La Justicia en la búsqueda de un encuentro más cercano con la sociedad

La Sala de Periodistas del Palacio de Justicia, dentro del severo ámbito de Talcahuano 550, tiene identidad propia y es caja de resonancia de fallos y dictámenes trascendentes. Ese rol protagónico en la tarea de difusión de noticias judiciales abarca resoluciones emanadas de la Corte Suprema, Tribunales Orales y juzgados de primera instancia, así como los informes de la Procuración General de la Nación o fiscalías de distinto rango. Por cierto, tampoco excluye otras fuentes que provienen del área profesional (abogados y contadores), o denunciantes particulares.

Situada en forma estratégica y durante largas décadas en la planta baja de Talcahuano 550 -puertas 2093/2092-, hasta su posterior traslado en 2011 y por resolución de la Corte Suprema al tercer piso del Palacio -puerta 3031-, la mencionada Sala fue hasta antes de su nueva ubicación, ahora no tan visible, paso obligado de jueces, fiscales, penalistas y litigantes, interesados en conocer, al cierre del horario o jornada judicial, aquellas novedades, solo anticipadas por esa época mediante un "flash" o "boletín" en las radios y canales de TV, para pasar al papel impreso recién al día siguiente.
Constituían la excepción los informes casi instantáneos de las agencias de noticias o los adelantos "en tapa" de un par de diarios vespertinos -La Razón y Crónica-, quienes competían entre sí por la obtención de la primicia.

ELOGIOS DE UN MAGISTRADO
"Por motivos geográficos y funcionales he tenido a lo largo de los años mucha relación con los miembros de la histórica Sala de Periodistas, ubicada entonces en la planta baja del Palacio de Tribunales. Particularmente, durante mi desempeño como fiscal ante la Cámara Federal, ocupábamos una oficina anexo al lado de la Sala. Todas las tardes solía pasar por ella a saludar a los buenos vecinos y enterarme de las "novedades" que estaban escribiendo, o del "material" que se publicaría al día siguiente en el papel de los diarios de todo el país. Máquinas de escribir mecánicas, teletipos y las primeras computadoras se fueron sucediendo", señala el juez de la Cámara Federal de Casación Penal, Gustavo Hornos.

El magistrado, en diálogo con "La Prensa", recordó a "distinguidos profesionales de la comunicación social, como los míticos Jorge Juan Cubas y Antonio García Elorrio", a la vez que mencionó -entre otros cronistas- a Alberto Riobó, Martín Carrasco Quintana, y al cronista que escribe esta nota. Tras disculparse por la omisión de algún nombre, producto del paso del tiempo, el juez Hornos rememoró: "...eran mis interlocutores vespertinos. Con ellos solíamos discurrir acerca de la necesidad y la mejor manera de promover el conocimiento público de la actividad judicial".

JURAMENTO DE JOSE M. GUIDO
Con su particular impronta -Cubas, por la Agencia Télam y Clarín; García Elorrio, por Crónica, Agencia Dyn y Ambito Financiero; Riobó inicialmente por La Prensa y luego La Razón y Noticias Argentinas; y Carrasco Quintana por La Nación-, se constituyeron durante muchos años, en referentes obligados de la célebre Sala. El primero de ellos -Cubas-, fue junto con otros colegas, testigo ocular de acontecimientos históricos relevantes. Por ejemplo, el juramento de José María Guido ante la Corte Suprema como presidente provisional de la República, en 1962, tras la destitución de Arturo Frondizi por un golpe cívico-militar.

A lo largo de la década de los 80 y 90 resultaba normal observar en la Sala, la presencia casi constante de abogados litigantes interesados en la difusión o el seguimiento de aquellos expedientes confiados a su defensa o patrocinio. Uno de los penalistas más mentados fue Pedro Bianchi, temido por las "batallas judiciales" que libraba en la Cámara del Crimen (calle Viamonte 1147).

En cuanto a la investigación de causas penales complejas, y además del entonces fiscal (y actual juez de Casación) Gustavo Hornos, cabe mencionar, a otro "habitué" del Palacio de Talcahuano 550, también conocido por su trayectoria: el ex magistrado Mariano Bergés. Tras desempeñarse durante veinticinco años en el Poder Judicial, es autor junto con la especialista en Derecho Penal, Adriana Galafassi, del libro que lleva por título "Acá no pasa nada" (la corrupción del sistema judicial argentino contada desde adentro), editado por Baerenhaus (2017).

EL CASO ALEJANDRO PUCCIO
Quien suscribe estas líneas fue acreditado en Tribunales como periodista, en representación de "La Prensa", en 1985. En una de sus habituales recorridas matutinas por las dependencias del Palacio, presenció el 10 de noviembre de ese año, en las inmediaciones del despacho del juez Héctor Grieben, uno de los hechos más impactantes relacionados con la cobertura de noticias: el intento de suicidio de Alejandro Puccio (involucrado en una causa por secuestro y homicidio cometidos por el "clan Puccio"). El ex rugbier, de fuerte contextura física, logró zafar de sus custodios, y se arrojó desde el quinto piso del Palacio, antes de ampliar su declaración indagatoria ante el juez Grieben. Cayó con estruendo sobre el techo de chapa de la cabina de sellos de la DGI, ubicada en el hall central de la planta baja del edificio. Fue trasladado el Hospital Fernández y a los pocos días quedó fuera de peligro.

