Mirador político

Palabrerío vindicativo

El oficialismo intenta instalar en el Congreso un falso debate sobre la deuda externa, pero el debut no fue el que esperaba. Ocurrió la semana última en la comisión bicameral de la deuda externa, convocada para iniciar una investigación sobre el gobierno de Macri. En rigor, se trataba menos de una investigación que de una operación para acusar a Mauricio Macri de haber endeudado irresponsablemente al país para que sus amigos se apoderaran de los dólares y los “fugaran”.

La maniobra tuvo mal comienzo por falta de imaginación (el peronista Vicente Saadi ya la había usado sin éxito en los años 80) y problemas de instrumentación. El vocero “K”, el senador José Mayans, se topó con un profesional de la economía, el diputado Luciano Laspina, que hizo un breve inventario de fracasos económicos de Cristina Kirchner, lo que derivó en gritos y un intento de quitarle la palabra. La puesta en escena habitual. Lo que no hubo fue algún avance en el esclarecimiento de la cuestión, porque la política sirvió una vez más para ocultar las causas y consecuencias del desastre del endeudamiento improductivo.

Lo que el palabrerío vindicativo ocultó es que la deuda es un problema estructural ligado a otro problema estructural: el déficit. Sin el segundo, no existiría el primero. El estado gasta más de lo que recauda y para cubrir la brecha emite, generando una inflación crónica que ya dura tanto como el peronismo y es récord mundial. Y como con la emisión no alcanza, además, se endeuda.

Los Kirchner recibieron en 2003 superávit gemelos y en poco tiempo los incendiaron. Por eso en 2015 Cristina Kirchner devolvió el poder con 5% de déficit, en default y con reservas mínimas. Macri usó el crédito recuperado para pagar deuda y seguir con el déficit, que sólo redujo cuando los acreedores cambiaron sus bonos por dólares y huyeron en masa. Entonces tuvo que recurrir al FMI, que lo obligó a hacer el ajuste, paso previo a perder las elecciones.

Durante el gobierno de CFK la salida de capitales o “fuga” tampoco se detuvo. Se estima que hoy la deuda es de US$ 290 mil millones, mientras que los capitales “fugados” (activos externos) son US$ 400 mil millones. La deuda es del Estado y los capitales, privados. El resultado es la falta de inversión productiva en el país y el ingreso periódico de capitales financieros que se dilapidan en la fiesta del gasto público.

Los capitales nativos “fugan” por varias razones, pero centralmente por la inconducta fiscal, la inseguridad legal y las políticas demagógicas. A esto hay que agregar la corrupción delirante que se instaló en los 90 y llegó a cumbres desconocidas durante la década “ganada”.

El resultado de la descapitalización es una pobreza que sube sin parar. El COVID 19 vino a agravar una situación que se deslizaba barranca abajo desde 2011. Se estima que cuando termine la cuarentena el ingreso per cápita en la Argentina será similar al de los 70. Esta verdadera tragedia social y economía debería debatir el Congreso en lugar de montar espectáculos carentes de seriedad y deprimentes para las instituciones.