La Prensa dialogó con Pablo de León, especialista en trajes espaciales de la NASA y cabeza del proyecto
Promueven la creación del primer Museo Argentino del Espacio
Puede ser un pequeño paso para un hombre, pero uno gigantesco para la sociedad, sobre todo para la argentina. Algo así habrá pensado el ingeniero Pablo de León cuando comenzó a recolectar objetos de los distintos programas espaciales con el fin de, algún día, poder exhibirlos en la tierra que lo vio nacer.
El especialista en trajes de astronautas de la Universidad de Dakota del Norte, que trabajó en diseños tanto para la NASA como para SpaceX, dialogó en exclusiva con La Prensa sobre su proyecto de instalar en nuestro país un Museo Argentino del Espacio, el primero en su tipo y con cientos de manuales, videos, piezas de cohetes y materiales de los protagonistas.
"Cuando era chico lo más parecido que teníamos en la Argentina era el Museo Nacional de Aeronáutica, que es de aviones, y a mí que me gustaban los viajes espaciales me quedaba con esa cosa de por qué no había nada así" recuerda De León, quien ya con 30 años de carrera en Estados Unidos es uno de los argentinos más reconocidos en la temática espacial.
-¿Cómo surgió la idea del museo?
-A lo largo del tiempo, habiendo sido un historiador espacial aficionado y trabajado mucho en el Centro Espacial Kennedy, comencé a pensar en el hecho de que los que habían estado en el proyecto Apolo se estaban jubilando (a principios de los '90) y se deshacían de los recuerdos y objetos que habían recolectado. Muchas de esas cosas eran super interesantes, como partes de cohetes que habían explotado, y entonces hacían lo que en Norteamérica se denomina 'Garage sale', vendiéndolas. Yo me la pasaba por Cabo Cañaveral recorriendo lugares para comprarlas. Luego me hice un coleccionista más serio y obtuve cosas del programa espacial ruso y del argentino, porque justamente la idea del Museo nacional del Espacio es mostrar todo lo que se hizo en el programa espacial de la república. Desde los '50 en adelante hubo mucha actividad en cohetería, con lanzamientos biológicos como el ratón Belisario y el mono Juan, hasta lo que se hace en nuestros días con satélites como el Arsat y los de la serie SAC. Es importante mostrar que la Argentina también tiene una tradición espacial porque no hay nada de ese tipo.
-¿Dónde estaría ubicado?
-Parece medio tonto responderlo porque aún no es preciso. Tenemos 3 o 4 lugares que estamos viendo; hemos tenido ofertas de locaciones y estamos en el proceso de selección. En principio la intención es establecer el museo en la Ciudad de Buenos Aires por una cuestión de acceso de la gente y posibilidades turísticas. Si bien va a ser sin fines de lucro, se tiene que autosostener y es difícil ponerlo alejado de los centros y del movimiento de las personas.
-Poseen un vasto volumen de piezas de la NASA y de otros centros espaciales. ¿Qué se podrá ver una vez abierto?
-Muchísimo. Tenemos un catálogo de más de 800 piezas, desde cosas que volaron al espacio, partes de naves Soyuz, norteamericanas, robots de la NASA (por supuesto que no los que fueron a Marte, pero sí réplicas), trajes espaciales desde ya. Eso fue lo que siempre me apasionó, y conseguí trajes en Rusia, Estados Unidos, reproducciones de todos los trajes en los que yo trabajé, y de hecho también el primero que hice en la Argentina, el 4SA1, bajo el agua. También vamos a tener una serie de elementos de realidad virtual: se van a poder poner unos antiparras y vivirán la sensación de estar dentro de un traje espacial o hacer una caminata por la Estación Espacial Internacional. Eso es bien interesante, tanto para los chicos como para los adultos. Además pensamos poner varios simuladores, inclusive uno del alunizaje de los módulos Apolo, y piezas personales de los astronautas o cosas tradicionales de museos modernos para que los chicos aprendan, como juegos participativos de diferentes fenómenos que se dan en el espacio: fuerza centrífuga, centrípeta, tiro vertical, física... Queremos que le agarren el gustito a la ciencia y la tecnología a través de lo que ven en el museo.
-El material recolectado se ha mostrado en varios países, ¿verdad?
-Sí. A través de un amigo que hace exposiciones itinerantes por el mundo, y luego de mucho tiempo de tratar de convencerme de que haga una en la Argentina, le dije que sí. Todavía no la pudimos hacer por los costos de importación, pero presentamos piezas en Colombia, Costa Rica, Uruguay y recientemente en Estonia. Las muestras estaban orientadas hacia programas espaciales de EE.UU., Rusia, Europa o China, pero no tenían nada argentino.
-Esta idea se desarrollará bajo la órbita de la Asociación Argentina de Tecnología Espacial. ¿Han pedido ayuda al Estado o es exclusivamente una iniciativa privada?
-La AATE es una entidad civil, que desde 1989 tiene personería jurídica y con la que hicimos un montón de proyectos. La asociación va a tener la misión de administrar y dirigir el museo, porque yo por mi trabajo no me puedo mudar permanentemente. Mi esfuerzo será instalarlo y después quedan ellos para manejarlo. Efectivamente hemos pedido ayuda a diferentes gobiernos, pero todavía no tuvimos una respuesta concreta. Una de las ideas era tratar de conseguir un inmueble fiscal que estuviera en desuso. Por otro lado, estoy en comunicación con las autoridades de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), que nos han prometido maquetas y modelos de los distintos satélites que ellos lanzaron. En ese sentido sí fueron muy receptivos a nuestra propuesta.
-Teniendo en cuenta su experiencia de trabajo, más la participación de otros compatriotas como Ramón Alonso, César Sciammarella, Fernando Caldeiro o la historia espacial nacional, ¿es lejano pensar en un proyecto como el de la NASA en la Argentina?
-La Argentina tiene programa espacial, pero está enfocado a lo satélite-científico. La CONAE tiene proyectado ahora un lanzador espacial en el que estoy muy interesado, de repente no es lanzar astronautas, ir a la Luna o a Marte, pero el proyecto espacial argentino es muy importante, inclusive a nivel regional. De México para abajo somos el único país que tiene esa potencialidad. A pesar de los vaivenes políticos y económicos, nuestro país ha conseguido un posicionamiento líder en el desarrollo espacial. Sin duda somos la nación que tiene la mayor capacidad para el diseño, fabricación y testeo de satélites nacionales. Nos falta una pata que es lanzarlos y ponerlos en órbita, pero hubo un programa, el Tronador, del cual vamos a tener maquetas que se probaron. En el área del museo dedicada a nuestro país justamente vamos a tener un homenaje a todos los argentinos que trabajaron en el programa Apolo como los que comentás. De hecho tenemos una computadora de vuelo (funcional), que fue fabricada por el MIT, de la cual el ingeniero Alonso fue fundamental para su creación. En la visita a esa sala el personal a cargo explicará cómo funciona y la operará en tiempo real para que se den una idea de cómo esa tecnología llegó a la Luna y terminó revolucionando la vida de hoy.
-Por último, ¿pueden colaborar aficionados a la instalación del museo?
-Sí, hemos recibido un montón de mensajes en la página para ver en qué pueden colaborar. Desde gente de ciencia o de museos hasta algunos que nos decían, "mirá, yo sé pintar, sé hacer acrílicos o cualquier otra cosa", así que cualquiera es bienvenido. Es un proyecto de todos, que se me haya ocurrido a mí es un accidente porque la intención es que sea un Museo Argentino del Espacio para todo el que le interese la temática.