Detrás del mito Evo hay una verdad de granito: los dictadores nunca saber irse

El domingo 20 de octubre de 2019 hubo elecciones presidenciales en Bolivia. Uno de los aspirantes a la presidencia era Juan Evo Morales Ayma nacido en Isallavi, Bolivia en 1959. Evo era presidente en ejercicio desde el 2006 y parte del selecto club de mandatarios nuestroamericanos cuya primera presidencia había coincidido con el alza en los precios internacionales de las materias primas, lo que redundó en un crecimiento de la economía boliviana a principios de este, nuestro joven siglo. Aumentó el PBI, creció la obra pública y los entuertos derivados de tan rentable negocio, cosa que también tuvo en común con otros presidentes de la época en la región. 

Si bien había sido elegido por un período de cinco años que debía finalizar en 2011, la bonanza económica trajo aparejada una reforma constitucional y Evo se animó a otro período en el poder. Promovió una nueva constitución en 2009 que dió lugar al reluciente:  "Estado Plurinacional de Bolivia", anulando el nombre de "República de Bolivia" que venía de 1825. Evo ganó cómodamente la reelección con más del 60 % de los votos lo que dio lugar a su segunda presidencia de 2010 a 2014.

Hasta acá estamos más o menos prolijos, salvo que veamos cómo llegó Evo a ser presidente:

Cursó a duras penas la secundaria en Oruro y en 1977 se graduó como bachiller, según sus propias palabras ese día fue el último en que vistió “con el traje y la corbata de la clase dominante”. Su familia siempre trabajó en el cultivo de la coca, y en este rubro hizo su meteórica carrera sindical. En 1989 ya era el líder de la Federación del Trópico de Cochabamba, que se movilizaba violentamente contra los planes gubernamentales de reducir la superficie agrícola destinada al cultivo de coca.

Concurrió a su primera cita electoral en 1997 en la que logró un escaño. En 2002 el partido  MAS (Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) lo eligió como candidato a presidente y se convirtió en la segunda fuerza más votada. Para esa época Evo conocería a su inseparable Álvaro García Linera, que había salido de prisión luego de ser condenado por luchar contra la “opresión capitalista” volando una torre de tendido eléctrico de La Paz. 

EL CEREBRO DEL MITO

Si no se entiende a Linera no se entiende a Evo. Linera es el verdadero ingeniero del mito del “líder indigenista” que cobró notoriedad en la tilinguería culposa mundial. A poco de escuchar a Evo unos breves minutos se ven claramente los hilos de este intelectual, el no campesino y no pobre y no humilde Linera, vitalicio en las artes guerrilleras ensamblado en México, cuando no. 

Durante todo el convulsionado 2005, las acciones del MAS contra el gobierno recrudecieron con huelgas, piquetes y la amenaza de un rebrote de violencia. La estrategia dio resultado ya que a pesar de las concesiones del gobierno, las protestas provocaron un adelanto electoral para evitar el estallido. Los bolivianos de forma mayoritaria respaldaron el “programa antiimperialista, anticapitalista y antineoliberal” de Evo Morales. 

El líder indígena, el sueño dorado de la lucha anticapitalista latinoamericana, había nacido. Linera mediante, Evo enamoró al progresismo mundial porque era su propia metáfora, lo habían esperado desde 1968.

Para entender cabalmente lo que el ícono Evo Morales representa para la progresía internacional basta con un ejemplo pequeño: fue reconocido en 45 oportunidades por universidades de 10 países obteniendo en reiteradas oportunidades el título de Doctor Honoris Causa! (si, no es un error de tipeo). El primer título fue de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, República Dominicana, además recibió distinciones en universidades de Panamá, Venezuela, Rusia, Argentina (14 homenajes), Cuba, Italia, Francia, Guatemala y en Bolivia. Las universidades Simón Rodríguez, Rómulo Gallegos, Jesús María Semprum, Ezequiel Zamora, Francisco Miranda, Universidad Latinoamericana del Caribe, Universidad Militar, Universidad de las Artes, Universidad Bolivariana de Venezuela y la Universidad Politécnica Cleri Ramírez Caracas-Venezuela le entregaron el título al Presidente boliviano.

Este producto del diseño más rancio del socialismo del Siglo XXI fue marketineramente disfrazado de humilde campesino. Vendieron como un pacifista aimara (lengua que no habla) a un violento lobbista cocalero responsable de más de veinte masacres sangrientas durante su gobierno de corte totalitario. Entre los éxitos de su gestión logró situar a Bolivia en el podio de los países más corruptos, es el segundo productor de cocaína del mundo, no hay prensa libre ni indicio de transparencia, tiene más de 1.200 exiliados en seis países, centenas de perseguidos, decenas de presos políticos y crímenes de Estado. Bolivia tenía 3.000 hectáreas de coca que hoy superan las 40.000 hectáreas, abriendo ruta directa a la narco política. La revista brasileña Veja denunció la complicidad del Presidente de Bolivia y su segundo, Álvaro García Linera, con el tráfico de drogas. Entonces en su intervención en el 71 Período Ordinario de Sesiones de la ONU, Evo dijo:  “la lucha contra el narcotráfico es un instrumento de opresión del imperialismo, que usan los Estados Unidos como medio de control político”, pidiendo además que la DEA sea desmantelada.

