Sembrar esperanzas

Días atrás les explicaba sobre las nuevas evidencias que han surgido a medida que se cambian los conocimientos de fisiopatología sobre el coronavirus. No deben sorprendernos estos cambios. Después de todo, nos tomó 4.000 años descubrir el tratamiento para la tuberculosis, mientras que el Sida en menos de 20 años pasó de ser una enfermedad mortal a una afección crónica. 

En tres meses ha sido mucho lo que se descubrió aunque falte aún una vacuna y ésta tarde en distribuirse. Obviamente, hay una enorme expectativa, la tercera parte de la humanidad está encerrada en sus casas contemplando los acontecimientos, con la esperanza (muy propia de la generación de los Baby boomers), que la ciencia vendrá a nuestro rescate. 

Se espera una vacuna siguiendo los postulados de Jenner, Pasteur, Salk, para nombrar a algunos de nuestros predecesores que debieron lidiar con pandemias. Jenner estuvo 28 años estudiando cómo era la evolución de aquellos que padecían viruela vacuna (cowpox) y cómo se hacían inmunes a la viruela humana. Las evidencias estaban frente a sus ojos, pero le llevó todo ese tiempo percatarse de que la solución estaba a su alcance. 

¿Alguna vez miraron el mapa del mundo y la incidencia  de la infección por Covid-19 en  los distintos continentes? Curiosamente, verán que Africa es el menos afectado (la única excepción es Sudáfrica) ¿Por qué será?  Es dable pensar que podía haber algún tipo de resistencia racial al Covid-19. Pero no, cuando llegó a Estados Unidos, la población más afectada resultó ser de gente de color. 

¿Será porque en Africa han tenido menos contacto con los chinos? Gran parte del ex-Congo Belga fue adquirido por los chinos que explotaron millones de hectáreas. Uno tendería a pensar que por las condiciones de pobreza, las muertes en Africa deberían ser semejantes a las que se vieron en España e Italia, además que allá tienen un alto porcentaje del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) entre su población. Y, sin embargo, no es así.

Hay dos enfermedades que son endémicas en Africa (bueno, son muchas más, pero éstas son las relacionadas) paludismo y parasitosis. Gran parte de la población ya está medicada con hidroxicloroquina por la malaria y, desde 2008, 60 millones de africanos toman una dosis anual de ivermectina que aumentó a 90 millones en 2010. La propuesta es que tomen esta única dosis anual durante doce años. Con esta medicación la OMS planea en este tiempo erradicar la oncocercosis o "ceguera de los ríos".

A lo largo de 30 años este medicamento se usó en humanos (además de ser común en medicina veterinaria) y gracias a este producto, se ha disminuido en Africa la incidencia de la filariasis, miasis, larva migrans, pediculosis (es muy bien tolerada en chicos de 10 años para arriba), escabiosis, leishmaniasis y otros parásitos, con muy buenos resultados (las reinfecciones son por problemas higiénicos) y excelentes resultados más allá de algún rush cutáneo e intolerancia digestiva.

Pero además de ser antiparasitario, se descubrió que la ivermectina es un viricida que actúa inhibiendo la entrada del virus a la célula e inhibiendo el DENV N55, molécula que limita su capacidad de infección (Yang - Atkinson antiviral research, marzo 2020 2:10476). Estos autores han demostrado que la droga inhibe al IMP a/b1, la proteína responsable de la penetración del virus al núcleo celular, además de inhibir al N55 - IMP a que interactúe entre el virus y la célula huésped.  La ivermectina en dosis habituales destruye In Vitro al COVID-19 en 24 horas. 

EN HUMANOS Y OVEJAS

Esta droga aprobada por la FDA, de muy buena tolerancia con larga experiencia en humanos, cuyos metabolitos se excretan durante dos semanas y con una vida media mayor a 20 horas en sangre, es usada por millones de personas (y ¡ovejas!) desde hace 30 años. No sólo tendría efecto terapéutico sino que podríamos estar frente a un medicamento de escaso costo con capacidad profiláctica. 

¿No amerita un estudio entre trabajadores de la salud, aquellos de mayor exposición al COVID-19? Armar un estudio doble ciego (es decir, donde solo el investigador sabe quiénes reciben esta droga o un placebo) nos permitiría en poco tiempo tener idea de su efectividad para poder extender su uso.
La gente está aterrorizada porque creen que no existe tratamiento y que su futuro es ominoso en caso de infectarse. Eso no es así. Existen drogas, que podrán ser más o menos efectivas y existe suero de convaleciente. La pandemia se ha convertido en un monotema con connotaciones  apocalípticas  cuando en realidad deben saber que antes o después,  todos estaremos infectados y muchos (debería decir muchísimos, la enorme mayoría ) con poca sintomatología pero unos pocos requerirán medicación (si es un tema hematológico ¿tendríamos que usar  quelantes para desplazar  al hierro que se deposita en los pulmones ?), suero de convaleciente, oxígeno, corticoides en altas dosis , uso de anticoagulantes (para inhibir la coagulación intravascular diseminada que es  una trombosis generalizada ,en última instancia la responsable de la muerte). 

Quizás con la ivermectina tengamos en nuestras manos una parte de la solución del problema o al menos de aligerarlo, obviamente sin dejar de lado las prevenciones higiénicas indicadas para evitar su propagación.

Debido al éxito en la disminución de la incidencia de parasitosis por parte de la ivermectina, la fundación Bill Gates (el mismo que anticipó esta pandemia) declaró a esta droga ¨como el triunfo de la humanidad sobre la adversidad¨... ¿quizás estemos a las puertas de escribir otro capítulo triunfal? Ojalá así sea ...