VISTO Y OÍDO

Siete meses después

Anteayer el presidente Alberto Fernández anunció el final de algo a lo que ya había puesto fin la desobediencia general: el encierro de la población del AMBA por el Covid. Lo dispuso por motivos más políticos que sanitarios: presidente con  votos prestados, quiso convertirse en el “conductor de 44 millones de argentinos” como tuiteó su vocero el 18 de marzo. Pero siete meses después esa idea probó ser un error. Según la última encuesta de D´Alessio Irol su gestión es considerada mala por el 57% de los consultados. En marzo el 59% la consideraba buena y sólo el 37%, mala.

Vacuna rusa

El gobierno nunca decidió las medidas sanitarias con criterios sanitarios, sino políticos. Ni el ministro del área, ni el comité de “científicos” tuvieron la última palabra. Simplemente dieron el aval. Por eso a una mala decisión sostenida por siete meses se la reemplaza ahora por la brumosa promoción de una vacuna rusa que genera enorme desconfianza y un día es obligatoria para el otro no serlo. Semejante improvisación es la manera de justificar la apertura de toda la actividad, en especial para el verano, en especial en la provincia de Buenos Aires. Por eso el entusiasmo del gobierno provincial con la vacuna.

En soledad

Otra circunstancia que confirmó el uso político de la pandemia fue el anuncio de Fernández sobre la creación de un “comando” para distribuir la brumosa vacuna del que el presidente piensa ponerse “al frente”. Aquí no fue el vocero el que pretendió darle algún liderazgo, aunque fuera de vacunatorio. Pero las circunstancias del anuncio desmintieron las aspiraciones presidenciales. Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof, que habían compartido cámara durante los primeros anuncios de la cuarentena, hicieron rancho aparte. Antes querían pegarse, ahora toman distancia. Como CFK.

Mala gestión

La opinión sobre la gestión de Alberto Fernández detectada por la encuesta de D´Alessio Irol tiene algunos datos de interés. El primero es que un 17% de los votantes kirchneristas la consideran mala. Es llamativo ese porcentaje de rechazo en vista a un eventual cambio de voto y al hecho de la fuerte fidelidad del voto “k”. El rechazo de los que votaron a Mauricio Macri es como podía esperarse, abrumador: el 98%. Estos números no pueden ser analizados sin ponerlos en relación con la gestión económica: el 75% de los consultados afirma que está peor que el año pasado.