Alberto Fernández perdió el control político y los Kirchner lo manejan

Lo que vendrá- Alberto Fernández y Sergio Massa, fueron, sin dudas, los grandes perdedores en la configuración de este nuevo panorama político en el país.

 Hace tan sólo dos meses, hubo convocatorias para buscar un pacto que les diera gobernabilidad y previsibilidad a los futuros gobiernos, en un intento por hallar una coherencia y continuidad al menos en los grandes temas sobre los que el país necesita soluciones urgentes. No sólo no hubo acuerdo sino que se atomizó el panorama político generando una serie de coaliciones que parecían improbables pocas semanas atrás. El peronismo, en una de las peores crisis de su historia, sufrió una verdadera desbandada y sus representantes se alojaron en todas las nuevas alianzas a punto que será imposible no votar a un peronista en octubre.

 El cierre de las listas de candidatos dio lugar a la apertura de una serie de disputas entre los que quedaron heridos por no ser considerados y los que impusieron su voluntad. Entre los síntomas más significativos que dejó el armado de las nóminas de legisladores está la clara demostración que el candidato a presidente por la alianza Frente de Todos, Alberto Fernández, no tiene el control político y debió someterse a la decisión de lo que ordenaron la propia Cristina Fernández y su hijo Máximo Kirchner, que se adueñó de la lapicera y colocó a todos militantes de La Cámpora, dejando fuera a peronistas ortodoxos que descontaban iban a ser incluidos. Cualquier analista a esta altura de la campaña puede deducir que no tardaron mucho los Kirchner en dejar que se les notara la jugada de convocar a un sector del peronismo no kirchnerista para poder tener la adhesión de aquellos que se quedaron sin la destruida Alternativa Federal y que no están dispuestos a votar a Cambiemos.

A la hora de la verdad, el kirchnerismo se impuso y una vez más usará al peronismo como pantalla pero le dará el poder a agrupaciones como La Cámpora que no tienen una historia política destacable salvo la de generar militantes que funcionan como una fuerza de choque. No hace falta ser muy espabilado para saber que el movimiento que preside Máximo no tuvo nunca una plataforma política ni un proyecto de país que no sean ideas sueltas, más pensadas en reacciones ideológicas, sin más sustento que "izquierda". 

LOS GRANDES PERDEDORES
 Alberto Fernández y Sergio Massa, fueron, sin dudas, los grandes perdedores en la configuración de este nuevo panorama político en el país. Fernández porque ya dio pruebas acabadas de debilidad y que deberá acatar lo que los Kirchner le ordenen aunque no le guste. Massa lo perdió todo y le tiraron un hueso a último momento con la intención de quedarse con ese supuesto diez por ciento de votos que tendría el fundador del Frente Renovador, que a raíz de esta mala decisión, también se deshizo.

 El tigrense perdió el tren de ser candidato por Alternativa Federal e implosionó su propio partido, dejando heridos en la batalla a personajes que lo apoyaron desde los comienzos y que hoy se sienten traicionados como Graciela Camaño, que no dudó en sumarse a las filas de Consenso Federal 2030, que conduce Roberto Lavagna. Queda claro también que en el próximo ciclo legislativo las sesiones estarán marcadas por el escándalo, los gritos, los desaires, los cartelitos, es decir la metodología de La Cámpora de no discutir sino de intentar silenciar al opositor. Ganen o pierdan no cambiarán su estrategia. Incluso el propio Sergio Massa, que va primero en la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires y sería el presidente de la Cámara en caso de ganar las elecciones, no contará siquiera con el apoyo de su propio bloque que integrado por camporistas están en la vereda de enfrente de su modelo de país y sus intenciones políticas, al menos las declaradas durante la precampaña.

 Un detalle de esta falta de coincidencia es que CFK no quiso aparecer en ni una sola foto junto a Massa, después de haber llegado a un acuerdo. Ante este panorama muchos creen ver que pronto las crisis entre el candidato a presidente Alberto Fernández y su vice Cristina Fernández, derivarán en un choque sin retorno, uno de los dos deberá abandonar el barco y no es difícil suponer quién será.

EN CAMBIEMOS MANDA PEÑA
 En Cambiemos la decisión de Macri de llevar a Miguel Angel Pichetto como candidato a vicepresidente, alteró todas las estrategias previstas por Marcos Peña y Durán Barba. Un peronista de toda la vida y con enorme peso político le servirá a la nueva alianza Juntos por el Cambio para convocar referentes a justicialistas y militantes decepcionados por la atomización del partido base, que hoy por hoy ya no existe como fuerza unificada e independiente. En estas horas Pichetto dialoga con todos los justicialistas a los que La Cámpora dejó afuera, como el caso de algunos intendentes del conurbano de mucho peso que se sienten ninguneados por el hijo de la ex presiente.

 "Mucha foto, mucha foto, pero después nos cerraron la puerta. Nos usaron, eso hicieron, nos usaron", admitía un intendente de un importante municipio de la zona sur.
 Otro que tuvo que salir a componer diferencias fue Roberto Lavagna quien protagonizó un fuerte enfrentamiento con Margarita Stolbizer, líder del GEN, que se negó a ser candidata a gobernadora bonaerense después de que Graciela Camaño renunciara a esa misma oferta.

Ambas mujeres saben que sólo sería una postulación de fantasía porque allí la polarización entre María Eugenia Vidal y Axel Kicillof no da lugar a una tercera fuerza política. El sindicalista gastronómico, Luis Barrionuevo, esposo de Camaño y uno de los peronistas que apoyan a Lavagna, metió mano en las listas de candidatos y dejó fuera a muchos representantes del GEN, otro motivo más para el enojo de Stolbizer que se quejó de que era una lista "muy peronista".

 Ahora que el carro está en movimiento, los melones se acomodarán solos, pero habrá pases de factura, más traiciones y sobre todo, que gobernar el país a partir de 2020 resultará muy difícil gane quien gane. Las PASO del 11 de agosto serán como un referéndum que sólo dará algunas pistas sobre lo que realmente ocurrirá en las urnas de octubre, pero muchos analistas económicos temen que estos primeros indicios desestabilicen la economía, disparen el dólar y alerten a los mercados locales y extranjeros.