Tributo a una bailarina pionera

Con más de 60 años sobre los escenarios, Gloria Arquimbau fue una eminencia del tango danza.

Por Luis Pereyra *
Especial para La Prensa

La noticia entra a mi hogar como trompada al mentón, de sorpresa. Busco en los portales de los diarios, en los programas de espectáculos en televisión. Busco en la radio, y nada. Mi razón no alcanza a comprender, entonces me pregunto: ¿por qué? Inmediatamente me contesto, 'claro, es Argentina'. No, no. 'Claro, son los argentinos que hacen la Argentina'. Quiero saber cómo fue y nada encuentro más que ese golpe al mentón.

Nada importa haber salido en el New York Times, en Le Monde, en la NHK Japonesa, ser figura en Broadway, ser la primera en llevar su arte a tierra nipona, maravillar en la televisión norteamericana con Ed Sullivan. Podría seguir un año nombrando todo. Diarios, televisión, radios del mundo entero. No importa siquiera haber sido estrella en la década del '60 en la tevé argentina. Aquí pareciera no tener valor lo que uno haya hecho por su Patria en el mundo.

"No me nombren que es pecado'', decía Atahualpa Yupanqui, pero este no es el caso. Esto es injusticia pura, porque en todo caso Yupanqui siempre bailaba con la más fea en cuestiones artísticas y políticas, sabía dónde se metía. Pero en este caso se trata de un acto injusto. También decía Yupanqui "ninguna tumba guardará su canto'', una frase que esta vez podría traducirse en "ninguna tumba guardara su baile''. Sólo quedará grabado en los cuerpos de sus seguidores. Su estilo, su forma, su luz.

Murió Gloria Arquimbau y es un dolor enorme. La conocí a finales de 1986 cuando visité su casa porque Eduardo, su compañero y marido, me iba a mostrar unos videos de la revista musical 'Tango Argentino', de Héctor Orezzoli y Claudio Segovia. Ambos directores iban seguido a vernos a Caño 14 (yo bailaba con Gloria Barrios) para evaluar si encuadrábamos en su exitoso espectáculo (una de las parejas había quedado embarazada y no viajaría a la gira post Broadway).

Primer encuentro

Segovia y Orezzoli nos ofrecen entonces audicionar para 'Tango Argentino', tendríamos que bailar el estilo de la pareja que tomaría licencia. Fue en ese momento que Eduardo Arquimbau se apareció por Casa Rosada, sitio emblemático de San Telmo, donde también bailábamos, y le comenté sobre esta oportunidad. Nos ayudó de inmediato. Esa misma noche nos invitó a su casa de la avenida Boedo para ver el espectáculo y aprender el estilo.

Cuando llegamos de madrugada a la casa abrió la puerta Gloria. Era un sol de persona, no parecía una estrella, como se la mencionaba en los diarios que entonces cubrían el suceso de 'Tango Argentino'. Nos abrazó y fue muy amable, tratando de infundirnos seguridad en el desafío que enfrentábamos. Finalmente, no se dio en ese momento 'Tango Argentino' para mí sino más o menos un año después. Fue entonces cuando pude ver en primera persona el éxito de Gloria y Eduardo en cada función de esas casi sesenta ciudades de Estados Unidos que recorrimos.

Era otra mujer la que estaba en escena, ya no la que uno veía en el micro, en los vuelos o en el supermercado. Siempre perfil bajo, siempre sonriente, siempre cuidando a sus dos hijos en las giras, siempre dando aliento y consejos a los que como yo éramos muy nuevitos en el arte de bailar en semejante espectáculo.

Nunca se la escuchó gritar, discutir o tener un ego desmedido. Jamás le hizo sentir a nadie su categoría. Ella, junto a Eduardo, fueron la pareja más exitosa de 'Tango Argentino', mal que les pese a todos. Su 'Milongueando en el '40' y su solo de 'Taquito militar' fueron lo más maravilloso en danza que tuvo 'Tango Argentino'. El público se venía abajo en gritos y aplausos, y en el saludo final (éramos 33 artistas en escena, músicos, cantantes, bailarines) ellos se llevaban la gloria del éxito cada función. No erraban una sola.

