Páginas de la historia

Enrique Santos Discépolo

"Para volar no siempre se necesitan alas"

Una figura única de la cultura popular, fue Enrique Santos Discépolo. Porque escribió obras teatrales, creó cerca de 40 tangos y realizó otras actividades artísticas. ¿Algunos tangos de su autoría?. Nada menos que "Cambalache", "Malevaje", "Uno", "Esta Noche Me Emborracho" y muchos otros también famosos.

Para un ser humano que vivió sólo 50 años fue increíble su valiosa y diversificada creatividad. Fue un hombre triste y retraído, acorralado por la incomprensión, la injusticia y la frialdad. Y en la letra de casi todos sus tangos, muestra tipos humanos fracasados, ridículos, traicionados. Y nos dice, sin decirlo, que el dolor es el dibujante de la fisonomía.

Discépolo era de pequeña estatura, poco agraciado y físicamente, esmirriado.
Comprendía -como pocos- que el poder o el dinero, no cambian al hombre. Pero lo muestran. Y con palabras simples, expresó pensamientos profundos. Confesó alguna vez que no sufría cuando escribía, pero que escribía porque sufría.

Y una anécdota: El 26 de mayo de 1935 en el Teatro "Maipo", se estrenaba una revista. En ella Sofía Bozán, iba a estrenar un nuevo tango de Enrique Santos Discépolo: "Cambalache". Pero el poeta había vendido pocos días antes a un productor cinematográfico, Angel Mentasti la exclusividad de este tango, para una película con Libertad Lamarque. Por lo tanto la Bozán no podía legalmente cantarlo. Cometería un delito.

Mentasti, con un abogado, apareció dispuesto a impedir que ese tango se estrenase allí. Se había enterado que se cantaría "Cambalache". Amadori, empresario del teatro, para hacer tiempo, llevó al enojado Mentasti hasta una confitería, invitándolo a tomar un café. Conversando, pasó el tiempo hasta que Amadori notó que la gente ya estaba saliendo del teatro. "Cambalache" se había estrenado, pese al impedimento legal. Mentasti, comprendiendo que quizá beneficiaría a la futura película un tango ya conocido, atinó solamente a sonreír. Había nacido "Cambalache", ese 26 de mayo de 1935.
Años después, dos grandes, Troilo y Manzi, que hoy también nos miran desde el cielo, unieron sus talentos y sus corazones y nació otro tango "Discepolín".

Discépolo moriría un 23 de diciembre de 1951. Su profundidad en la observación de la vida y su talento no común, traen a mi mente este aforismo: "Los grandes perciben que predican en un desierto. Pero siguen predicando".