¿Cómo vencer al miedo?

 

POR SOLANA INI *

Muchos de los términos que hace tres meses se vienen  utilizando para hablar de la pandemia generan una sensación colectiva de angustia. Pero su análisis en detalle de la mano de profesionales argentinos de distintas disciplinas, permite encontrar una mirada esperanzadora. Aquí presentamos algunos ejemplos.

-Definición de pandemia. En el imaginario colectivo el término pareciera estar asociado a una enfermedad grave y al peligro de muerte. Pero no debería ser así. “En mayo de 2009, la definición de pandemia fue modificada por la OMS. En la nueva definición, se dejó de lado la variable mortalidad. Actualmente, una pandemia se refiere a una enfermedad producida por un agente infeccioso, que afecta simultáneamente a varios países en diferentes continentes”, explica el epidemiólogo Ramiro Salazar (MP 11700).

-Resultado positivo. Hoy, para confirmar un caso, “basta con que el test de PCR sea positivo, independientemente de la gravedad o existencia de sintomatología”, aclara la bioquímica microbióloga Mariana Salmerón (MP 1402). Salazar agrega que “de este modo se pasó la vigilancia epidemiológica de la fase clínica a pre-clínica, de lo patológico a lo pre-patológico y se puso bajo sospecha a la población sana, llamándoles enfermos asintomáticos y supuestos portadores. Se desjerarquizó a la clínica médica para definir el caso con un test y una noción de foco epidémico.” 

-Tendencias esperables. El aumento de casos no debería sorprender. “Es absolutamente esperable observar una tendencia de aumento de casos de infecciones por virus respiratorios y decesos en esta época del año. La población no debería alarmarse por eso.”, afirma el doctor Luis Mario Fernández Risso, médico geriatra (MP 6887).

-Colapso sanitario. ¿Se ha dado en todas las ciudades atacadas por el coronavirus un colapso sanitario? ¿O sucedió en regiones puntuales en donde se tomaron medidas de contención tardías?  Nuestro país cerró fronteras tempranamente, aisló a la población durante 80 días, controla focos de contagio (geriátricos, centros de salud, cárceles, barrios vulnerables) y evitó los contagios abruptos y masivos. ¿Por qué compararnos con ciudades que no han tomado las mismas medidas, que poseen características poblacionales diferentes y una cantidad también distinta de recursos sanitarios en relación a la población? 

“En Nueva York, las poblaciones más afectadas fueron las que poseían empleo informal, sin seguro de salud, habitando en viviendas hacinadas, con condiciones de trabajo insalubres y una nutrición a veces deficiente –señala María Alejandra Silva, doctora en Ciencias Sociales de la UBA-. Fue en barrios específicos donde hubo mayor concentración de casos. Estructuralmente, hay grupos humanos más susceptibles a enfermar.”

Tampoco la información disponible del exterior es precisa. “¿Hemos realizado un análisis exhaustivo como para confirmar qué conjunto de factores determinaron el colapso y en qué regiones específicamente ocurrió?”, inquiere la doctora Carola Caro (MN 95965).

-Curva acelerada. El bombardeo negativo del comienzo de la pandemia no mantuvo el mismo ritmo con las noticias positivas. “Un dato esperanzador es que en varios países del hemisferio norte, el virus tiende a disminuir”, observa la doctora Caro.

-Transmisión por asintomáticos. “Hasta la fecha no ha sido documentada científicamente la transmisión del virus por una persona sin síntomas –explica la bioquímica Salmerón-. Sin embargo esta hipótesis, es uno de los motivos en los que se fundamenta el aislamiento de la población sana." Por otro lado, la profesora Wendy Barclay, del departamento de Enfermedades Infecciosas del Imperial College de Londres, en el programa Newsnight de la BBC expresó: "Cuanto más virus haya dentro de mí, más probable será que lo transmita".

-Comunicación de noticias sensibles. Para no crear pánico, es fundamental no alarmar a la población. El pánico es una reacción estresante y contribuye a disminuir las defensas de nuestro sistema inmunológico”, advierte el doctor Fernández Risso. La doctora Caro coincide.  “Ante la expectativa negativa a la que la sociedad está expuesta en forma permanente, se genera una liberación de hormonas del estrés que son inmunosupresoras –acota-. La realidad es que todos estos datos están siendo mostrados diariamente por los medios, sin que el espectador posea la formación para su correcta interpretación”.

-Fortalecer la inmunidad colectiva. La doctora Graciela Varela, médica integrativa (MN 173974 – MP 5359) acentúa ese aspecto. “No tenemos que enfocarnos únicamente en el virus, sino que debemos promover el fortalecimiento del sistema inmune de la población –aconseja-. Esto implica tratar adecuadamente los problemas crónicos de salud, nutrirse bien, recibir suplementación vitamínica si fuera necesario, tener un buen descanso, realizar actividad física, trabajar y preservar la salud mental. Convivimos con altas cantidades de microorganismos permanentemente y esa comunidad que nos habita se denomina microbiota. Lejos de ser enemigos, los microorganismos ejercen múltiples funciones beneficiosas para nuestra salud. Tenemos la capacidad de defendernos de los patógenos gracias a la acción de nuestro sistema inmune y de la microbiota. Cuando el equilibrio en nuestro ecosistema interior se rompe, nos volvemos más susceptibles de enfermar.”

Sentir un miedo exagerado a los microorganismos puede resultar contraproducente: es preferible informarse bien acerca de cómo intensificar las medidas de cuidado. En este tiempo, comunicar responsablemente, sin caer en la difusión de cifras de modo repetitivo y descontextualizado, es el mayor desafío que enfrentan los medios de comunicación para preservar la estabilidad emocional de su audiencia.

* Licenciada en Psicología