Buena Data en La Prensa

Reflexiones sobre el encierro

Artículo 14 de la Constitución Nacional: “ Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su ejercicio; a saber: de trabajar y ejercer toda industria lícita; de navegar y comerciar; de peticionar a las autoridades; de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio argentino; de publicar sus ideas por la prensa sin censura previa; de usar y disponer de su propiedad; de asociarse con fines útiles; de profesar libremente su culto; de enseñar y aprender”.

De repente un decreto nos privó en gran medida del ejercicio de nuestra libertad.

Han transcurrido más de sesenta días de encierro. Si nos seguimos portando bien, tendremos acceso a algunos comercios, aunque con restricciones.

Parece que cuando el miedo se apodera de la mayoría, muchos aceptan perder el ejercicio de varios derechos. Miedo a enfermarse y miedo a la acción punitiva del Estado son los causantes de semejante aceptación.

El ejército de piqueteros y de reclamos de distinta índole que cortaban casi todos los días las calles de Buenos Aires, impidiendo la libre circulación a su sufrida y resignada población, están casi desaparecidos . ¿Qué hubieran hecho si fueran otros los habitantes de la Casa Rosada? No se sabe, pero es probable que hubieran tomado otra actitud.

Hay personas que se adaptan y se resignan más fácilmente a vivir sin libertad. Hay otras que no lo toleran y se sienten muy mal. Esto afecta su estado anímico y puede provocarles daños a su salud mental y física.

¿Nueva anormalidad?

Es posible que la vida no vuelva a ser igual después del COVID-19. La “nueva normalidad” aludida por el presidente de México Andrés Manuel López Obrador y repetida por diferentes líderes mundiales, nos lleva a reflexionar sobre este concepto. Habitualmente entendemos por normal aquello que se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano. Hasta aquí hay acuerdos, siempre que no ahondemos en cómo o quien fija dichas normas.

A partir de la respuesta que demos a esta pregunta, el concepto de normal entra en un terreno sinuoso. ¿Es normal lo que se ajusta al criterio de la mayoría o es normal lo que se ajusta a la naturaleza de las cosas?

En el primer caso la frecuencia con que acontece determinada conducta o hecho es determinante para que algo sea ubicado dentro de la normalidad: “Todos actúan de tal modo, todos lo dicen, por lo tanto es normal”. En el segundo caso la naturaleza del objeto o del sujeto lo determina: lo normal es el mayor despliegue posible de su ser.

A poco de profundizar, el criterio estadístico de lo mayoritario, suele quedar corto. ¿es “normal” para la muela tener caries, aunque sea lo más frecuente? ¿o lo normal sería una muela que se desarrolle sana?

Volviendo a nuestro concepto de “nueva normalidad”. Es posible que la postpandemia, nos encuentre acostumbrados a evitar los contactos físicos o a ser controlados por un estado paternalista que verifique y autorice cada uno de nuestros movimientos. Pero eso no es “nueva normalidad” por más que así se nos la quiera vender. El hombre es social por naturaleza y ansía la libertad de acción y pensamiento. Así es, por más que pueda tornarse cada vez más infrecuente.

Lavado de cerebro

Se denomina “lavado de cerebro” a la técnica de tortura psicológica empleada por primera vez por China comunista en la guerra de Corea. Se basa en el aislamiento y la intimación para conseguir vencer la resistencia del sujeto y la consiguiente imposición de nuevas ideas.

Han pasado ya dos meses de aislamiento compulsivo. Seguramente hemos pasado por distintos estados de ánimo en este tiempo. Al principio quizás veíamos las cosas de una manera y con el correr del tiempo surgieron otras visiones. Sería bueno reflexionar si hemos cambiado de parecer desde el inicio de la cuarentena a ahora. ¿Qué vemos distinto ahora y por qué? ¿Nos estarán “formateando” la mente y no nos damos cuenta?

El régimen comunista chino ha implementado cámaras de reconocimiento facial, y calificaciones a la conducta utilizando big data. Todo influye para tener un buen “crédito social”: la situación financiera, los hábitos de consumo, la carrera profesional, el comportamiento en las redes sociales o las críticas al gobierno. Un mal puntaje quita derechos y es expuesto en listas negras.

Mientras tanto, los gobiernos del mundo impusieron el aislamiento obligatorio con el motivo manifiesto de cuidar a la población y evitar que colapse el sistema de salud. Parece que de repente la humanidad descubrió que es mortal y que la vida un día se termina.

Vivir implica riesgos. Manejar cualquier vehículo implica la posibilidad de sufrir un accidente o provocárselo a otro y no por eso la gente deja de movilizarse en su auto o en un medio de transporte público.

¡Qué no nos domine el miedo!. ¡No renunciemos a la normalidad!

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