Más niños obesos, posible secuela de la cuarentena

Peor alimentación, más horas de pantalla y menos actividad física son el cóctel propicio para agravar el problema de la obesidad infantil, que hasta el año pasado afectaba en el país al 20,4% de la población de entre 5 y 17 años. Estudios internacionales advierten sobre el impacto del aislamiento por la pandemia de coronavirus sobre el peso de los menores. Consejos de una experta argentina.

Mientras los niños permanecen en sus casas, tomando clases a distancia de manera virtual, con el objetivo de reducir la circulación del coronavirus, hay otro problema que parece agravarse. El del sobrepeso y la obesidad que hasta el año pasado afectaba al 41,1 por ciento de los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años, según los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, realizada por la Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación.

Los datos de aquel estudio indicaban que el 20,7% de los niños en esa franja etaria tiene sobrepeso y el 20,4 %, obesidad. Y, si bien en el país no se realizaron hasta el momento estudios para conocer el impacto que el aislamiento social preventivo obligatorio ha tenido sobre el peso de los niños, ya hay investigaciones internacionales que advierten sobre sus lamentables efectos.

Tal es el caso del trabajo realizado por la Universidad de Búfalo, en Estados Unidos, en el que alertaron que las medidas de aislamiento implementadas en diversos países del mundo debido al coronavirus han afectado negativamente la alimentación, el sueño y la actividad física entre los niños que padecen obesidad.

El estudio, publicado en la revista “Obesity”, incluyó a 41 niños con sobrepeso que estuvieron en confinamiento a lo largo de marzo y abril en Verona, Italia. En comparación con las conductas registradas un año antes, los niños comieron una comida adicional por día, durmieron media hora más por día, sumaron alrededor de cinco horas diarias frente a las pantallas del teléfono, computadora o televisor, y aumentaron de forma drástica el consumo de carne roja, bebidas azucaradas y alimentos “chatarra”.

En tanto, la actividad física disminuyó más de dos horas por semana, y la cantidad de vegetales consumidos no se modificó.

”La trágica pandemia de Covid-19 tiene efectos colaterales que van más allá de la infección viral directa”, advirtió el doctor Myles Faith, experto en obesidad infantil y coautor del estudio.

”Los niños y adolescentes que están luchando contra la obesidad son colocados en una posición desafortunada de aislamiento que parece crear un entorno desfavorable para mantener conductas de estilo de vida saludables”, subrayó.

”Reconocer estos efectos colaterales adversos de la cuarentena por la pandemia de Covid-19 es crítico para evitar que se deprecien los grandes esfuerzos por controlar el peso entre los jóvenes afligidos por la obesidad”, agregó Faith, profesor de psicología escolar y educacional de la Universidad de Búfalo.

Los autores del estudio explican que los niños y adolescentes suelen subir más de peso durante las vacaciones de verano que durante el año escolar, lo que llevó a los investigadores a preguntarse si estar confinados en sus casas podía tener un efecto similar sobre las conductas de estilo de vida de los niños.

”Los ambientes escolares proveen una estructura y rutinas en torno a los horarios de las comidas, la actividad física y el sueño, tres factores principales de estilo de vida  implicados en el riesgo de obesidad”, advirtió el catedrático estadounidense.

En el estudio se incluyeron 41 niños y adolescentes con obesidad que residen en Verona, Italia, y que están participando de otro estudio a largo plazo. Los datos sobre dieta, actividad física y sueño se recabaron durante tres semanas en que rigió la cuarentena obligatoria nacional en Italia y se comparó con los registros de esos mismos niños del año anterior.

El cuestionario se enfocó en la actividad física, el tiempo de pantallas, el sueño, los hábitos alimenticios y el consumo de carne roja, pastas, snacks, frutas y vegetales. Los resultados confirmaron el cambio negativo en la conducta, indicando que a los niños con obesidad les va peor en los programas de control de peso mientras están en casa que cuando asisten a la escuela.

