Historia de las "minas" del Tango (Segunda parte)

POR MARTINA IÑIGUEZ Y WALTER SANTORO

El machismo en el tango, hace que los autores, al hablar de la suerte de las mujeres, hagan abstracción de lo que el tiempo, por el sólo hecho de transcurrir destruye, y atribuyen todas las desgracias de una mujer a su propensión a pasarla bien, sobretodo si la pasa bien a costillas de los hombres.­

Para ser social e íntimamente aceptadas y eventualmente amadas; las mujeres debían ser más sumisas que mucamo japonés y agradecer a la suerte, la posibilidad de empilchar, viajar o simplemente morfar.­

Las minas del tango, sin embargo, tenían claro que les convenía más tratar de ser lindas que ser inteligentes porque los hombres andan mejor de la vista que del cerebro.­

No había nada que hacer, el tango seguía siendo machista y hay que tener cuidado con el machismo porque puede incitar a las minas a la Venganza. Hoy, cada vez más mujeres saben que las asisten determinados derechos. Son las que asumen la voz y mandan a más de uno a cantarle a Gardel.­

Venganza­

"¿No sabés que el machista es un boludo­

que provoca en las minas resistencia­

y es difícil medir la consecuencia­

de hacer cumplir las leyes del embudo?­

Tu chamuyo despótico y sesudo­

no contempla que crea una carencia­

al negarle a una naifa inteligencia­

si piensa, bajo el cuero cabelludo.­

Terminala con esa intransigencia­

porque tus argumentos son al ñudo­

y ya pudre vivir en la obsecuencia.­

Te bato con un tono más que crudo­

ya que estamos en tren de confidencia­

que además de machista, sos cornudo."­

Hoy, cada vez más mujeres saben que las asisten determinados derechos. Son las que asumen la voz y mandan a más de uno a cantarle a Gardel en pos de la conquista de la real independencia femenina y en contraposición con aquellas muchachas no emancipadas que salían a cantar las letras que les escribían los varones para hacer valer su condición de dueños:­

"Mi papito"­

"No andes con vueltas y fajala.­

la biaba es lo mejor.­

. palpitará la contundencia y te dira loca de amor:­

"Yo quisiera que me casques pa'quererte, mi papito, ¡por favor.!­

¡Por favor, andá a tocar el arpa, debía pensar la mina! ¡Martín, Fontaina y Soliño estaban del tomate!­

En "Muñeca brava", Cadícamo describe al punto que no puede tolerar el triunfo de la mina, le augura que será pasajero y la desvaloriza desde el vamos, con ese "Che madam", además de tildar de giles a todos los que la festejan.­

Y se conduele del triste destino de Madame Ivonne, la pebeta que "con su pinta brava de alegre griseta animó la fiesta de Les Quatre Arts" y a la que, según él, diez años después, "ya nada le queda, ni aquel argentino que entre tango y mate la alzó de París"­

A propósito de Madame Ivonne.­

"En principio está muy claro que la mina era francesa­

y yiraba su belleza cotizándola muy caro.­

Enganchó un bacán preclaro rondando el Barrio Latino.­

El punto era un argentino que a Buenos Aires la trajo,­

después, esgunfio del Bajo se rajó de su destino.­

Lo que sigue es un balurdo aún sin desentrañar­

que, por rima, por azar, tiene un desenlace burdo.­

No sé si burdo o absurdo y de ribetes extraños.­

Se piantan sin más diez años, la minusa ya es Madam,­

bebe triste su champán y todo se fue a los caños.­

Yo me pregunto: ¿por qué? si diez años no son nada,­

no puede estar acabada y escabiar champán frapé.­

Luce un empilche chipé porque ya no es más mistonga.­

Y la sigue con la conga que abrazara de pebeta,­

cuando tiró la chancleta y se dio a vivir de ronga.­

De ahí a que no queda nada hay como de aquí a París.­

¿Por qué no darle un mentís a una historia tan trillada?­

Pienso que fue una chingada y no me digan que miento.­

Porque la naifa del cuento fifa, escabia y tiene guita.­

¿Esa tristeza contrita, no será sólo un invento?"­

Aún no repuestas advertimos que la cosa se viene agravando con una milonga como para armar milonga precisamente cuando el punto, presa de un gordo entripado, no puede soportar lo bien que le va a la mina que lo amuró, amenaza con "Tortazos" a la señora Ramos Lavalle y le espeta:­

