Mirador político

El episodio Rocca­

A las puertas del 2 de abril es oportuno recordar que las malvinizaciones pueden tener un éxito transitorio, pero rara vez terminan bien. El intento del gobierno de capitalizar políticamente la irrupción del coronavirus está derivando en conflictos evitables y riesgosos.­

La idea de usar la crisis para fortalecer el liderazgo presidencial resultó una tentación irresistible. Fernández se encuentra en medio de un pantano económico y sabe que el default con sus nefastas consecuencias está a la vuelta de la esquina.­

Pero una estrategia política no debe incluir agravios a los empresarios calificándolos de "miserables", ni amenazas a los que no acatan la cuarentena del tipo "lo que no entra por la razón va a entrar por la fuerza". Los exabruptos lejos de resolver los problemas, los agravan. Pero más lo hace el aventurerismo. Después de un estruendoso fracaso económico el último régimen militar creyó que la fuga hacia adelante era la mejor estrategia. Un error fatal

La relación de las empresas constructoras de obra pública con los políticos en general y con el gobierno kirchnerista en particular siempre levantaron sospechas, pero quedaron expuestas sin coartada posible en la causa por coimas conocida como de "los cuadernos". Un ejecutivo de Rocca anduvo bordeando la prisión hasta quedar desvinculado del escándalo por la Justicia.­

Hoy Rocca ha sido elegido como el archienemigo perfecto por el nuevo superhéroe protector del pueblo que vigila desde las alturas en helicóptero. Disparó el conflicto el hecho de que despidiera trabajadores porque tiene obras paradas por decisión del gobierno. Los despidos pusieron en evidencia la inviabilidad de un confinamiento de la población aun en un corto plazo.­

El actual, sin embargo, no es el primer encontronazo que tiene el empresario con el kirchnerismo. En 2012 hizo en privado declaraciones críticas a la política económica de Cristina Kirchner. Sus palabras trascendieron y un indignado Axel Kicillof sostuvo que el gobierno debería "fundirlo", pero que no lo iba a hacer. La magnánima concesión terminó con Kicillof, entonces segundo de Boudou, integrando el directorio de Siderar en representación del Estado y diciéndole a Rocca cómo repartir dividendos.­

La llamada patria contratista y los "capitalistas prebendarios" siempre han sido acusados de privatizar las ganancias y estatizar las pérdidas. Hoy se les exige que se hagan cargo de las pérdidas generadas por los políticos. Pero esa exigencia no se limita a los "prebendarios". Numerosos empresarios medianos y pequeños que no son socios de los políticos tienen que pagar sueldos, impuestos, créditos y tarifas sin ingresos por la clausura compulsiva de sus actividades. Las primeras voces de las cámaras del turismo, la gastronomía y el comercio se están haciendo oír al respecto.­

También gobernadores e intendentes ven caer la recaudación en sus jurisdicciones y reclaman fondos al gobierno y la emisión de cuasimonedas. El problema no es Rocca, ni la plutocracia, ni los empresarios, sino una estrategia política económicamente insostenible que debe ser corregida. La burocracia estatal no puede reemplazar a la actividad privada y si la asfixia, sucumbirá con ella.­