DIFICIL DE REVERTIR

Asimismo, Faith subrayó que, dependiendo de la duración de la cuarentena, el exceso de peso ganado puede no ser fácilmente reversible y puede contribuir a la obesidad durante la adultez si no se reestablecen conductas más saludables. “Esto se debe a que la obesidad infantil y durante la adolescencia tienden a predecir el estatus de peso en la adultez”, aclaró.

Por eso, los autores instaron a los gobiernos y funcionarios a cargo de las políticas sanitarias a considerar los efectos potencialmente dañinos de las cuarentenas sobre los jóvenes con obesidad al tomar decisiones sobre cómo y cuándo liberar las restricciones.

”También existe la necesidad de establecer y evaluar programas de telemedicina que impulsen a las familias a mantener elecciones de estilo de vida saludables durante la cuarentena”, finalizó.

PREOCUPANTE PRONOSTICO

Otra advertencia en el mismo sentido la hicieron investigadores de la Universidad de Washington, en Misuri, al vaticinar que la tasa de obesidad infantil en Estados Unidos podría aumentar un 2,4 % si el cierre de escuelas continúa hasta diciembre a causa de la pandemia.

Mediante un modelo de “microsimulación”, Ruopeng An, de la Escuela Brown de ese centro de estudios y autor de la investigación, proyectó el cambio en el índice de masa corporal de los niños y la obesidad infantil bajo distintos escenarios posibles inducidos por el coronavirus.

El estudio simuló diferentes contextos con respecto a la duración del cierre de escuelas, el cambio en las normas sociales y su posible impacto en el nivel de actividad física diaria de los niños.

"El modelo predice que incluso solo un cierre escolar de dos meses podría dar como resultado un aumento en la tasa de obesidad infantil de un 0,64 %", subrayó An.

Sin embargo, “si los cierres de escuelas continúan hasta fines de 2020, como consecuencia de las medidas para controlar la transmisión del Covid-19, la tasa de obesidad infantil podría crecer un 2,4 %", enfatizó el autor.

"En tal caso, para marzo de 2021 se desarrollarán (en Estados Unidos) alrededor de 1,27 millones de nuevos casos de obesidad infantil bajo la pandemia de Covid-19", precisó An.

"Al cerrar las escuelas en todo el país, los niños han perdido la oportunidad de participar en clases de educación física y otras actividades físicas en la escuela, como el recreo y los programas deportivos después de la escuela", añadió el investigador, quien además mostró preocupación al señalar que “no está claro en qué escala las escuelas volverían a abrir después de las vacaciones de verano, ya que tales decisiones dependen de cómo evolucione la pandemia de Covid-19 en los próximos meses".

Un tercer equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman, de la Universidad de Columbia, también aseguró en un artículo publicado en la revista “Obesity” que el cierre de escuelas debido a la pandemia exacerbará la epidemia de obesidad infantil en Estados Unidos.

El doctor Andrew Rundle, profesor asociado de Epidemiología en ese centro educativo y sus colegas adelantaron que el cierre de escuelas duplicará el tiempo fuera de la escuela este año para muchos niños estadounidenses y exacerbará los factores de riesgo para el aumento de peso asociado con las vacaciones de verano.

Los investigadores hicieron hincapié en que los datos muestran que los niños experimentan un aumento de peso poco saludable principalmente durante los meses de verano, cuando están fuera de la escuela, en especial, aquellos que ya tienen sobrepeso.

“El peso ganado durante los meses de verano se mantiene durante el año escolar y se acumula de verano a verano. Cuando un niño experimenta obesidad, incluso a una edad temprana, está en riesgo de tener mayor peso y poco saludable, hasta la mediana edad”, puntualizó Rundle.

Los autores resaltaron que, a medida que los hogares se abastecen de alimentos no perecederos, parecen estar comprando alimentos “reconfortantes, ultraprocesados y ricos en calorías”.

