Arturo Martín Jauretche, o­ la pasión por lo nacional

Se cumplen este miércoles 118 años de su nacimiento en la localidad de Lincoln. Murió a los 73, siendo su legado, más vigente que nunca, el reconocer el valor de la juventud.­

POR PABLO A. VAZQUEZ 

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­Político, periodista, escritor, polemista, revolucionario, sociólogo "de bozal y lazo", poeta y amante de la cultura campera bonaerense. Estas y otras tipificaciones se le pueden sumar a Jauretche, pero la de "argentino" iría en lo más alto.­

Arturo Martín Jauretche nació en Lincoln, provincia de Buenos Aires, el 13 de noviembre de 1901. Sus padres fueron don Pedro Jauretche y Angélica Vidaguren quienes, además tuvieron otros 9 hijos, siendo Arturo el mayor de todos ellos.­

Militó en su juventud en el Partido Conservador. Al salir de Lincoln en 1915 tuvo una fuerte vocación que lo hace estudiar Derecho en Buenos Aires, donde adhirió al radicalismo -encuadrado por su amigo Homero Manzi- y militó en la Reforma Universitaria de 1918.­

Escribió su amigo Raúl Scalabrini Ortiz sobre Jauretche: "a los dieciocho años era secretario del partido conservador. Tenía ante sí un fructífero destino. Pero vio el problema del país en su esencia irreductible. De un lado estaban los capataces de la colonia y del otro los colonos, todo el país argentino.Arturo Jauretche no dudó. Renunció a su cargo en que una diputación nacional estaba esperando que cumpliera la edad legal y se adscribió a la fracción política más íntimamente confundida con el interés popular: se hizo radical yrigoyenista".­

En septiembre de 1930 fue protagonista en Mendoza de la lucha callejera contra el golpe de Uriburu, y luego fue combatiente en la revolución radical de Paso de los Libres, Corrientes, el 29 de diciembre de 1933 contra Justo. Por dicha acción fue encarcelado. La última montonera asomó para fracasar militarmente y triunfar como mito político.­

Allí escribió los versos de El Paso de los Libres -prologado por Jorge Luis Borges- donde relató en forma de poema gauchesco el alzamiento y sus alternativas; también Raúl Scalabrini Ortiz adhirió a la "patriada" (Borges dixit) y, al igual que Jauretche, tuvo como destino un calabozo.­

En 1934 los radicales yrigoyenistas se nuclearon a través de la lucha por el Comité de la Ciudad de Buenos Aires. En esas luchas internas dirigió los grupos "Continuidad Jurídica" y "Legalista" que se oponían a Marcelo T. de Alvear. Luego impulsó la "Agrupación Pro Voto Directo" para transformarse en los "Radicales Fuertes", quienes presentaron un manifiesto a fines de 1934: "Vocación Revolucionaria del Radicalismo"

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CREACION DE FORJA­

Ante la firma del pacto Roca-Runciman y la adhesión del radicalismo a sus leyes complementarias (creación del Banco Central, la ley de bancos, la creación del Instituto movilizador de inversiones bancarias, etc.), un grupo de jóvenes radicales yrigoyenistas, reunidos en el sótano porteño de la Av. Corrientes 1178, el 29 de junio de 1935, impulsó la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA)

La presidencia la ocupó Luis Dellepiane y la Vicepresidencia Gabriel del Mazo. Raúl Scalabrini Ortiz, aunque apoyó, no formó parte ya que era requisito ser afiliado radical.­

Con el tiempo el planteo teórico forjista superó el internismo partidario con investigaciones, manifiestos y denuncias contra la red de corrupción y dependencia económica establecida con los gobiernos de turno de la "Década Infame". El 2 de septiembre de 1935 se dio a conocer el Manifiesto al Pueblo de la República Argentina, con el encabezado "Somos una Argentina colonial. Queremos ser una Argentina libre". Publicaciones (los famosos "Cuadernos"), notas periodísticas en medios propios o afines, volantes, actos organizados de antemano o mítines callejeros improvisados, todo valió para difundir su ideario.­

Pero dicho esfuerzo no evitó las disputas internas, alejándose Gabriel del Mazo, Homero Manzi, y Luis Dellepiane. Jauretche, contra su voluntad, debió asumir como presidente.­

La Revolución del 4 de junio de 1943 encontró apoyo en el nacionalismo y en FORJA, ya que los militares del GOU leían los "Cuadernos" y algunos miembros de la Logia tenían contactos con ellos. De allí que Arturo Jauretche estrechó vínculos con el coronel Juan Perón

El 17 de octubre de 1945 encontró a Jauretche y a los forjistas adhiriendo al movimiento de masas por la liberación de Perón y planteando la fidelidad al nuevo movimiento a través de su autodisolución.­

Quien había visto morir a Yrigoyen y había empuñado el fusil en la revuelta popular contra el régimen, apoyó al naciente peronismo, ya que "no hay nacionalismo sin pueblo", que "sólo los descamisados" podrán "aplastar a los vendepatrias y a los cipayos".­

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PERON EN EL PODER­

Tras el triunfo de Perón en 1946 los forjistas ocuparon puestos en la administración pública y en la legislatura, en especial en el gabinete de Domingo Mercante. Desde 1946 hasta 1951 Jauretche fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, desarrollando una valorada gestión y apostando a la política económica de Miguel Miranda. Desacuerdos con Perón lo hicieron alejarse del entorno oficialista, pero, al producirse el golpe de 1955, volvió a la lucha política "en defensa de los diez años de gobierno popular"

Su lucha fue a través de escritos, artículos periodísticos y obras que son textos de combate desde el revisionismo histórico, la economía social y el análisis sociológico de nuestro sistema contra la opresión sufrida. Ensayos como El Plan Prebisch. Retorno al coloniaje; Ejército y Política; El medio pelo en la sociedad argentina; Los profetas del odio y la yapa. La colonización pedagógica; Política Nacional y revisionismo histórico; Filo, contrafilo y punta; o Manual de zonceras argentinas, entre otros, destacan el mejor Jauretche.­

También lo electoral lo encontró como candidato a senador en Buenos Aires, pero sin suerte con los votos.­

Como actividad pública póstuma adhirió al Frejuli fue director de Eudeba e integró el directorio del Fondo Nacional de las Artes, como justo reconocimiento al más insigne y combativo de los pensadores de cuño nacional que tanto había hecho por pelear con la pluma y la espada -a filo, contrafilo y punta- contra el "fubismo", los grandes medios, la colonización pedagógica y la superestructura educativa colonial.­

Murió en Buenos Aires el 25 de mayo de 1974, a la edad de 73 años, siendo su legado, más vigente que nunca, el reconocer el valor de la juventud: "No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes... No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos".­

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* El autor es licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.­

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