"que cuando lucís tu talle, con ese coso del brazo,­

no te rompo de un tortazo por no pegarte en la calle".­

No es muy diferente la realidad que nos muestra Celedonio Flores cuando apunta:­

"Cuando me entrés a fallar"­

"Te conocí cuando entraba a fallarme la carpeta.­

El hombre es como el caballo: cuando ha llegado a la meta­

afloja el tren de carrera y se hace manso y dulzón.­

Y entré a quererte por una ley del destino,­

sin darme cuenta que estaba ya viejo para querer...­

Viejo... Porque desconfio que me queres amurar.­

Te quiero como a mi madre, pero me sobra bravura­

pa' hacerte saltar pa' arriba cuando me entres a fallar".­

¡Menos mal que se había hecho manso y sobón el jovato! No estaba muy dispuesto al diálogo ni a dejarla vivir en paz lejos de él.­

En esa época en que los dictámenes eran: escuchar a los hombres, asentir, no polemizar nunca con ellos y ser más discretas que mucamo japonés como garantía para ser aceptada y eventualmente amada; las mujeres debían agradecer a la suerte, la posibilidad de empilchar, viajar o simplemente morfar.­

"Hambre" (Cadícamo, Cobián)­

"Andá a hacerle el cuento a otra, que conmigo has terminado.­

¿Qué te crees, que porque aguanto, estoy en liquidación?­

Voy a darte vacaciones por tiempo indeterminado,­

pa que otra vez no confundas gordura con hinchazón.­

Ya me tenes requete harta con tanto grupo en almibar."­

Nos gusta el grupo en almíbar, pero de postre.­

"¡Me has hecho bajar seis kilos de un solo saque, traidor!­

Vos me hacés ver la comida con catalejo'e marina,­

y después andas diciendo que estoy flaca por amor".­

En el primer tercio del siglo pasado hay infinidad de letras llenas de añoranza por la felicidad gozada al lado de una mujer, pero casi no hay letras que inciten al hombre a valorarla cuando la tiene. Se diría que la única forma de apuntalar al hombre era desvalorizar a su costilla.­

Curiosamente, las letras de tango, más que una pobre imagen femenina, daban una pobre imagen masculina. Al comenzar esta investigación, estaba convencida de que el tango siempre nos había tratado muy mal a las mujeres. Era un prejuicio, una equivocación.­

En 1928 el dramatismo se torna sarcasmo en la agudeza de Enrique Santos Discépolo cuando dice­

"Esta noche me emborracho"­

". la vi esta madrugada salir del cabaret., flaca, dos cuartos de cogote y una percha en el escote bajo la nuez.­

Que me tuvo de rodillas, sin moral, hecho un mendigo cuando se fue.­

¡Mire, si no es pa' suicidarse, que por ese cachivache, sea lo que soy".­

Aparece la compasión por la mina que se lanzó a la perdición. Como el hombre se autocuestiona, hasta se haría difícil dejar de reconocer cuántas culpas hubo en ella, si no fuera por la dureza con que el fulano le dice que parece un gallo desplumao el cachivache.­

Si la juzgaba con la misma dureza cuando la tenía con él, no es difícil imaginar por qué lo plantó.­

Nacen algunos tangos que incorporan a otros personajes femeninos y que despiertan también la compasión de los gaviones, pero por diferentes y contradictorias razones.­

De ahí resulta un personaje digno de lástima la que "Nunca tuvo novio"

"Pobre solterona...te has quedado sin ilusión, sin fe­

Nunca tuvo novio, pobrecita..."­

No hay destino de mina que les venga bien.­

Tampoco se salva la novia de "Padrino Pelao" de quien dicen:­

"¿Ha visto señora?, ¡qué poca vergüenza, vestirse de blanco después que ha pecao!",­

Ni la amasijada heroína de "Dicen que dicen", vecino, que era toda ternura la que murió, que fue el orgullo de un mozo taura de fondo bueno, como era yo"

Pero como era bueno demasiado en el fondo, no tuvo más remedio que retorcerle el cogote a la pobre paica, después de buscarla por cielo y tierra.­

Otro tema interesante es el que desarrolla Armando Taggini en "Mano cruel":­

"Eras la piba mimada de la calle Pepirí, la calle nunca olvidada donde yo te conocí".­

Es la historia del amor ideal, intocado, del que los mozos a menudo se alejaban porque antes de asumir algún compromiso "tenían que vivir". Ellas, que se murieran esperando nomás.­

Tema que se repite en Misa de once: "Entonces tú tenías dieciocho primaveras, yo veinte y el tesoro preciado de cantar".­

Y como él tenía que salir a "rodar por el mundo su afán de glorias y besos", al menos tuvo la generosidad de aceptar que la mina era una entendida y que al apagarse una vela, cachó otra vela encendida que andaba dando vueltas por ahí.­

