Después sabremos que Román Maidana volvió al pueblo porque salió de la cárcel. Su encuentro con Barani, ex amigo de su padre comisario, la familia del hombre, con las presencias poco amigables de sus hijos, y el recuerdo de su novia, son los elementos que rodean una primera escena, cuando Román visita la tumba de su padre. Escena inicial que con sus toques musicales apunta a un mítico Oeste sureño de película extranjera, materializado en el filme como un pueblo de la Mesopotamia entrerriana, cuya historia policial negra habla de corrupción y cuentas pendientes.
Nicolás Herzog, director del logrado documental "Vuelo nocturno", se aleja de todo lo que en aquel era poesía y luminosidad para entrar en una atmósfera densa de recuerdos intermitentes que apuntan a la oscura realidad de la corrupción y la trata. En esos momentos el pueblo está conmocionado por el trágico final de una adolescente, Florencia, y las marchas que impiden su olvido. Las voces interiores de Román Maidana parecen apuntar a que el recién llegado asuma una actitud de vengador anónimo.
Si Herzog acierta en la atmósfera y en pinceladas del entorno, sus tiempos languidecen a veces y pierden fuerza, aunque inteligentes actores como Lautaro Delgado hagan lo posible por mantener la intensidad de los estados de ánimos y las situaciones. Quizás esto sea producto de la condición de "ópera prima" de Herzog en el campo de la ficción. Es como que acumula elementos valiosos y no resuelve, opacando el desarrollo con ritmos desacompasados.
A FAVOR
El filme tiene una envoltura musical lograda (Matías Sorokin), buen sonido, personal fotografía y actores bien elegidos, Delgado como el protagonista, Claudio Rissi en el papel de comisario amigo del padre de Maidana, y la novia del que volvió al pueblo (Rita Pauls).
"La sombra del gallo" es un poco confusa en su narrativa pero valiosa en ciertas búsquedas del pasado (flashes de recuerdos) y en el logro de atmósferas, las que dan vida a un pequeño pueblo de sucios secretos.
Calificación: Buena