Buena Data en La Prensa

Si no es humano ¿qué es?

Es posible que en la columna de hoy encontremos alguna certeza y más preguntas que respuestas. Cuestiones que no cierran, no se entienden y presentan contradicciones. Pero no por eso, las vamos a dejar pasar de largo.   

Muerte fetal

De acuerdo a las definiciones del documento Estadísticas vitales. Información básica Argentina del año 2018 publicado por el Ministerio de Salud a fines del año pasado, la defunción fetal es “la muerte ocurrida con anterioridad a la expulsión completa o extracción del cuerpo de la madre de un producto de la concepción, cualquiera que haya sido la duración del embarazo; la defunción se señala por el hecho de que, después de tal separación, el feto no respira ni muestra cualquier otro signo de vida, tal como el latido del corazón, la pulsación del cordón umbilical o el movimiento efectivo de músculos voluntarios”.

Si bien en la segunda parte de la cita anterior se alude explícitamente a las características del feto muerto, atendiendo a la primera parte de la definición se incluirían dentro de este concepto tanto las muertes fetales (niños por nacer mayores de ocho semanas de gestación) como las muertes embrionarias (niños por nacer menores de ocho semanas de gestación), ya que ambos -fetos y embriones- son productos de la concepción y se señala que no tiene importancia la duración del embarazo, para ser incluido en este concepto.  

Los números no cierran en CABA

En el mismo documento se expone un cuadro correspondiente a las defunciones fetales según tiempo de gestación, por jurisdicción de registro. Según lo allí enunciado, se produjeron en CABA 689 muertes, de las cuales 192 fueron de menores de 22 semanas. Se citan como causas de defunción los factores maternos y complicaciones del embarazo y trabajo de parto, los trastornos relacionados con duración de la gestación, la hipoxia intrauterina y otras afecciones respiratorias, las afecciones perinatales, las malformaciones congénitas, causas no especificadas y otras causas. En ningún momento se enuncia como causa de muerte el aborto intencional.

Por otra parte, el  informe del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, emitido con fecha del 1 de noviembre de 2019 a requerimiento de los Dres. Torassa, Micucci, Ruiz Rocha y otros, declara un total de 4858 procedimientos de “interrupción legal del embarazo” (ILE) encuadrados en las siguientes causales: 336 por riesgo de vida de la madre, 578 por violación o atentado al pudor y 4300 por razones de la salud materna, sin especificar si se refiere a salud, física, mental o social. Es decir, siguiendo el criterio de la Organización Mundial de la Salud, por la perturbación del “estado de completo bienestar físico, mental y social” de la madre. El 85% fueron menores de 12 semanas de gestación.

Es decir, 4.129 niños por nacer, que posiblemente no han sido contados por las estadísticas nacionales. Ni vivos, ni muertos. Desaparecidos.

Embriones crioconservados

También hay otras formas de ocultamiento. De acuerdo a los datos aportados por la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva, en nuestro país hay cerca de 52.000 embriones criopreservados, de los cuales el 42% llevan más de 10 años en ese estado y muchos de ellos ya han sido abandonados. 

Quienes niegan la dignidad del embrión humano se amparan en el famoso caso Artavia Murillo, en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dice que el embrión no es persona. 

Ciertamente “persona” es un concepto filosófico, no biológico. Por eso, algunos sostienen que la persona se inicia en la concepción, otros cuando nace y otros, aún muchos años después de nacido cuando se inserta en el proceso laboral de producción.

Como este concepto tiene que ver con concepciones antropológicas, ningún argumento resulta convincente para el que sostiene otro.

Lo que si sabemos con seguridad es que se trata de una vida humana. Tan humana en sus primeras horas de vida como a los 3 años o a los 65.

Los argumentos que se utilizan para negar la humanidad del embrión son muy endebles y generalmente se sostienen con presupuestos ideológicos.

Que una sociedad suponga la existencia de seres humanos de diferente “calidad” o que considere que se es más o menos humano según una graduación arbitraria es, cuando menos, peligroso. Ya ha sucedido en la historia.

Nuevamente nos encontramos ante la necesidad de definir cuando se inicia la vida de un ser humano y en definitiva, qué define a un ser humano. 

Sentido común

Podrá haber otras dudas, miradas polifacéticas y dificultades en la resolución de problemas complejos, pero, pese a los intentos de sostener -contra toda evidencia- que el comienzo de la vida humana, aún no ha sido definido por la ciencia; sabemos que un embrión humano tiene ADN humano, que proviene de la unión sexual de dos seres humanos que aportan células sexuales humanas, que si se le permite desarrollarse adquiere la apariencia física de humano y puede desplegar las aptitudes propias del psiquismo, la sociabilidad y la espiritualidad humanas. Como el viejo dicho, si tiene plumas de pato, pico de pato, camina como pato y hace cua-cuá…No hay duda, es un pato.