La escuela técnica Otto Krause cumple 120 años

Es el primer colegio industrial de la Nación, que nació como respuesta a la industrialización del país y hoy tiene como desafío repensarse en un sistema productivo atravesado por las nuevas tecnologías.

 

La historia de la Escuela Técnica Nø 1 Otto Krause, considerada una de las mejores secundarias de la Argentina, está ligada al desarrollo productivo del país y a los avances de la ciencia aplicada durante el siglo XX. Hoy, en un presente signado por el cambio, diseña su futuro incorporando las nuevas tecnologías para adaptarse a la realidad económica.

Mientras el ferrocarril avanzaba sobre la Patria y todas las ciudades se llenaban de chimeneas, la demanda de obreros especializados y altamente calificados alentó su creación, el 15 de marzo de 1897, como anexo de la Escuela de Comercio, actualmente el colegio Carlos Pellegrini. Fue tanta la demanda que dos años después, el 17 de marzo de 1899, se independizó como la primera Escuela Industrial de la Nación.

Diez años más tarde, el 24 de mayo de 1909, el ingeniero Otto Krause diseñó y construyó el monumental edificio de Paseo Colón y Chile, con talleres para Mecánica, Química y Construcciones. Más tarde, en consonancia con los avances tecnológicos, se agregarían Electricidad, Computación y Electrónica.
"Cumplimos 100 años de la construcción del edificio y 120 de la fundación de la escuela -contó Claudia Rey, rectora del colegio Otto Krause-, pero lo que celebramos es lo que le pasó al país y a la educación por la creación de esta nueva modalidad de estudio en manos de este prohombre adelantadísimo a su tiempo que era Otto Krause".

"El entendía que no había que formar simplemente operarios, mano de obra para la industria, sino personas que tenían los conocimientos técnicos y científicos suficientes para poder interpretar lo que los ingenieros proyectaban -señaló la rectora-. El egresado de nuestra escuela sabía hacer el trabajo manual, pero además conocía los fundamentos teóricos y científicos del funcionamiento de las máquinas. Este técnico se fue transformando en un ingeniero en miniatura".

-El colegio nace como respuesta a la necesidad de industrialización del país. ¿Cuáles son los desafíos de hoy?
-Los avatares de la escuela técnica durante el siglo pasado siguieron los engranajes que había pensado Otto Krause, aunque se fueron incorporando especialidades a medida que aparecían nuevas tecnologías. Sin embargo, llegamos al siglo XXI con un desafío mayor, porque hoy todas las especialidades tienen que repensarse e incorporar las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación), porque sin ellas, quedás afuera del mundo laboral, científico y productivo.
Nuestro gran desafío también es incorporar a la formación técnica las "habilidades blandas", que siempre se consideraron poco importantes: un técnico hoy debe estar preparado para trabajar como "free lance", presentar un proyecto, saber hacer costos de producción, conocer sobre seguridad industrial, desde el punto de vista de la gestión de los procesos productivos.

-¿Es un cambio también en los contenidos?
-En algunas especialidades la renovación del conocimiento se da con mayor énfasis que en otras. Ahora, por ejemplo, estamos a punto de abrir nuestra séptima especialidad en Energías Renovables. Tenemos instalados en el techo paneles solares y molinos de energía eólica que producen toda la electricidad que consume la escuela, y en corto plazo estamos en condiciones de mandar energía al sistema.
La incorporación de esta nueva tecnología nos va a permitir, además, refuncionalizar todo el sistema de materias, porque en la orientación van a participar docentes de Electricidad, de Electrónica, de Química, Mecánica y Computación, pero todos en una nueva visión de la energía.

-El modelo de alumno también ha de ser diferente del que había en el siglo XX.
-Para la legislación argentina, la educación secundaria es obligatoria, por lo que se debe apuntar a que un alumno ingrese, transcurra y termine sus estudios en un tiempo relativamente prudencial, por lo que todas las trayectorias se han vuelto más personalizadas.
Es un trabajo lento y arduo, porque nosotros, los docentes, estamos formados en una escuela del siglo XX, donde todo el mundo tenía que hacer lo mismo y ser evaluados del mismo modo para que sea una acción de justicia. Hoy la escuela debe evaluar en los contenidos de su diseño curricular, pero no a todos de igual manera, ni al mismo tiempo ni de la misma forma.

-¿Cómo logran motivar a los adolescentes para que adquieran el conocimiento científico?
-Desde hace muchos años venimos poniendo énfasis en favorecer el desarrollo de los alumnos a través del "trabajo por proyecto", donde son los chicos los proponen sobre qué quieren investigar.

Por ejemplo, los alumnos de Electrónica querían hacer una mano mecánica que funcionara igual que la humana y que le sirviera a una persona que la hubiera perdido. Esta mano articulada -que ganó premios en Innovar e Innova- se creó usando una impresora 3D y fue el resultado del trabajo de varias materias en las que los alumnos la pensaron, la diseñaron en maquetas y la llevaron al modelo.

