"El actor es el alma del teatro"

Paula Ransenberg destaca el valor del juego dramático y revela de qué modo encara a sus personajes.

 

 

Escribió y protagoniza "Para mí sos hermosa", sobre siete mujeres muy distintas que lloran la ausencia de un mago. Además, actúa en otra pieza y prepara el estreno de una tercera. Todas en su sala fetiche, Timbre 4.

 

No parece quedarse quieta Paula Ransenberg. Si bien la entrevista con La Prensa sucede a propósito del fenómeno que representa "Para mí sos hermosa" (séptima temporada en Timbre 4), que ella escribió y protagoniza, la actriz paralelamente interpreta "Juicio a una zorra" (en la misma sala), ensaya "Sentada en una casa de vidrio", que se estrena en septiembre, y vislumbra en su horizonte próximo la reposición de "Nerium Park", junto a Claudio Tolcachir.
Todas propuestas en Timbre 4, el espacio de Boedo dirigido precisamente por Tolcachir -su gran amigo- y que ella ayudó a fundar. Allí da clases de teatro para los alumnos del cuarto año -el último-. Allí también estrenó la mayoría de sus creaciones. En el bar del teatro se realizó la nota. ""Es mi casa"", dirá. Y es cierto: todos la conocen, la saludan, se nota que la quieren.

La inesperada desaparición del mago Harry Vansky desata la trama del unipersonal "Para mí sos hermosa". Siete mujeres lo lloran, lo recuerdan con amor y con odio. El fue el motor de sus vidas.

-Generalizando mucho, podría decirse que la obra trata sobre mujeres seducidas y abandonadas. ¿Está de acuerdo?
-Son mujeres abandonadas, sí. Hay algo de eso en la obra, pero no solamente. Si bien tiene que ver con el abandono del amor real, también trata de la relación que tenemos con la ilusión. Puede ser el abandono de alguien o la ilusión de ese alguien que venía a completar nuestra vida. O también de las ilusiones que uno tiene.
Si bien la obra termina su ciclo actual muy pronto (va los sábados a las 20.30, hasta el 4 de agosto), volverá, aunque todavía sin fecha definitiva, para una octava temporada. "Continuará porque fue increíble lo que pasó -explica Ransenberg-. Este año se abrió la ventana de dos meses de funciones. Y nos encanta hacerla. Se está llenando y en esta época es milagroso porque el teatro atraviesa una etapa muy difícil".

-¿A qué atribuye el éxito?
-Además de al mago Harry (sonríe)...La realidad es dura y uno está medio lastimado con lo que pasa, y la obra es muy amable con el espectador. Lo cuida, lo trata bien, lo divierte.

-¿Cambió en estos años?
-No en la estructura pero creció, se llenó de detalles. Los personajes tienen más fondo. Cobró hondura. Parte del espectáculo está parado en el cambio de personajes y lo que antes me hacía agitar y transpirar, ahora lo tengo más incorporado. Hay algo que está aceitado.
En efecto, quien vea "Para mí sos hermosa" descubrirá un mecanismo de relojería. Encontrará a una actriz que se desliza en escena con soltura y haciendo que todo parezca sencillo. No lo es. Ransenberg pasa de un personaje a otro, de una emoción a otra, de un vestuario a otro en cuestión de segundos. De hecho, ese acelerado cambio de ropa es fuente de una de las tantas anécdotas que guarda de tantos años haciendo la obra. "Una vez -recuerda- me pasó algo desesperante, horroroso. Yo me cambio detrás del biombo con una luz azul que el público no ve. Una de las veces no tenía luz. Alguien la desconectó y me cambié a oscuras durante toda la obra, al tacto. Fue duro".

CONTRAPUNTO
La actriz interpreta siete personajes femeninos intensos. Todos con historias potentes. Sin embargo, un dúo muy especial se lleva todos los comentarios: las siamesas Trixie y Lizzi, que tienen personalidades diametralmente opuestas y dialogan entre sí (Ransenberg utiliza una peluca con una parte rubia y otra morena para interpretarlas). "Son los personajes que a mí me siguen divirtiendo porque son un contrapunto genial -señala-. Ellas podrían tener un micro en la tele. Se retroalimentan. Me divierte mucho hacerlas. Me gusta la sorpresa que causan en el público."

-Se ve un enorme despliegue de actuación en el escenario, que incluso le ha valido muchos premios. ¿Cuál cree que es el rol del actor en el hecho teatral?
-Protagónico. Para mí es el alma del teatro. Para mí Etter, por ejemplo, es un pajarito...Ella entonces está siempre con la respiración cortita y se la ve liviana, etérea. La presencia del actor y su juego actoral es fundamental.

-Escribe a partir de ahí.
-Totalmente. Y la gente a la que no le copa tanto el trabajo me ha criticado la dramaturgia. El otro día hablaba con Claudio sobre su proceso para escribir. A él se le presenta primero la historia, más que los personajes. Pero a mí, que ante todo soy actriz, me gusta mucho hacer muchos personajes. Y que sean un chifle y puedan causar humor pero que tengan un alma. Eso es lo que me mueve. Y desde ahí fluye la historia.

-¿Cómo aborda la actuación para que parezca fácil?
-Depende de la obra y del personaje. Si es naturalista, como en "Nerium Park", es por el conflicto, el trabajo con el otro, encontrar el vínculo. Ahí casi no hay construcción diferente de mí. Sí algunos detalles, pero básicamente es una mujer con un montón de líos, como todos. Los personajes que yo escribo, en cambio, son medio "pasados" y me gusta abordarlos, obviamente, desde su conflicto, pero también desde una particularidad física, una forma de respirar o de vincularme con el espacio. Desde la pelvis, los detalles, la voz.

FUE CINE
-Se lució en la serie "Sandro de América" interpretando el rol de la madre, a pesar de "no estar en edad" (Ransenberg recién pasó los cuarenta). Tenía maquillaje, pelucas. ¿Cómo vivió la repercusión de ese programa y de su labor en él?
-"Sandro" fue un regalo del cielo. Tanto las cosas que hice en el teatro comercial ("Todas las rayuelas", en el Multiteatro) o "Sandro" fueron experiencias increíbles. Actuar siendo dirigida por (Adrián) Caetano fue maravilloso. La televisión que hicimos con ese programa fue cine. Estuvimos ocho meses rodando, fueron trece películas.

-¿No le tiene miedo a ser una actriz popular, entonces?
-No, no le temo. Pero también soy consciente de que es un viaje medio azaroso ese. Hoy puede venir, pero se puede ir. Y si uno está viviendo para eso, se cae la vida. Se sufre mucho porque existen diversos factores que no dependen de uno. Meterse en ese juego requiere de un carácter y de una valentía muy especiales. Para mí Timbre 4 es mi casa donde disfruto enormemente dando clases, escribiendo, creando. Y donde sobre todo soy muy feliz.