El rincón de los sensatos

Desarmar al policía es exponerlo a las amenazas y venganzas

 

Mientras el país presenta proliferación de escenarios de Guerra Civil Molecular (con todo lo que ello significa en términos de degradación de la autoridad estatal y el mosaico social), desde la incertidumbre económica no hay ninguna proyección racional de recursos estimados que puedan sostenerse y sostener con éxito políticas de Estado. 

En este contexto, una directiva en la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) dispone que la asignación de armamento para el personal policial de la institución será en "modalidad temporal".
Pasando por alto que la vocación policial exige "ser policía" y no meramente "trabajar de", es un hecho incontrastable que la actividad policial obliga a lidiar con la delincuencia y la delincuencia no tiene horarios ni respeta los ajenos, por lo que desarmar al policía cuando termina su turno es dejarlo expuesto a infinidad de aprietes, amenazas y venganzas.

La PSA fue creada en el año 2005 por un decreto de necesidad y urgencia del Presidente Néstor Kirchner cuando Alberto Fernández era Jefe de Gabinete y Aníbal Fernández ministro del Interior. Ese lindo elenco y el uso del DNU en lugar del debate parlamentario permitió, desde el prejuicio ideológico y el odio visceral de la izquierda hacia los militares, que Marcelo Saín hiciera un experimento progre sobre la base de la Policía Aeronáutica Nacional que dependía de la Fuerza Aérea Argentina, por lo que rompiendo la tradición de policía militarizada ensayó la fusión de un anárquico rejunte de civiles trabajando como policías.

Cabe subrayar que Marcelo Saín es en la actualidad ministro de Seguridad de la Provincia de Santa Fe, cargo en el que con su soberbia nunca corregida, habituado a destratar y agraviar a quienes sirven en las instituciones que lo padecen, arrancó yéndola de picante para terminar en pocos días pidiendo la escupidera federal, porque la realidad -esa escuela implacable- le colocó flor de sopapo en la nuca con una veintena de muertos en Rosario.

Se vuelve ahora a la idea, muy izquierdosa, de reducir la vocación policial a un mero trabajo que empieza y termina a horario, por lo que exigiendo mucho a la imaginación, voy a suponer por un momento que el gobierno de Alberto Fernández no es comunista sino decente y que Sabina Frederic se propone realmente garantizar el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional.
Bajo estos parámetros ficticios de honestidad y buena intención, el desarme de los efectivos de fuerzas policiales y de seguridad fuera del horario de servicio supone una idealización naif de la delincuencia.

"NAIF", LO MINIMO

Tan naif, para no decir idiota, que me recuerda (por cinéfilo y no por viejo) un encantador momento en la curiosa película argentina de 1949 Con los mismos colores, protagonizada por futbolistas de la época cuya leyenda perdura hasta nuestros días: Mario Boyé, Norberto Tucho Méndez y Alfredo Di Stéfano. En ella alguien presume que hacer goles es tan fácil como correr por la punta y tirar centros, lo cual genera dos irónicas respuestas de los jugadores.

Mario Boyé: "Decime, ¿vos sos de los que ganan las guerras frente a los pizarrones de los diarios?". Y Tucho Méndez:"Pero vos hacés con un equipo solo, ¿y el otro?, ¿no está en la cancha?".
Siempre bajo los parámetros enunciados, esas dos observaciones aplicarían a Sabina Frederic y el grupete de cráneos teóricos que acompañan su gestión, porque desde su área de confort, sin adrenalina de aquí y ahora en tierra o asfalto, están olvidando que la criminalidad es una voluntad inteligente y sin pruritos. Es ese otro equipo cuyos golpes a veces se ven en las tapas de los diarios pero que juega en toda la cancha a toda hora, sin prisa ni tregua y aprovechando cada debilidad, vacilación o estupidez del Estado.

Así, empiezan por desarmar a los policías fuera de horario e irán luego por la armas de fuego en poder de los legítimos usuarios. Quieren asegurarse que todas las armas, hoy en manos de los honestos, queden inutilizadas en arsenales estatales.

La razón es simple: saben que esas armas son el último resguardo para la libertad de la Nación Argentina, un obstáculo a remover para completar la degradación del país a satrapía castrista como ya lo es Venezuela.