Primero la manejaban a través de una computadora y luego pensaron en moverla utilizando la tecnología de Bluetooth: probaron muchas opciones y, por las características, llegaron a la conclusión de que lo mejor era adaptar un guante de golfista. Hubo pruebas y errores y hoy es un hecho.
Cuando se trabaja por proyecto, se aprenden todos los contenidos teóricos duros y se aplican los conocimientos de manera tangible. Ese conocimiento queda para que el año siguiente otro grupo continúe con la idea y la mejore.

-¿Cómo es el vínculo de la escuela con el mundo productivo?
-En el contexto de las Prácticas Profesionalizantes, desde el año pasado, los alumnos de sexto año reciben capacitaciones en empresas ubicadas en el Centro de Diseño de Barracas, donde aprenden, sobre todo, las habilidades blandas, y aquellas duras que no podemos ver en la escuela, como, por ejemplo la inteligencia artificial.
Este tipo de prácticas son, en verdad, parte de la tradición que el mismo Otto Krause inició: al diseñar la escuela él planteó que todo aquello que no se pudiera hacer en los talleres, se tenía que ir a buscar a la industria.

 

Claudia Rey es la primera rectora que dirige el colegio

 

Cada vez más mujeres se animan a estudiar disciplinas industriales


El colegio industrial siempre fue un ámbito masculino, donde se formaban los obreros industriales y los técnicos especializados. Sin embargo, el cambio de siglo se llevó puestos los prejuicios y hoy el Otto Krause es elegido por igual por mujeres y hombres. Es más, desde hace cinco años está dirigido por una rectora, la primera que llega a ese lugar en la historia. Se trata de Claudia Rey, licenciada en Gestión Educativa y profesora de Biología.

"Aunque no vengo de la formación técnica dura, tengo casi 40 años de docente en la modalidad. Concursé por el cargo entre 2014 y 2015 y, al ganar, elegí la Escuela Técnica Nº 1 Otto Krause. Antes ninguna mujer había llegado a la Rectoría. Siempre fueron ingenieros, hombres y profesores de la escuela. Cuando llegué, no conocía el edificio, pero he sido muy bien recibida y siento que es mi escuela de toda la vida. Soy más krauseana que todos los krauseanos", describió.

"La matrícula de alumnos también cambió y cada vez hay más chicas que se animan a la escuela técnica, incluso en las disciplinas más duras, como en Mecánica, que están todo el día con el mameluco y llenos de grasa -afirmó la rectora-. En el Ciclo Básico hay casi igual cantidad de niñas que de varones, pero se diversifica en las orientaciones. Por ejemplo, en Química la mayoría son mujeres, pero en Electricidad y Construcción, bo hay casi ninguna"

-El Otto Krause es sinónimo de excelencia. ¿Cómo se logra en la escuela pública?
-Con esfuerzo. No tenemos exámenes de ingreso como en el Nacional Buenos Aires o el Pellegrini. Somos una escuela pública de la Ciudad, de ingreso irrestricto, por lo que todo el trabajo se hace una vez que entra el alumnos a la escuela.
Trabajamos con el estudiante y su familia y, sobre todo, con el esfuerzo que hace el docente, que es el que tiene que hacer que alumnos que vienen de distintas realidades sociales y formaciones, en los dos años de Ciclo Básico, lleguen a un nivel mínimo e indispensable como para poder adquirir los contenidos más complejos, de mayor abstracción, del Ciclo Superior.
No existe la excelencia pensada desde la idea de que hay un nivel X y el que no llega no puede estar a esta escuela. Esa es una premisa de otro tiempo que ya no es válida. Hay alumnos que, tal vez, no son tan buenos en lo académico, pero que son excelentes en el diseño de proyectos y se enganchan con esa motivación para mejorar las notas en las materias.

-Se define como krauseana ¿Cuáles son los valores de la institución?
-Esfuerzo, entrega, dar lo máximo, solidaridad, trabajo en equipo, salir de los estados de confort para ir a los lugares donde más nos cuesta, hacer y participar, siempre con honor.
El espíritu krauseano es aquello que hace que dos personas se encuentran en cualquier lugar del mundo y una sabe que la otra es también egresado del Otto Krause puedan darse un abrazo y saber que comparten las mismas raíces, de algo que los ha formado de por vida.

Cuando Otto Krause vino al lugar donde hoy está la escuela, en el Bajo no había nada, eran los bañados del río. Se paró y miró al futuro. De ahí nació este edificio, que desde el principio se pensó como espacio para una escuela técnica, con esta envergadura. Esa es la característica krauseana: no tener miedo al desafío ni a aquello que parece imposible de ser realizado.