En cuanto a participación por parte de este cronista en la cobertura de procesos judiciales seguidos a militares (aunque no en el juicio a los ex comandantes), cabe mencionar la causa Malvinas (1988) y el juicio a "carapintadas" (1991), entre otros. También los casos por los atentados a la Embajada de Israel y AMIA. Y ya más cercanos en el tiempo, los procesos por Cromañón, Lapa, Once, y la laberíntica causa Nisman.

FIDELIDAD INFORMATIVA
El sistema de trabajo de los periodistas acreditados en Tribunales -inicialmente sin teléfonos celulares, ni informática, ni internet-, se desarrollaba, con ligeras variantes y en forma aproximada hasta fines de los años ochenta, de la siguiente forma: Una vez iniciada, o al promediar la elaboración de la noticia, se solicitaba al secretario de Redacción el envío del "ciclista" (personal de intendencia), quien debía trasladarse a Tribunales y retirar el "material" destinado a la impresión. Los "originales" tipeados en la clásica Lexikon 80, Remington u Olivetti (mientras el cronista se reservaba una copia con ayuda del infaltable "papel carbónico") se llevaban, en el caso específico de "La Prensa" hasta la casa central de Avenida de Mayo 575, y desde ahí se remitían hasta los talleres (en la actualidad, también sede de la Redacción), de las calles Chile y Azopardo.

El envío, desde Avenida de Mayo, se efectuaba mediante un sistema de tubos neumáticos, los cuales propulsados por aire comprimido, hacían en pocos minutos el recorrido subterráneo de varias cuadras por el centro histórico de la Ciudad, hasta llegar a destino (San Telmo). Una vez ahí, un ordenanza acercaba el "material" al secretario de Redacción (o jefe de turno), para su inmediata revisión. Seguidamente, los "originales" eran derivados al sector de linotipos (composición en caliente de la tipografía en plomo). La tarea continuaba luego con el armado de las páginas y la corrección de "pruebas de galera" sobre el texto ya maquetado.

"La Prensa" fue uno de los pocos medios que en plena época del Proceso de Reorganización Nacional publicó los primeros hábeas corpus, interpuestos a raíz de la desaparición forzada de personas, según solía subrayar ante sus colegas Juan Pandis, antiguo cronista acreditado por este diario en Tribunales en la década del 70. Ya con el advenimiento de la democracia (época del gobierno de Raúl Alfonsín) tuvieron fuerte repercusión las columnas firmadas en tapa por Jesús Iglesias Rouco y más tarde Daniel Lupa (seudónimo de Horacio Daniel Rodríguez), referidas principalmente al quehacer político, aunque muchas veces también relacionadas con sonados casos judiciales. A su vez entre los magistrados, eran ampliamente valorados los análisis de la realidad nacional e internacional de Manfred Schönfeld, doctor en Filosofía y Letras y "abogado de la soberanía nacional" (por su compromiso en favor de la recuperación de las islas Malvinas), quien en la noche del 22 de junio de 1981 fue agredido por un sujeto con una manopla de hierro que le causó serias lesiones en los labios y varios dientes. Ese ataque cobarde y vil no impidió que esa misma noche Schönfeld redactara, un artículo memorable, publicado al día siguiente.

Con la llegada de Marcos Cytrynblum a la secretaría general de Redacción de "La Prensa", en 1994, y tras producirse en 1994, bajo la dirección de Amalia Lacroze de Fortabat, el relanzamiento del diario (cambio de formato sábana a tabloide), se publicaron durante un año y varios meses, atractivos Suplementos Profesionales. Uno de ellos, estuvo especialmente dedicado a temas de Derecho. Sus editores fueron Daniel Varacalli y quien escribe estas líneas.

UN ANTES Y UN DESPUES
Dos hechos marcaron un antes y un después en la difusión de las noticias de Tribunales, a las cuales hasta los años ochenta, se le otorgaba un espacio más bien reducido en las páginas de los principales matutinos. Uno de esos acontecimientos lo constituyó, sin duda, el juicio a los ex comandantes. Fueron varias semanas de prolongadas audiencias orales y públicas realizadas en el recinto de la Cámara Federal metropolitana, con presencia de periodistas extranjeros, actuación intensa de los fiscales Julio Strassera y Luis Moreno Ocampo, y penalistas de nota a cargo de las defensas de los militares enjuiciados. Esas audiencias concluyeron el 9 de diciembre de 1985, con fuertes condenas y el abrazo histórico de los fiscales. Strassera finalizó su alegato con la emblemática frase: "Señores jueces, nunca Más".

