En su primer trabajo para un teatro público, Andrea Garrote dirige una obra sobre el paso del tiempo

"No nos hacemos cargo de la vejez"

Convocada por el Cervantes estrenó "Adela duerme serena", de Teo Ibarzábal, sobre un núcleo familiar en lenta agonía. La apropiación que hizo del material y un salto de la temática hacia el futuro.

 

Por primera vez la convocan desde un teatro público para dirigir y se la ve feliz al respecto. Si bien ya realizó muchos trabajos como actriz en el circuito oficial, Andrea Garrote -galardonada y prestigiosa intérprete, directora y dramaturga del off- se "estrena" en el teatro Cervantes. Y le tocó una difícil: un texto que, en principio, resulta muy alejado de ella, de su impronta "humorístico-intelectual", tal como la define, y que se ve en la exitosa obra "Pundonor", actualmente en la sala Hasta Trilce.

En ese unipersonal, la actriz interpreta a una caótica profesora de Filosofía que se gana la platea a fuerza de humor y emoción (tienen funciones programadas hasta fines de este año y retomarán el próximo). Mucho de lo que sucede en "Pundonor" resulta estallado, "palo y palo", "tribunero" en el buen sentido. Sin embargo, en la obra para la que fue convocada ahora, "Adela duerme serena", de Teo Ibarzábal, todo suena, en comparación, más calmo, sencillo y "chiquito".

"La poética en general me resulta ajena pero esto no es malo. El texto tiene una condición encantadora: su temática está imbricada en la estructura. Y eso me seduce mucho", dice Garrote a La Prensa en una oficina del sexto piso del Cervantes, tan alejada, en principio, de la magia del teatro o de cualquier otro tipo de magia. Pero ella, en cierta forma, la crea. Cálida, comunicativa, histriónica. Así se la ve, sin caretas.

OBRA PREMIADA
"Adela duerme serena" ganó el concurso de dramaturgia 2018 organizado por Argentores y el Cervantes, del que participaron más de trescientas obras. Su autor es un joven creador, a quien le tocó lidiar con Garrote, con una extensa trayectoria a cuestas. La mezcla, según cuenta la directora, resultó fructífera: "Mantuvimos varias reuniones previas a los ensayos. Hubo correcciones, charlamos, intercambiamos. Fue enriquecedor. Teo se jugó con mucha honestidad. Es una obra que no quiere enseñarte nada. Vos acompañás el devenir, te va llevando".

Parece difícil explicar de qué va la pieza pero Garrote advierte que no es ni críptica ni enigmática. Se trata de una apelación a lo sensorial y sensible. Según cuenta, comienza con una mujer -la Adela del título- a quien su marido decide abandonar. A ella y también a sus hijos. Todo transcurre en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. "Ese sería el puntapié, pero no se trata de una obra "de trama", va por otro lugar -advierte-. Uno de los ejes es el paso del tiempo, la muerte. Se trata de cuestiones que no son de agenda y que el teatro tiene que tomar. Nosotros no nos hacemos cargo de eso en esta sociedad. Retiramos de la escena pública a la vejez y a la muerte. Pero en "Adela..." están muy presentes. Y para lograrlo se ven en escena varios "tiempos" a la vez: la década del "60, la del "80, y también un salto al futuro".
A Garrote se la ve satisfecha porque en las vistas previas con público amigo la recepción fue estupenda. "Les encantó", asegura.

APROPIACION
El gran Alberto Ure, figura clave del teatro argentino del siglo XX, advertía que el director o puestista no debería nunca sujetarse -si eso fuera posible- a lo que escribió el autor. Ure no cambiaba el texto pero sus puestas iban por otro lugar, a veces incluso en contra de la palabra escrita. Conciente o inconcientemente, Garrote hizo algo parecido: se apropió del material. "Le agregué dos personajes, que si bien no hablan, tienen presencia -explica-. Profundicé en el estilo, en el tema de los planos. Lo que uno tiene que hacer al dirigir es mantener la esencia. A veces hay que inventar ciertas cosas para el pasaje de un texto a la escena".

La pieza es protagonizada por Laura López Moyano en el rol de Adela; Mariano Sayavedra (el padre); Valentino Grizutti y Emilio Vodanovich, dando vida a los hijos; y Amanda Busnelli y Federico Marquestó, como los dos personajes agregados -que están "en otro tiempo"-.

-¿Qué registro utilizan?
-Nada artificial pero, dentro de un aparente naturalismo, todo va empezando a volverse extraño. Sin embargo, no por eso críptico. Se trata de un texto autónomo, universal. La gente va a encontrar, dentro de una situación aparentemente naturalista, cómo lo cotidiano empieza a extrañarse. Uno puede seguir a cada uno de los seis personajes y los comprende a todos. A la vez, ve la mirada subjetiva de uno de ellos, Adela. Es un pueblo donde los días se repiten y donde aparentemente no pasa nada. 
Dos meses de ensayos. Cuatro funciones semanales. Todo muy distinto de los largos tiempos que el teatro independiente le suele otorgar a cualquier obra. A esto Garrote está muy acostumbrada. Ahora, con el nuevo desafío, se muestra agradecida a Alejandro Tantanian, director del Cervantes, quien en persona le ofreció el proyecto. "Lo que se está moviendo este teatro es impresionante -dice, mientras abre sus expresivos ojos-. Hay más y nuevo público, propuestas innovadoras. Acá sólo tengo que pensar en dirigir, en el oficio en sí. Eso me resulta maravilloso y no puedo menos que estar feliz ante la oportunidad. Ojalá nos acompañen".