En "Música de calesita" José Gonzalez castillo evoca: 

"Ayer he pasado por la calle aquella donde un día hicimos un nido de amor.­

Antes que en tu noche brillara otra estrella y brotaran alas en tu corazón..."­

Bellísima manera de reconocer y aceptar que ella conoció el amor después....­

El gavión empieza a darse cuenta de que el que fue a Sevilla perdió su silla.­

Claro que algunos varones también pintan otras realidades.­

"¡Victoria!­

¡Saraca, victoria!­

Pianté de la noria, se fue mi mujer­

Si me parace mentira después de seis años volver a vivir­

Volver a ver mis amigos, vivir con mama otra vez.­

Me da tristeza el panete, chicato inocente que se la llevó.­

¡Cuando desate el paquete y manye que se ensartó!"­

Y está "Cipriano" (Marvil, Vidal).­

"Asi con esta cara... yo soy Cipriano,­

el rey de la elegancia y del buen humor.­

A mi no me engañaron... creeme, hermano,­

yo fui al civil solito... y por amor.­

Y ella me lo decia: "Mira, querido,­

que tengo mi caracter... que soy asi...".­

No importa... solo quiero ser tu marido...­

¿Por qué no me hice humo cuando la vi?"­

En la cultura argentina, el prestigio e influencia ejercido por Francia fue notorio desde la época de la independencia.­

El tango triunfa en lugares frecuentados por la aristocracia parisina, amante de todo lo sofisticado y rebuscado, razón por la cual queda fuera de la órbita popular, y cuando es reflotado al Río de la Plata llega afrancesado, justificando aquella letra que nos dice:­

"Te cambiaron la pinta allá en Europa y en París te llamaron "le Tangó"­

Pero gracias a la danza indecente y maldita, bailada al amparo de la protección prostibularia, Europa va a tomar conciencia de la existencia de los países del Plata.­

El tiempo depara una evolución al cabaret y, junto con el cabaret, llegan de París nombres franceses que proliferarán en los tangos.­

Aparecen las "Manón", "Lulú", "Ivette", "Claudinette"

Después de tanta francesa, Troilo le pide una letra a Cátulo Castillo nada más que para que hubiera un tango llamado María, porque le sorprendía que existiendo uno llamado Claudinette, no hubiera uno con el más común de los nombres de mujer, el que a él más le agradaba: "María"­

"Eras como la calle de la melancolía,­

que llovía, llovía sobre mi corazón."­

También otros autores dieron romanticismo a sus letras con la ayuda de la lluvia que, en el tango, está íntimamente ligada a la añoranza y a la tristeza, tal vez porque las lágrimas se le parecen­

"Por la vuelta"­

"El mismo amor, la misma lluvia, el mismo loco, loco afán.­

Afuera es noche y llueve tanto, ven a mi lado me dijiste."­

"El último café"­

"Y entonces comprendí mi soledad sin para qué­

Llovía y te ofrecí el último café."­

"Garúa"­

Garúa, tristeza,­

"Hasta el cielo se ha puesto a llorar"­

Es cuestión de poner A mal tiempo buena cara­

"Fue la lluvia, parado en la ventana­

el punto alucinaba un abordaje,­

soñando que mordiera la manzana­

una exponente papa del minaje.­

Fichando desde enfrente, triste y sola,­

ansiaba ser la flor de su solapa,­

pero él, ni por error me daba bola,­

-yo no era ya pebeta ni era papa-.­

Estaba la ocasión allí, cercana,­

pensaba en los consejos de mi vieja...­

El cuore le arrimó tanta macana­

al tubo receptivo de mi oreja­

que salí a caminar...El aguacero­

deschavaba mis carnes paso a paso­

pegándome el empilche contra el cuero­

mojado, mientras yo...pitaba un faso.­

"¡Oiga moza, convide, se lo bate­

quien por fumarse un pucho está que arde!"­

-"¡Cómo no, siempre y cuando con un mate­

usté me enllene de calor la tarde!"­

Los últimos prejuicios: ¡A la lona!­

...Faso va, mate viene, trueno afuera,­

chamuyo...tras cartón me vio pintona­

y me hizo un lugarcito en su catrera.­

¡Una semana más duró el mal tiempo­

pero él ni se acordó de la ventana!­

Y embalado alternó su pasatiempo­

con yugo, choripán y damajuana...­

Tuvimos una nena y dos varones,­

de travesuras el bulín rebosa.­

¡Tenía razón mi vieja, los varones­

cuando llueve se morfan cualquier cosa!"­

Y habría que agregar ahora que, si bien la violencia contra la mujer sigue siendo ejercida en todos los estratos de la sociedad, ello ya no ocurre en el tango. El tanguero se convirtió en un hombre sensible y comprensivo, se diría que el tanguero evolucionó más que el hombre. Corriendo la mitad del siglo, las cosas empezaron a cambiar, los autores comienzaron a utilizar un lenguaje absolutamente poético al referirse al amor perdido. No hay reproches, simplemente una aceptación de la realidad, de las diferentes realidades.­