El segundo cambio significativo, aparte del nuevo Código Procesal Penal de la Nación, que instituyó en 1991 el proceso oral en la Argentina y se conoce como "Código Levene" -por haber sido impulsado por Ricardo Levene (h)-, fue la tarea de apertura informativa propiciada por la Corte Suprema de Justicia. Por su gravitación institucional, ese diseño se puso en marcha como una política de Estado. En opinión de María Bourdin, ex secretaria de Comunicación y Gobierno Abierto de la Corte, el Centro de Información Judicial (CIJ) se constituyó en la "cara visible" del conjunto de actividades iniciado en el año 2006, en la Primera Conferencia Nacional de Jueces, realizada en Santa Fe. En la oportunidad, más de quinientos magistrados de todo el país indicaron "que había llegado el momento de generar cambios profundos en la comunicación con la sociedad", reseñó Bourdin.

En el año 2006 la Corte creó el CIJ, el sitio web oficial. El Centro de Información Judicial es una agencia de noticias que cuenta con el compromiso de los jueces y juezas de todo el país, que envían sus fallos y brindan explicaciones incluso en forma personal. Actualmente, y luego de un período con intermitencias (en cuanto a los contenidos que difunde), el CIJ, con todas las capacidades tecnológicas, está a cargo de Pablo Méndez y desde el 26 de marzo de 2019 no depende directamente del presidente de la Corte, sino del pleno del máximo tribunal. O sea, del consenso de los cinco miembros. Las noticias de esa agencia, se comunican por intermedio de la página web, las redes sociales Facebook y Twitter, y el canal YouTube.

LENGUAJE JURIDICO
"Los jueces solo hablan por sus sentencias" era tradicionalmente una regla de oro para la mayoría de los magistrados, aunque a su vez resultó ser el argumento más usual para evitar, por natural desconfianza, todo contacto con el periodismo.

Una integrante de la Corte -la jueza Elena Highton de Nolasco- admite que "el lenguaje jurídico, como herramienta de comunicación, presenta particularidades en su técnica que resultan difíciles de comprender. En algunos casos, no es sencillo ni siquiera para los operadores de derecho interpretar plena y acabadamente el texto de una sentencia, una ley, un decreto y otro texto redactado en "idioma legal". Así lo consigna la magistrada en "Justicia argentina online. El nuevo modelo comunicacional".

En función de lo que antecede, la tarea del periodista cobra especial relevancia por cuanto es él quien debe analizar, descubrir sentidos, interpretar y examinar la información para poder contarla. Es un gran "decodificador" de la realidad, según manifiesta el ex magistrado Mariano Bergés, quien tras desempeñarse durante veinticinco años en el Poder Judicial, es autor junto con la especialista en Derecho Penal, Adriana Galafassi, del libro que lleva por título "Acá no pasa nada" (la corrupción del sistema judicial argentino contada desde adentro), editado por Baerenhaus (2017).
Por lo demás, el libre acceso a la información permite ver la evolución de los casos y denunciar públicamente "actividades insuficientes, retrasos injustificados, y decisiones disparatadas". 

ESFORZADA FAENA
Desde una de las paredes de la actual Sala de Periodistas que lleva el nombre de "Jorge Juan Cubas", y se encuentra equipada con computadoras, impresoras, televisores, scanners y nuevos aparatos telefónicos, en reemplazo de los de "baquelita en color negro y disco de marcación", penden dos grandes cuadros. Uno con el retrato del legendario decano (Cubas), fue realizado en 1997 por su amigo José Elías Terza. En tanto, el segundo cuadro exhibe la imagen de Mariano Moreno, el ilustre fundador de "La Gazeta de Buenos Aires", formador de opinión y de conciencia.

"Justicia y Prensa nacen y mueren juntas", expresó Terza en su dedicatoria. "El (Jorge Juan Cubas) inspira y vigila la esforzada faena de informar la verdad y defenderla". (En vida, el recordado hombre de prensa también fue homenajeado por jueces y miembros de la Corte Suprema. Al fallecer, el 26 de agosto de 1996, sus restos fueron velados -con autorización de la Corte-, en la sala de audiencias de la Cámara Federal metropolitana).

COMODORO PY
Otra Sala de Periodistas "gemela", también identificada con el nombre de "Jorge Juan Cubas", existe desde 1997 en los tribunales federales de Retiro -Comodoro Py-. Fue reubicada dentro de ese edificio y renovada en 2012. Desde allí y por tratarse de delitos de competencia federal, se hace el seguimiento de los graves casos de corrupción que involucran a ex funcionarios y dirigentes políticos. Tanto en Talcahuano 550, como en Comodoro Py 2002, la actividad de los cronistas -con matices diferenciados por la índole de las causas que se investigan- apunta a consolidar día a día el ejercicio del derecho a la libertad de opinión y de expresión, uno de los pilares de la democracia.

* El autor es acreditado del diario La Prensa en el Palacio de Tribunales desde 1985.