De la convivencia en tiempos crispados

REFLEXIONES DE MARTHA NUSSBAUM SOBRE LA IRA, EL PERDON Y LA VENGANZA

En una sociedad tan crispada como la nuestra, donde por nada todo se convierte en un tema de discusión violenta y agresión, este excelente ensayo (*) de la filósofa estadounidense, Martha Nussbaum (1947) ofrece una oportunidad, que se torna necesaria, para reflexionar y replantearse el tema de la ira y algunos conceptos relacionados con ella.

Nussbaum, especialista en filosofía griega y una personalidad destacada y multipremiada en el ámbito del pensamiento moderno, va analizando la esencia de la ira a manera de interrogatorio a partir de las diferentes teorías y conceptos de pensadores clásicos como Aristóteles o Séneca.

Parte de la base de que la ira, como todas la grandes emociones y en este caso compleja (pues contiene a la vez dolor y placer), influye en la conducta, y que la idea de la venganza o retribución forma parte de su concepto. Séneca, por ejemplo, planteó la ira a partir de un daño injusto.

En cuanto a los elementos que la componen, siguiendo a Aristóteles, se encuentran, entre otros componentes, un apetito penoso de venganza imaginada por causa de un desprecio imaginado contra uno mismo o contra los que nos son próximos, sin que hubiera razón para tal desprecio.

Asimismo, destaca e invita a pensar, que la ira forma parte de la vida moral, algo fundamental para las relaciones humanas, por su cercanía a la defensa del amor propio o la protesta contra la injusticia.

Al respecto, hace un repaso por la tradición filosófica occidental -Esquilo Sócrates, Platón, los estoicos griegos y romanos, entre otros- y las enseñanzas que dejaron acerca de la amenaza que representa para las interacciones humanas.

Ya en la actualidad, se sumerge y expone los principales conceptos sobre la idea de la ira como una enfermedad y la amplia bibliografía terapéutica que ha generado.

IRA Y VENGANZA

Entre otros de los puntos abordados con profundidad, seriedad y nivel académico, Nussbaum se pregunta: ¿por qué alguien que ha sido herido gravemente vería con esperanza el momento de hacerle algo desagradable al infractor?

Algunos dirán que el deseo de venganza está justificado al menos mientras no llegue al punto extremo del crimen; Séneca, por su parte, sostiene que quien se eleva por encima de la injusticias es en verdad quien tiene un carácter noble.

El foco, recomienda, está en prevenir las injusticias y no en la venganza. Y en llevar a cabo una estrategia de prevención que incluya un plan de gran alcance para la prosperidad y el bienestar sociales, la disminución del hambre y la enfermedad, así como la inclusión de todos los ciudadanos, sin excluir la creación de un sistema de justicia penal.

Siempre con la intención de despertar en el lector la sana costumbre de reflexionar, plantea que la ira puede resultar esencial para reafirmar el autorrespeto y defender nuestra dignidad cuando uno ha sido dañado de modo severo. Y deja abierta la posibilidad de que la ira resulte necesaria con el fin de tomar a la otra persona en serio y que una respuesta no iracunda no mostraría suficiente respeto hacia el infractor.

Si hay un concepto que tiene que ver con la ira, es el perdón. Para analizar esta reacción, recorre tanto la tradición judía como la cristiana. Y citanto al profesor de filosofía, también estadounidense, Charles Griswold, define el perdón como un proceso de dos personas que incluye la moderación de la ira y un cese de los proyectos de venganza en respuesta al cumplimiento de ciertas condiciones como el reconocimiento de quien es el culpable, el repudio de sus acciones, y un arrepentimiento ante la persona afectada, entre otras.

Esta relación ira-perdón se manifiesta y está siempre presente en la vida cotidiana, en la familia y en las relaciones más cercanas.

En ocasiones, concluye Nussbaum de alguna manera dando a entender la postura de su ensayo, puede disuadir pero también puede provocar o contribuir a un incremento del peligro. Una expresión cuidadosamente calibrada de indignación puede ser más efectiva.

LA POLITICA

¿Qué pasa ahora cuando estos temas se llevan a la esfera política? Todo parece indicar que la situación se torna similar a la que surge de las relaciones humanas. En general, los gobernantes suelen tomar mejores decisiones contra las injusticias sin recurrir a la ira.

La ira, entonces, parece desempeñar tres funciones primordiales: Primero se ve como un indicador valioso de que los oprimidos reconocen el mal que se ha cometido en su contra. También parece una motivación necesaria para que protesten y luchen contra la injusticia y para que le comuniquen al mundo la naturaleza de sus reclamos. Y, por último, la ira parece de modo muy simple estar justificada: la indignación ante injusticias terribles está bien y, por consiguiente, la ira expresa algo verdadero.

Martha Nussbaum intenta demostrar que la creencia de que la ira forma parte de la naturaleza humana es errónea o, por lo menos, está algo exagerada.

Si bien la ira puede tener raíces evolutivas, su carácter central en la sociedad se debe mucho más a una construcción de normas culturales y al cultivo personal de ellas. Por lo tanto, contemplar la ira como buena, poderosa y masculina, es tener en cuenta sólo su carácter irracional e insensato.

Cuando hay una gran injusticia -explica la autora- no deberíamos usar ese hecho como una excusa para un comportamiento infantil e incontrolado. La injusticia debe enfrentarse con protestas y con estrategias cuidadosas y valientes, aunque es necesario tener siempre en la mira la meta final.

Y concluye: la convivencia requiere de inteligencia, control y un espíritu de generosidad... una disposición paciente y ancestral para ver y buscar el bien en vez de insistir de modo obsesivo en lo malo.


* La ira y el perdón, de Martha Nussbaum, Fondo de Cultura Económica, 430 páginas.