El siglo transcurría, el porteño seguía rindiendo culto a la amistad y mantenía su devoción por el tango y su preocupación por el levante de las minas, a pesar de que casi todos tenían claro que había dos clases de mujeres: las que no se casaban y las que se casaban siempre, aunque no fueran sensacionales, ni hermosas, ni nada.­

Es que en esa época no había maridos de segunda, cualquier marido era bueno porque la soltería significaba convertirse en una criada de la familia o hacerse monja.­

Hay que tener en cuenta que estas mujeres que hemos estado describiendo vivieron hace no mucho tiempo...Sin embargo, las modalidades de su existencia, sus tareas domésticas, las formas de sus ceremonias amatorias, su lenguaje, su indumentaria, sus diversiones parecieran ser remotas...­

En general los tipos buscaban para casarse una mujer bien reprimida, aunque no los entusiasmara demasiado. Total, para la mayoría de ellos, el matrimonio no significaba renunciar ni a las aventuras ni a la farra con los amigos.­

Cuando los cachaba la fiebre "Pasional" (Discépolo), reaccionaban más o menos así:­

"¿Quién sos, que no puedo salvarme,­

muñeca maldita, castigo de Dios?"­

Dice después:­

"He buscao un rincón pa' morir", añadiendo dramatismo cinematográfico sin dejar de declinar hacia ella la responsabilidad de sus propios desvíos.­

"Pero el arma se afloja en traición..."­

Evidentemente, el arma no estaba precisamente floja porque al final confiesa que si no se mata no es por los hijos sino porque quiere seguir con la loca que lo tiene embrujao.­

En "Rondando tu esquina", Cadícamo y Charlo nos cuentan de un tipo que tiene ganas de buscarla, borrar lo que pasó y perdonarla. ¡y perdonarla!­

Desde "Cuando me entrés a fallar" a ésto.­

¿Se dan cuenta qué cambio en el tratamiento del tema?­

Aquí se ve que ella era medio mariposona, pero eso es algo que ya casi no aflige a los hombres de hoy. Se emparejaron las hazañas­

Simplemente se pregunta sin cesar: "¿Qué me has dado vida mía?"­

Y con la aceptación de la realidad, surge la necesidad, por fin, ¡Por fin! de dialogar para rescatar lo que nos queda, de hacer­

"Nuestro balance" (Chico Novarro)­

"Sentémonos un rato en este bar­

a conversar serenamente.­

hablemos sin culparnos a los dos­

porque al final salvamos lo mejor."­

Taboada y Mores, en vez de preguntarse ¿Qué me has dado vida mía? se preguntan "Por qué la quise tanto":­

"Un coro de fantasmas que gritan en la sombra preguntan y preguntan.­

Preguntan por qué canto, preguntan por qué lloro,­

por qué no la maldigo, por qué la quise tanto..."­

Es que ya no se usa preguntar por qué, cuando la cosa no va más, no va más y chau.­

Así lo resumen Homero y Virgilio Expósito:­

"Chau, no va más"­

. simplemente, la vida seguirá".­

Si lo nuestro no fue ni ganar ni perder­

fue tan sólo la vida, no más".­

Así que seguimos tras de nuestras ilusiones, de nuestras quimeras, tratando de inventarnos cada día un motivo nuevo que nos impulse hacia adelante. Eso sí, gracias a la psicología, a la evolución de las costumbres, hombres y mujeres compartimos una misma convicción. ¡Todos estamos desorientados e insatisfechos!

Las mujeres hemos tomado la palabra y es más difícil que nunca hacernos callar. Mientras hablamos de nosotras mismas, hablamos de la naturaleza del feminismo, hablamos, hablamos y hablamos, los hombres escuchan contemplando las virtudes del suicidio. Nadie sabe qué camino hay que tomar para lograr el ansiado "encuentro", pero todos lo seguimos buscando empecinadamente.

 

Nota de los autores: agradecemos a Otilia Da Veiga y Oscar Himschoot por sus significativos aportes.