FIN DE LA PLATA DULCE

¿Qué pasó cuando la plata dulce se acabó en Bolivia? 

Recordemos que Evo había impuesto su propia constitución. Bueno, como no podía ser de otra forma, se dispuso a violarla. El humilde líder indigenista no tenía en sus planes retirarse y entonces dijo que le correspondía otro mandato porque el primero era de mentirita porque contaba para la otra constitución y no para la nueva que era la posta posta.

Pero los dictadores no saben irse: Cursando el tercer mandato, dando muestras de cuánto embriaga el poder, el amigo Linera se manda el moco estratégico de habilitar el famoso referéndum del 21 de febrero de 2016 para pedir otro mandato, que rezaba:

¿Usted está de acuerdo con la reforma del artículo 168 de la Constitución Política del Estado para que la presidenta o presidente y la vicepresidenta o vicepresidente del Estado puedan ser reelectas o reelectos dos veces de manera continua?

¡Chan! El "No" ganó con un total de 51% de los votos. 

La dupla Morales/Linera no estaba en condiciones de perder el poder por un detalle tan nimio como la voluntad popular, de modo que ensayó una falacia con autoridades electorales y judiciales, con propaganda que victimizaba a Evo por ser un pobre aimara discriminado a quien no se le reconocían los DDHH (¡¡recordemos que estaban en el poder!!). De la forma más corrupta la justicia en manos del mismísimo Evo le permite ir nuevamente a la contienda electoral.

¿Y ahora qué? La cosa ya se pone peluda. Para el momento del nuevo llamado a elecciones se vive un descontento enorme. Ese fatídico 20 de octubre el escrutinio que pintaba para segunda vuelta se interrumpe de forma misteriosa con la sutileza de un jabalí en celo y casi un día después retoma dando ganador a Evo con números que determinan que no había balotaje. La farsa ya no fue tolerada y la gente se echó a la calle lo que obligó un nuevo escrutinio que llevó varios días y el asunto se fue caldeando. 

Las organizaciones internacionales como la OEA desconocieron los resultados en informes que desenmascaraban el terrible fraude y pedían nuevos comicios. La crisis política boliviana ya no reconocía retén. 

Morales ofrece a modo de concesión monárquica reiterar la elección, de onda, y aquí no ha pasado nada. Este hecho constituyó el reconocimiento cabal del fraude. Y si, si te digo que me estás haciendo trampa y me decís: bueno si, pero juguemos de nuevo que ahora me porto bien, medio que ya no te creo nada.


LA CAIDA DEL PERPETRADOR

¿A la gente ya no le bastaba con este barajar y dar de nuevo, nuevas elecciones en las mismas condiciones? No señor, querían la caída del perpetrador y, gracias a la sucesión de errores del demiurgo Linera, la obtuvieron. El susto de la dupla ejecutiva se precipitó cuando una rebelión policial en Cochabamba y la negativa del ejército a reprimir las protestas sellaron la suerte de Morales que llevaba casi quince años en el poder. 

Evo Morales renunció, él, solito, tras denunciar que tenía miedo de que lo detuvieran. Declaración bastante farolera ya que no existía tal orden de arresto. Decidió pedir asilo al gobierno mexicano que lo recibió como un regalo de los cielos, con un gran despliegue de recursos y de personal que le permitieron al presidente mexicano distraer la atención de sus propios desastres internos.

Ahora Bolivia debería solucionar el vacío de poder con unas nuevas elecciones. Rápidamente, la maquinaria del relato bolivariano instrumentó las consabidas teorías conspirativas: una de ellas que las grandes potencias mundiales fabricaron una puesta en escena con todito lo relatado anteriormente porque vienen por el litio y otra, que se trató de un golpe de Estado. 

Esta segunda es la enarbolada profusamente por todos los partidos chavistas, por el mainstream artístico y académico y por el 90% de los medios que deliberadamente omiten las condiciones necesarias para un golpe de Estado. Lo que no están considerando es que: la propia Constitución, a medida de Evo, prevé la sucesión en la cadena de mando tal como se dio, las FFAA no tomaron el poder en lugar de Evo y la Carta Magna sigue tan vigente como el día en que el titiritero Linera la redactó. En cambio se respetaron los órdenes jerárquicos constitucionales y en un plazo muchísimo menor a los 90 días estipulados por ley, la Presidente provisional convocó a elecciones en un acuerdo de las fuerzas políticas bolivianas que se concretó el viernes 22 de noviembre. 

No hay conspiraciones acá, los bolivianos sencillamente le dijeron ‘No’ a Evo y las FFAA se negaron a hacer hocicar a los ciudadanos a fuerza de represión. 

Pero los mitos resisten cualquier dato, la realidad no importa, no tiene fuerza ante la apelación sensiblera de la persecución al pobre líder indígena. Es notable como prenden los relatos ante la evidencia de un dictadorzuelo capaz de cualquier cosa por permanecer en el poder. Porque es sencillamente ese el problema: Los dictadores no saben irse.