrida monumental.

En ese trance Martín Guzmán se olvidó de Stiglitz y optó por el clásico ajuste, empezando por los jubilados. ¿Por qué? Porque no tienen poder de “lobbying” y el gasto social (en su mayor parte previsional) supera el 10% del PBI.

¿Cómo podar los pobres ingresos de los “abuelos”? Cambiando su fórmula de actualización mientras una inflación del 50%  anual hace su trabajo. Este y otros recortes eran la condición para sentarse a conversar con el FMI. Pero cuando el proyecto llegó al Senado, el oficialismo cambió la fórmula y la periodicidad de las actualizaciones.

La modificación apunta a no ponerse en contra a millones de jubilados en vísperas de un año electoral, pero aun así significa un fuerte retroceso respecto de la fórmula impuesta por Mauricio Macri.

Después de que el Senado le enmendó la plana, Fernández declaró que los cambios se le habían ocurrido a él y no a Cristina Kirchner. Se ignora si la declaración fue un rasgo de humor o de patetismo.

Sí, pudo, en cambio, establecerse que la suspensión en 2020 de la fórmula de actualización macrista y su reemplazo por aumentos discrecionales por parte de Fernández representó una transferencia del bolsillo de los jubilados al de los políticos que regentean el gasto público de más de 90 mil millones de pesos.

Pero no fue la única corrección que el presidente recibió de los senadores que responde a su vice. Oscar Parrilli le advirtió que tenga cuidado con ceder ante el FMI (ver Visto y Oído).

Durante el debate de la ley que obliga al Poder Ejecutivo a lograr el acuerdo del Congreso para cualquier entendimiento con el organismo Parrilli adelantó que la Argentina “no aceptará condiciones impuestas por el FMI”. Y exigió al presidente: “Tenemos que decirles muy clarito (al FMI) que no vamos a aceptar lo que nos quieren imponer. No pueden plantear ninguna condición de política económica porque esa es una decisión soberana de la Argentina”. En tanto al organismo le informó que deberá aceptar una “drástica reducción de intereses” y convencerse de que se va a empezar a "devolver el dinero en 2025 y que llevará décadas para pagar”.

Esta estruendosa irrupción en las cruciales negociaciones con el FMI no es la primera de los senadores cristinistas. Ya le habían mandado una carta demoledora al organismo que echó por tierra los primeros contactos con Guzmán. Esa carta tomó por sorpresa al ministro que está siendo sometido a un proceso de disciplinamiento. Ya le había pasado otro tanto con la sanción del presupuesto que fue a presenciar en la Cámara alta. Nadie le avisó que iba a ser modificado y devuelto a Diputados, por lo que se retiró de la Cámara con las manos vacías y nada que llevarle a los delegados del Fondo.

Es probable que Guzmán se haya visto venir la arenga de Parrilli porque cuatro días antes declaró al “Finantial Times” que las conversaciones con el fondo no se cerrarían hasta marzo o abril. El diario británico editorializó anteayer sobre Fernández definiéndolo como un presidente sin plan, pero la situación es más complicada: además de plan le falta el poder para llevarlo adelante si alguna vez lo elabora.

Además de intervenirle virtualmente el Ministerio de Economía, la vice le vetó al presidente su plan político. Su inicial coqueteo con Rodríguez Larreta para fortalecer la gobernabilidad y lograr un entendimiento con sectores que pudiera relativizar el peso de la Cámpora y el kirchnerismo en el gobierno naufragó definitivamente. La aprobación de la ley para quitarle fondos a la ciudad obligó a Rodríguez Larreta a plegarse al ala dura de Juntos por el Cambio y reactivará la polarización.

Cristina Kirchner le había advertido a Fernández en la época de sus conferencias de prensa conjuntas por el Covid que no se acercara a Rodríguez Larreta. El jefe de gobierno porteño será muy probablemente el rival en las presidenciales de 2023 del peronismo. Es decir de ella o de su hijo Máximo. Fernández fue sólo un gambito electoral para 2019, pero su futuro está sellado por su extraordinaria capacidad para cometer errores.