El kirchnerismo quedó a las puertas de la Casa de Gobierno

El macrismo y sus pretensiones reformistas fueron arrasados en las urnas con consecuencias imprevisibles y que tienen un sólo antecedente comparable: 1989.

Se cumplió una vez más la ley de hierro de la política nativa: el eterno retorno del peronismo al poder, cualquiera haya sido su desempeño en el pasado reciente o lejano. En los hechos desde hoy hay un nuevo gobierno, aunque formalmente Mauricio Macri siga en la Casa Rosada. El macrismo y sus pretensiones reformistas fueron arrasados en las urnas con consecuencias imprevisibles y que tienen un sólo antecedente comparable: 1989.

Los presidentes no peronistas no han conseguido terminar sus mandatos desde 1928. Al de Mauricio Macri le faltan cuatro meses para romper ese récord, pero nada parece seguro en ese terreno. Con el 85% de las mesas escrutadas, Alberto Fernández lo superaba 47% a 32%, lo que abre un período de fuerte incertidumbre y turbulencias económicas.

No es lo mismo que Alberto Fernández diga que el dólar debe valer 57 pesos como candidato testimonial de Cristina Kirchner que como virtual presidente electo.

El peronismo había sido repudiado en las urnas en 2015 y en 2017, pero volvió a instalarse una vez más a las puerta de la Casa Rosada por varios factores. El primero, que un porcentaje mayoritario de los golpeados por la devaluación de 2018 cree que sólo tiene futuro si vuelve al pasado, a los viejos buenos tiempos.

Los sectores más pobres de la sociedad están convencidos de que con Cristina Kirchner vivían mejor, es decir, podían consumir más. No los persuadió el discurso macrista de que retroceder a un sistema político/económico que es la causa del fracaso de la Argentina de las últimos 70 años sólo serviría para consolidar la decadencia y la pobreza. Creen que ya tuvieron suficiente `cambio' y que el retorno del kirchnerismo no puede ser peor para ellos. Por eso los antecedentes de los cuatro últimos años del gobierno de Cristina Kirchner con Axel Kicillof al frente de la economía tampoco los intimidaron: ni el cepo, ni el default, ni el emisionismo, ni la inflación.

La preocupación de los sectores bajos y medio bajos está en otro lado: las tarifas, los subsidios y el control de precios. La corrupción y las mafias son temas que no figuraron ni figurarán en su agenda. Mucho menos las cloacas, el asfalto o los parque eólicos.

La victoria de Axel Kicillof sobre María Eugenia Vidal fue aplastante, aunque se trata de la dirigente política con mejor imagen del país. Ni la bonaerense, ni el narcotráfico, ni los Aníbales tuvieron la menor incidencia en el voto de los bonaerenses que pasarán a ser gobernados por un docente universitario que no pertenece al aparato partidario y cuyo antecedente más conocido de gestión fueron el cepo y los cedines.

Macri llegó a la votación con la economía en muy malas condiciones. Recesión, inflación del 45%, caída del empleo y asistencia respiratoria del Fondo Monetario. Un triunfo bajo esas condiciones hubiese resultado inédito. Estaba condenado de antemano. Hizo parte del ajuste y lo que viene es quién hará lo que falta. A esta incógnita se suma la de la cohesión del kirchnerismo con un poder real (CFK y Máximo) y otro formal que juntó nada menos que 10 millones de votos.