Lúcido retrato de Encarnación Ezcurra

La dueña del poder en sombras

'"Yo, Encarnación Ezcurra". De Cristina Escofet. Dirección: Andrés Bazzalo. Vestuario: Adriana Di Caprio. Diseño de Luces: Soledad Ianni. Música original: Agustín Flores Muñoz, Sebastián Guevara, Malena Zuelgaray. Actriz: Lorena Vega. Músicos en vivo: A. Flores Muñoz, Martín Miconi, M. Zuelgaray, Victoria Tolosa. Los miércoles a las 20.30, en el teatro Picadero.

Llamada la "Heroína de la Federación", Encarnación Ezcurra Arguibel, mujer fuerte silenciada por la Historia, ayudó a construir el poder que emanaba de Juan Manuel de Rosas, el que luego de ser gobernador de la provincia de Buenos Aires logró transformarse, con la suma del poder público, en el regidor de los destinos de la Confederación Argentina, desde 1835 a 1852.

Con un monólogo potente, rico en imágenes, que apunta a una fuerte pintura de una época, la autora Cristina Escofet dota al personaje elegido de la potencia y el desenfado que caracterizaron a la esposa de un hombre que marcó una época. Epoca en que la guerra fratricida parecía no tener fin.

Como lo grita esta mujer brava, la creación de una estructura de poder tiene que estar marcada por la fuerza sino, como ella misma lo dice, será "cacareada de político aguachento". Ese tejido que fue tramando, no eludiendo la delación, los entreveros y las conspiraciones, consolidaron un poder aparentemente sólido, pero frágil en el tiempo que como ella misma lo presentía desaparecería cuando "la negra Toribia", como la llamaban, no manejara los hilos.

VARIAS CARAS

Escofet ("Fridas", "Sol de noche") le da a su protagonista distintas facetas que se entremezclan con desparpajo. Desde sus elucubraciones a veces soeces sobre la realidad del poder, hasta las más intimas sobre las relaciones con señoras de importantes hombres de la Historia (la mujer de Dorrego, la señora de Balcarce). Sin contar las divertidas observaciones sobre esa suegra mandona, muy amada por el hijo Juan Manuel, o las privadas que se centran en el hombre de su vida y del que no oculta la pasión que los unió pero también la que los separó (asunto Eugenia Castro).

Con mínimos efectos agrupados alrededor de un texto rico y sensible, el director Andrés Bazzalo realiza una puesta que remite al espacio central, con simples límites lumínicos y el adicional de un grupo musical, que coralmente y con ritmo y canciones pinta un ambiente y comparte o se adelanta a las reflexiones de la protagonista. La utilización de instrumentos folclóricos en ritmo propios del país se une a la heroína de la historia en su recreación de una Argentina todavía fragmentada.

La elección de una Encarnación Ezcurra ideal en Lorena Vega ("La vida extraordinaria", "Salomé de chacra") y su marcación potente, desfachatada y pícara a la vez, es el mayor acierto de esta puesta. Personal y con la difícil sensibilidad de llegar al público con pequeños gestos y manejos corporales, Vega, rodeada de las voces que transmiten el desparramo de cartas del inicio, se trasmuta en el personaje hasta el último momento con la prolongación simbiótico de un notable grupo musical.

Calificación: Muy buena