Verdadera maestra

Gloria tenía una gracia única. Mirándola por bambalinas aprendí que debajo del escenario estaba la humildad y arriba estaba la figura. Ella me enseño eso. Me enseñó también a ser honesto en mi vida de artista, no porque me hablara o aconsejara, sino porque ella era así. Tuve la suerte de trabajar siempre a su lado, 'Tango Argentino' también en 1990 y 1994, 'Forever Tango', en el ballet de Gloria y Eduardo en Canal 9. Me dieron un lugar de privilegio en ese ballet porque yo ya tenía mi pareja de baile solista, y pasó algo que marca lo que era Gloria como artista y persona. En 1994, Luis Bravo, director de 'Forever Tango' (yo para ese entonces, tanto en 'Tango Argentino' como en 'Forever Tango' bailaba con Norma Beatriz Acosta) me da el lugar de coreógrafo de algunos cuadros del espectáculo. Antes esos cuadros eran de Gloria y Eduardo. Pensé 'Bravo se volvió loco', pero acepté solo porque tendría la oportunidad de coreografiar, justamente, a Gloria y Eduardo. Tenía temor de que se enojaran, pero no pregunté nada. Fui al primer ensayo con las cinco parejas de ese momento y Bravo dice 'Pereyra se hará cargo de este y de aquel cuadro, y Gloria y Eduardo de lo demás. Yo estaba pálido, al punto de irme. Pero en ese instante escucho la voz de Gloria que dice 'Luisito (así me llamó siempre), comenzá a montar cuando quieras'.

Esa era Gloria, nunca le cortó el camino a nadie. Ese es Eduardo, jamás le cortó el camino a nadie. ¿Saben por qué? Porque estaban seguros de lo suyo.

Tiempo después nos perdimos. Solo una vez los crucé en el aeropuerto de San Pablo. Yo venía con Nicole Nau desde Europa y ellos desde Estados Unidos. Hablamos un rato y Gloria abrazó fuerte a Nicole; esa era su forma de bendecir. La vi por última vez el año pasado, en un homenaje a Claudio Segovia. Siempre igual, siempre preguntando cómo iba el trabajo, la familia, la vida. La abracé y ya nunca más la volví a ver.

Materia de estudio

Cuando se habla de personajes importantes de la cultura popular argentina, en la danza, habría que estudiar a Gloria. Primero se han de estudiar los cimientos del baile popular y luego el techo. Aunque el techo se cayó varias veces en la cultura de la danza popular, y los nuevos (y algunos viejos también) han tratado de hacer un techo nuevo olvidando cimientos, columnas, paredes. El resultado es que ese techo se cae una y otra vez.

Gloria nunca desafinó en escena. Una bailarina con un oído grande y una interpretación fantástica. Te hacía reír o sufrir cuando la veías, porque se creía lo que estaba haciendo. Si alguna bailarina de arte popular quiere aprender a tener un mejor oído musical debe ver los videos de Gloria y Eduardo, y detenerse en Gloria, en cómo baila hasta las síncopas más difíciles que tiene el tango.

El tango está lleno de frases y contrafrases, de síncopas regulares y de contra síncopas. Y Gloria Arquimbau las bailó todas. El día que se vea en profundidad a esta pareja y se la estudie, muchos falsos caerán a pedazos. Y sabrán que bailar folclore popular argentino y danzas españolas es tan necesario para el bailarín profesional como el agua para el sediento. Gloria bailó todo eso antes que el tango. Y se fue en silencio, como se van las personas honesta, humildes, sencillas. Una pena enorme.

* Director, coreógrafo y bailarín de tango y folclore.