En lo que respecta a la actividad física, el equipo de investigadores indicó que el distanciamiento social y las órdenes de quedarse en casa reducen las oportunidades de ejercicio, particularmente para los niños en áreas urbanas, que viven en pequeños departamentos.

”Se espera que las actividades sedentarias y el tiempo frente a la pantalla se expandan bajo  las medidas de aislamiento social”, enfatizaron, para luego agregar que los datos disponibles muestran que el uso de videojuegos online se disparó.

Como contrapartida, sugirieron que “a medida que las escuelas desarrollan su capacidad de enseñanza remota, deben hacer de la educación física una prioridad, con planes de clases en el hogar de actividad física o clases de ejercicio físico online”.

”La pandemia de Covid-19 es responsable de enfermedades y muertes generalizadas, forzando los sistemas de salud, cerrando economías y cerrando distritos escolares”, evaluó Rundle, quien para finalizar reiteró que “si bien es una prioridad mitigar su impacto inmediato, es importante considerar formas de prevenir sus efectos a largo plazo, incluidos los nuevos riesgos de obesidad infantil”.

A LARGO PLAZO

“Sin lugar a duda que la cuarentena va a provocar efectos que no veremos ahora sino a mediano y largo plazo”, coincidió en una entrevista con La Prensa la doctora Lidia Caracotche, médica diabetóloga y especialista en  Nutrición Infantil de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

“Esto no le será gratuito, ni emocionalmente ni desde el punto metabólico, a los chicos”, agregó la profesional, quien explicó que para aquellos niños que ya tenían sobrepeso o un patrón genético para desarrollar obesidad, el tener falta de actividad física, pasar más horas utilizando videojuegos y aumentar el consumo de alimentos industrializados, configuran un factor ambiental que es contribuyente en forma directa para que se genere obesidad.

La especialista en nutrición también mencionó la influencia del “estrés emocional”, provocado por el contexto de la cuarentena, “que hace que coman por aburrimiento”. Y se refirió al déficit de vitamina D, que ocurre por la falta de exposición solar, como otro condicionante que contribuiría al desarrollo de obesidad y a mecanismos perpetuadores.

”La alteración de los horarios también influye y lleva a que coman más colaciones, sobre todo azucaradas, durante la noche”, completó.

COMO PREVENIR

En cuanto a las recomendaciones a tener en cuenta para prevenir estos posibles efectos colaterales del aislamiento, Caracotche consideró que lo fundamental es cumplir una rutina de actividad física diaria. “Aunque sea una vez en el día, una hora, en horario diurno, que la pueden hacer inclusive viviendo en un departamento pequeño”, enfatizó la especialista, al tiempo que enumeró una serie de consejos:

* Hay muchos videos de Youtube a los que se puede acceder y mucha información con rutinas de actividad física para que hagan los niños. Es importante que no se aburran, hay que incluir juegos y que los ejercicios incluyan un mínimo desplazamiento.

* Tratar de aprovechar que muchos padres están más tiempo en casa para preparar alimentos un poco más saludables, preparaciones con más cantidad de vegetales (como soufflés y budines de vegetales), implementar una dieta más equilibrada, reducir el consumo de los alimentos con azúcares y procesados, la pastelería.

* Sugiero que, tras sus actividades escolares online, los niños hagan una hora de actividad física y que los padres hagan un acompañamiento de los chicos: es fundamental que sean un buen modelo a seguir, por ejemplo, haciendo actividad física con el niño.

* Evitar la compra de snacks y bebidas azucaradas.  

* Se pueden hacer snacks más saludables con vegetales (por ejemplo, rebozados o hacer pencas de acelga o cabezas de brócoli con alguna salsa de quesos tipo fondue.

* Mantener la rutina de las cuatro comidas, más dos colaciones, para evitar el picoteo permanente.

* Que las colaciones sean principalmente frutas o darles un puñadito de frutos secos.