Si existe un debate social que debe darse, es el de la educación que queremos para nuestros hijos. Pero este debate ha sido escamoteado a la gente.

Al final: ¿se va a poder decir mamá y papá en la escuela?

Por José Durand Mendioroz * 

El Senado otorgó el pasado 17 de julio media sanción al proyecto de reforma de la ley de Educación Nacional, en trámite exprés. Lo que ocasionó que grupos muy sensibilizados viralizaran en las redes que ya no se va a poder hablar más de papá y mamá en las escuelas de toda la Argentina, por considerarse ambos términos como discriminatorios y que además se busca que no se pueda hablar en las escuelas de la estructura natural de la familia. La crítica alcanzaba a la mayoría de los senadores por aprobar sin estudio este proyecto. En contraposición, un equipo periodístico orientado a la verificación de noticias, publicó el pasado 26 en el portal Infobae, que lo sostenido en las redes es falso, ya que lo expresado no consta ni en los fundamentos del proyecto, ni en su parte dispositiva; ni -por cierto- en la versión taquigráfica.

Efectivamente, lo denunciado en las redes no está expresado textualmente en dicha documentación; se trata a mi juicio de una excesiva simplificación, al fin y al cabo, bastante propia de estos instrumentos comunicacionales. Pero me parece más notable la simplificación de calificar, sin más, la información como falsa, porque el texto viralizado es una opinión acerca de las intenciones de los autores del proyecto y fundamentalmente, de lo que va a pasar en el futuro en las aulas. No dice en ningún lugar que lo que opinan esté expresado textualmente en el trámite parlamentario. Entonces, podrá decirse que no se comparte dicha opinión y calificarla de infundada, de errónea, de exagerada, pero no de falsa, porque no afirma hechos, sino intenciones en vista a hechos futuros. 

¿ES UN OPINION INFUNDADA?
Ahora bien ¿se trata de una opinión infundada? Más importante aún ¿se trata de un buen proyecto de ley?.
Vayamos un año atrás. A pocos días del rechazo en el Senado del proyecto de ley de aborto, se presentó un proyecto para reformar la ley de Programa de Educación Sexual Integral (Nø 26.150) a fin de hacer obligatoria la "perspectiva de género". Como es natural en una democracia, la gente comenzó a discutir y ya se veía venir un nuevo debate social y legislativo -cosa que a algunos no les gustaba nada-. El Poder Ejecutivo consiguió entonces que el Consejo Federal de Educación dictara la Resolución 340/18 inspirada en la visión de género, salteándose "a la torera" tanto debate como reforma legal. Desde entonces, se comenzó a aplicar obligatoriamente en todas las aulas argentinas un único programa de ESI "envasado" de acuerdo con la fórmula de la Fundación Huésped. 

Así, la ley de ESI 26.150 permanece sin reforma alguna, sosteniendo un modelo abierto, susceptible de adaptaciones por la vía de la participación de la comunidad educativa, especialmente de los padres en su condición de agentes naturales y primarios de la educación. Esta discordancia entre el Programa único-ideológico del Ministerio, y la Ley de ESI -que verdaderamente admite pluralidad de programas- pone de manifiesto que aquel "está flojo de papeles". Entonces la media sanción del Senado tiene por finalidad (tan solo) paliar esa carencia, pretendiendo darle respaldo legal al Programa Unico-ideológico. 

LOS FUNDAMENTOS
Vayamos ahora a los fundamentos de la media sanción. Podemos leer "La naturalización de masculinidades y femineidades hegemónicas es en sí una forma de violencia que legitima otras". Típica expresión confusa, de difícil interpretación, pero que puede servir como premisa de cualquier determinación, en el nivel de reglamentos o de planificación, de que se evite el uso de "mamá" y "papa" en el contexto en que normalmente la gente -y los niños- lo usan. Porque, al fin y al cabo ¿qué mayor "naturalización" de "masculinidades y feminidades hegemónicas" podemos concebir que la significación permanente, profunda y entrañable de las palabras papá y mamá? Entonces, la denuncia viralizada está bien encaminada. Porque todas estas acciones pro gender deben interpretarse de acuerdo a una finalidad ideológico-política, no científica.

Otra afirmación -confusa para quien no es "iniciado"- nos da la pista de que lo que se persigue: "El ámbito educativo es el espacio donde se puede producir un verdadero cambio para deconstruir estas formas de relacionarse, que se encuentran naturalizadas y provocan tantos daños en la individualidad de las personas, en sus relaciones interpersonales y en la sociedad en su conjunto." ¿Qué nos hemos perdido? Nos encontramos de golpe con ideólogos que se arrogan el privilegio de imponer su particular concepción de lo que es bueno y es malo. ¿Qué formas de relacionarse que se encuentran naturalizadas pretenden "deconstruir" en una clase de educación sexual a niños de 6 años, por ejemplo? ¿Por qué se ha dejado de lado a las mamás y a los papás como responsables de la orientación moral y religiosa de sus hijos en materia de sexualidad?.

En la sociedad argentina nadie quiere la perpetuación de las inequidades, ni la violencia, ni las variadas formas de abuso; ni contra la mujer, ni contra los niños, ni contra nadie. Los ideólogos de género pretenden apropiarse de estos fines e identificarlos con su muy peculiar programa de educación sexual. "Lo separado es aparte", dicen en mi pago. Compartimos aquellos fines, pero de ningún modo pensamos que su programa de educación sexual sea el camino. Este tiene una inspiración ideológica que no compartimos y está lleno de errores que, si pudieran debatirse ampliamente, quedarían expuestos.

DOS REFLEXIONES FINALES
Si existe un debate social que debe darse, es el de la educación que queremos para nuestros hijos. Pero este debate ha sido escamoteado a la gente, se ha dejado la educación sexual en manos usinas ideológicas seguramente relacionadas con las imposiciones de las finanzas globales (mientras la izquierda mira para otro lado.). Y para eso se ha recurrido al trabajo de minorías enquistadas en el poder.
Las leyes de género que se aprueban prácticamente sin debate (¿quién puede oponerse a los fines que dicen defender?), deben ser objeto de un análisis más cuidadoso, teniendo en cuenta los reales objetivos que persiguen. Los argentinos vemos como se plantan los principios jurídicos que permitirán condenar a un Dr. Rodríguez Lastra; vemos como se consolida el cerrojo para que nuestros niños sean cobayos de laboratorio para deconstruir la identidad natural de varón y mujer, o para que se les enseñe las técnicas de sexo anal seguro. Vemos también cómo el aborto que no pasó por la puerta del Congreso, entró por la ventana...siempre de la mano de las minorías.


* Abogado y docente.