Se quedó sin director invitado y abrió la temporada con programa de emergencia

Con cambios, la Sinfónica Nacional

 

 

 

Orquesta Sinfónica Nacional. Concierto de apertura. Programa: "Danzas polovtsianas" de "El príncipe Igor", de Alexander Borodin; "Una noche en el Monte Calvo", de Modest Mussorgsky, y Sinfonía Nº 9 en Mi menor, op.95, "Del Nuevo Mundo", de Antonin Dvorak. Director: Gustavo Fontana. El miércoles 11 en el Auditorio Nacional del CCK.


Inconvenientes involucrados (y derivantes) de la situación que se vive internacionalmente por el coronavirus también influyeron en la organización del concierto de apertura de la Orquesta Sinfónica Nacional, debido a que su director elegido, Mariano Chiacchiarini, llegado de Alemania muy próximo a la fecha, debió atenerse a la situación de cuarentena obligatoria establecida, lo que obligó al cambio de director y, tras ello, de todo el programa previsto.

Es por eso que la sesión estuvo a cargo del maestro Gustavo Fontana, por varios años director de la Orquesta de Mendoza y con otras actuaciones en Bahía Blanca, Córdoba y Buenos Aires. Su concierto comenzó con un homenaje al maestro Jorge Pérez Tedesco, músico integrante de la OSN fallecido en diciembre, por lo cual un grupo de nueve chelistas de la Orquesta intervinieron en el "Consecration Hymn" de Mary D. James, en su homenaje.

Luego empezó el programa con las "Danzas Polovtsianas" pertenecientes a las ópera "El príncipe Igor", de Alexander Borodin, donde comenzó a encontrarse la Orquesta con alguna tendencia de los vientos de metal, a saturar los forte, hecho que también se reiteró en la pieza programática para orquesta que siguió en el programa.

Se trata de "Una noche en el Monte Calvo", que Modest Mussorgsky en una carta a su colega Nicolai Rimsky-Korsakov le escribió diciendo que la había concluido con sus temas fantasmagóricos, aquelarres de brujas, basadas en ese monte de Kiev, todo lo cual dejó pendiente de finalizar la partitura y este distinguido colega (Rimsky) la llevó a cabo en la orquestación que normalmente su escucha. Aquí la orquesta, en su breve duración, expresa la música programática que inspirara al autor. La versión producida también alcanzó los efectos de una adecuada exposición.

UN CLASICO
Cerrando la velada, la conocida "Sinfonía del Nuevo Mundo" en Mi menor, op. 95, del checo Antonin Dvorak (que en la revisión numérica de sus sinfonías, con el correr de los años pasó a ser del número 5 al 9) es siempre un clásico de los conciertos. La compuso el autor durante su estadía norteamericana a lo largo de dos años y medio, y le puso esa metafórica alusión a los Estados Unidos que sugiere el subtítulo.
Allí, el director Fontana y sus subordinados lograron un trabajo conjunto de ensamble que dio un noble cierre a la sesión, que no contó con una sala extremadamente llena por las vicisitudes comentadas. Pero el inicio de temporada quedó sellado para este nuevo año de la orquesta creada en 1948 y de una profusa historia en nuestro medio musical.

Calificación: Bueno