TEATRO: En "Los amantes de la Casa Azul"

Romance con trasfondo político

 

"Los amantes de la Casa Azul", de Mario Diament. Dirección y puesta en escena: Daniel Marcove. Dramaturgia: Mario Diament. Escenografía: Daniel Epstein. Iluminación: Miguel Morales. Música Original: Sergio Vainikoff. Peinado y maquillaje: Beatriz Abrigo. Actores: Maia Francia, Roberto Mosca, David Di Napoli, Silvia Kanter. En el teatro El Tinglado.


Entrelazar las relaciones entre un ideólogo político, su sabia compañera y dos artistas apasionados es todo un desafío. Ellos fueron León Trotsky, el pensamiento tras la Revolución de Octubre, que culminaría con el triunfo bolchevique de 1917; su esposa Elena y dos artistas que marcaron la historia de la pintura latinoamericana, Frida Kahlo y Diego Rivera.

Con el fondo de la mítica Casa Azul, hoy convertida en paseo turístico, residencia familiar del fotógrafo alemán Guillermo Kahlo, se inicia en la vida de la pintora una singular secuencia amorosa. Todo se desencadenará con la llegada, luego de un largo exilio, de León Trotsky, expulsado de Unión Soviética por Stalin.

Paradójicamente, el asilo político de quien sería el efímero amante de su mujer, fue conseguido por Diego Rivera, esposo de Frida, simpatizante de sus ideas. Por supuesto que el muralista no era un devoto de la fidelidad matrimonial, cosa que Frida, de alguna manera, con su fuerte carácter, no iba a pasar por alto. Y así se inicia un romance fogoso y breve del que Natalia, esposa del líder, tuvo conciencia desde el principio y Rivera, al parecer, se enteró un poco después.

La obra deja el costado político, que sólo aparece fugazmente en destellos, como el trágico destino de los hijos de Trotsky con el gobierno stalinista. Todo en la obra es espacio amoroso y el juego erótico alcanza sus mejores momentos presentando a un imprevisible oficiante del rito más viejo del mundo y una maestra joven (53 años él, 30 ella) azuzada por las infidelidades del hombre de la casa y atraída por un personaje importante en el plano político internacional. No por nada Frida estaba abocada en esos momentos a la problemática de la Guerra Civil española.

LOGRADA RECREACION
Ya Mario Diament ("Crónica de un secuestro", "Cita a ciegas") había llevado a escena otra famosa relación amorosa, la del filósofo Heidegger y la escritora Hanna Arendt en "Un informe sobre la banalidad del amor", transitando caminos complicados de una pareja en permanente estado de crisis. Esto no ocurre con "Los amantes de la Casa Azul", donde todo es efervescente, breve y más cercano al juego y la travesura, a pesar de que la cosa obligó a sus integrantes a enfrentamientos y partidas intempestivas.

Llamativamente, Diament ha tenido la suerte, como en su obra "Un informe sobre la banalidad del amor", donde brilló Alejandra Darín, de encontrar la actriz ideal, Maia Francia, capaz de encarnarse en Frida Kahlo con una notable carga de sensualidad y picardía, junto a la capacidad de lograr la complicidad del espectador en su fogosa aventura.

Pero no estuvo sola en la tarea. Un sólido trabajo de Roberto Mosca como Trotsky, en una composición difícil que mantuvo dignidad y a la vez ingenuidad en la conquista, se unió a la discreción y equilibrio de la Natalia de Silvia Kanter. Mientras que el Rivera de David Di Napoli quedó por ahora más en la contundencia física que en la interioridad psicológica.

"Los amantes de la Casa Azul" exhibe un buen juego de monólogos, acompasadamente iluminados (buen trabajo de Miguel Morales) y con incursiones en la platea. Con pocos elementos escenográficos y de vestuario, pero significativos estéticamente por sus contornos y colores (exquisitas las prendas del personaje de Frida), la obra logra una cálida recreación temporal y un buen ritmo dramático.

Calificación: Muy buena