Una cálida evocación de un poeta

 

"Muchacho de Luna". Espectáculo de Oscar Barney Finn sobre textos de Federico García Lorca. Asistente de dirección: Mauro J. Pérez-Tomás Heck. Diseño de iluminación: Oscar Barney Finn. Audiovisual: Robert Diaz. Escenografía: Paula Molina. Producción ejecutiva: Sol Vannelli. Actores: Paulo Brunetti y la participación de Sabrina Macchi. En El Portón de Sánchez.
 
En un espacio de pocas sillas fraileras, una sólida mesa y un fondo que se va tiñendo de imágenes cinematográficas, según la memoria emotiva del poeta, se encuadra la figura de Federico García Lorca. El va a acompañar al espectador en una suerte de apertura hacia la propia personalidad con su carga de alegrías, miedos y deseos.
Así esa figura cálida, de pies desnudos, que se aferran a la tierra granadina en la que nació, desglosa un mundo de vida y muerte. Una infancia feliz, una madre fuerte e inolvidable, una sociedad donde las represiones y los prejuicios parecen marcar a este jovencito amante de los títeres y las farsas guiñolescas. Ese que recuerda la Residencia de Estudiantes donde formó un terceto con dos artistas en formación (Buñuel y Salvador Dalí), que compartieron con él sus talentos. Si el itinerario está marcado por el color de su obra poética (el "Romancero Gitano", "Poeta en Nueva York"), el teatro acentúa los colores de la alegría y la tristeza ("Doña Rosita la Soltera"), el latigazo de "Bodas de Sangre" o la desesperación de la esterilidad de alguien que no puede ser madre ("Yerma").

PUESTA SENSIBLE 
"Muchacho de Luna" dibuja un tiempo de promisión (la República) y su final trágico en el que coincidieron un momento histórico y el asesinato del poeta, crítico de un régimen que nunca iba a tolerar ni sus disidencias ideológicas, ni las sexuales.

Mientras Paulo Brunetti cuenta con emoción y total entrega los sentimientos del poeta en la realidad, el audiovisual de fondo metaforiza esos mismos sentimientos con figuras de la naturaleza, el agua en su permanente fluir, las ventanas campesinas, resumen de la sencillez del pueblo o las puertas abiertas como eterno sinónimo de libertad.

Hasta pueden disfrutarse fragmentos de "La Barraca", el recordado documental de Edgardo Cozarinsky, que evocó el nomadismo teatral que durante tres años García Lorca y estudiantes de la Universidad de Madrid, compartieron, permitiendo que obras clásicas españolas se representaran en lejanos pueblos durante el gobierno republicano de Manuel Azaña.

Retrato intimista que Barney Finn retrata con elegancia y la imprescindible participación de la sensibilidad de Paulo Brunetti en el personaje de Lorca. Mientras la muerte muy blanca y muy hispana en su figura (bien delineada gestualmente por Sabrina Macchi), acecha al poeta hasta el final, en una cita en que el rojo de los sevillanos mantones es reemplazado por el blanco póstumo. De fondo, la imagen de la puerta abierta y la luna que brilla, mientras se escuchan algunos compases de Albéniz que invitan a acompañar el sueño del poeta en "un cielo sin fin".

Calificación: Muy Buena