Globalización con lastre

La economía mundial se expandirá a un ritmo menor en los próximos años, perjudicada por el proteccionismo y la guerra comercial. El escenario adverso no afectará el acuerdo Mercosur-UE.

POR JUAN JOSE LLACH *

La ansiedad por saber qué rumbo tomará la Reserva Federal de los Estados Unidos sigue en aumento. En su declaración de junio hubo sólo 1 voto, sobre diez, a favor de una reducción de las tasas de interés, pese a que la inflación sigue muy baja -en mayo fue de sólo 1,6% anual, tanto en su versión núcleo (o core) como en la total.

Suavemente, mencionan cierta desaceleración de la economía de los Estados Unidos que, efectivamente, está ocurriendo. En contraste, los datos de empleo de inicios de julio mostraron un mercado de trabajo sólido. El desempleo sigue muy bajo -subió una décima, de 3,6% a 3,7%-, la tasa de empleo se mantuvo en 60,6% y la creación de empleos privados alcanzó un satisfactorio 191.000, más del doble que el mes anterior, aunque 20% menor que un año atrás.

La productividad laboral crece rápidamente y no ocurre lo propio con el costo laboral -muy probablemente porque, en los hechos, la inmigración es mayor de lo que aparece en las declaraciones y en las leyes. Sin ella, la inflación sería mayor que la actual.

A la desaceleración, por ahora suave, de la economía de los Estados Unidos, se agrega la vigencia de la guerra comercial versus China. En el G20 de Osaka se consiguió una precaria tregua, aunque ilusiona el restablecimiento del diálogo China-Estados Unidos.

La tensión con Irán, en cambio, aumenta. No será fácil la reunión de la Reserva Federal del 30-31 de julio y la rebaja de tasas parece acercarse. En esta decisión influirá también la política. El presidente Donald Trump impulsa el nombramiento -estatutario- de dos nuevos miembros del directorio "palomas" de la Reserva Federal y, salvo que las encuestas electorales den muy bien, aumentarán sus presiones para bajar las tasas.

En nuestro habitual análisis sobre la evolución de los mercados desde la asunción de Trump todavía no se ven luces rojas -monedas con variaciones suaves, rendimientos de los bonos de los Estados Unidos y los riesgos de países emergentes en baja, commodities y bolsas todavía firmes-, pero sus cambios pueden ser bruscos.

Seguimos pensando que hay riesgos de recesión en algunos países, en parte por los riesgos de burbujas en bolsas y propiedades y deudas públicas y privadas demasiado altas. La cuestión decisiva para el crecimiento global, sin embargo, se jugará en otro campo, a saber, si las tendencias proteccionistas -curiosamente encabezadas hoy por los Estados Unidos- serán moderadas o lisa y llanamente afectarán a la propia globalización.

Como hemos dicho aquí varias, pensamos que la globalización continuará, aunque con más proteccionismo que hasta hace un año. Debería aprovecharse esta situación para corregir las falencias de la globalización, por ejemplo, los excesos de financierismo, la distribución del ingreso muy desigual y la insuficiente protección del medio ambiente.

Aunque nuestro pronóstico fuera acertado, y la globalización tuviera continuidad, el comercio global no crecerá como en los últimos lustros, al menos por un tiempo. Por esto y por otras razones, hay quienes se preguntan si era este el momento adecuado para firmar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea.
Nuestra respuesta es afirmativa, pero es bueno desarrollar los argumentos. Primero, los dos principales socios del Mercosur, Brasil y la Argentina, eran hasta el año 2017 las dos economías más cerradas del mundo. En lo que va del siglo XXI, ambos países han estado entre los de menor crecimiento de América Latina. Abrirse negociando con la segunda economía del mundo luce más ventajoso que hacerlo de manera unilateral.

En tercer lugar, la apertura a las importaciones del Mercosur, en la mayoría de los rubros, será en el mediano plazo (7 a 15 años), mientras que las de la Unión Europea serán mucho más rápidas. Esto es crucial para dar tiempo a los sectores más sensibles, sobre todo en la manufactura, para invertir, innovar y prepararse para competir.

El tiempo lo dirá, y el qué dirá dependerá mucho de los resultados de las elecciones presidenciales de este año, dado que los principales candidatos de la oposición se han manifestado contra el acuerdo. Hay un cuarto punto, de gran importancia, y es cumplir con el artículo 1 del tratado de Asunción de 1991 que establecía que el mercado común que se creaba implicaba: 1) la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países; 2) el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común y, 3) la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados Partes.

Nada más y nada menos ¡Cuánto mejor nos habría ido, sobre todo a la Argentina y a Brasil, tomando en serio esta agenda! Pues bien, ahora estamos frente a una nueva oportunidad, con el desafiante aliciente adicional de sumar gradualmente como socio a la tercera economía del mundo, que es 5 veces mayor que la del Mercosur y 24 veces mayor que la de la Argentina.

* Ex viceministro de Economía y ex ministro de Educación. Actualmente es catedrático de la Universidad Austral.