Herramientas para la educación inclusiva

El Ministerio presentó cuadernillos con recursos pedagógicos para la plena participación de los estudiantes con discapacidad. El material, que brinda instrumentos y estrategias para el abordaje de la diversidad, está dirigido a docentes, equipos escolares y directivos, pero también pueden consultarlo las familias y la comunidad educativa.

Ni cieguito, ni lisiado, ni tullido, ni autista, ni mogólico, ni ninguna otra palabra que sirva para señalar, estigmatizar, discriminar. Son personas con discapacidad. Sobre todo eso: personas. El resto es sólo una condición, un factor más dentro de la diversidad. Y el déficit se puede disminuir, eliminando las barreras que lo acentúan: la sociedad inclusiva empieza por la escuela.

Si, según el Estudio Nacional sobre el Perfil de las Personas con Discapacidad de Instituto Nacional de Estadística y Censo, el 10,2 por ciento de la población argentina tiene algún tipo de discapacidad, la pregunta principal es ¿por qué no hay en las aulas un número proporcional de chicos con esa condición? 
Para evitar esta invisibilización, el Ministerio de Educación de la Nación -junto a organizaciones del ámbito educativo, de la sociedad civil y Unicef- acaba de sacar una serie de cuadernillos virtuales (https://www.argentina.gob.ar/educacion-inclusiva-iniciativas-y-programas/materiales-educativos), con recursos pedagógicos, estrategias y herramientas para fortalecer la inclusión educativa y construir los apoyos que necesitan los alumnos.

Estas publicaciones apuntan a "eliminar las barreras" que impiden la plena participación en escuelas comunes de los estudiantes con discapacidad visual, con fuertes necesidades de apoyo, con altas capacidades, con trastorno del espectro autista, con discapacidad intelectual y con dificultades específicas del aprendizaje. Próximamente sumarán otra publicación específica para alumnos con discapacidad auditiva.

"Teníamos una deuda histórica en la formación docente con respecto al marco normativo y conceptual de la educación inclusiva, que abarca a todos los estudiantes que puedan estar atravesando situaciones de exclusión o vulnerabilidad", explicó Cristina Lovari, coordinadora del Programa de Inclusión Educativa del Ministerio de Educación nacional. 

"Cuando hablamos de "educación inclusiva" nos referimos a una escuela que revisa en su propia práctica, que garantiza que todos aprendan y que todos estén dentro, que participen plenamente, pero que hace foco en esos estudiantes que presentan mayor vulnerabilidad", dijo la especialista. 
En ese sentido, se trata de un concepto que no se restringe sólo al mundo de la discapacidad, sino que se encarga de cualquier otro factor de desigualdad y celebra la diversidad.

"Al entender que todas las personas tienen distintos estilos de aprendizaje, distintos tiempos, yo, como docente, tengo que armar mi clase con estrategias para que todos puedan aprender, pero para eso necesito recursos y herramientas. En una aula podemos tener un chico con dificultad visual, otro con dislexia o autismo... Se trata de habilitar los distintos modos de aprender y dar una respuesta educativa frente a la diversidad del aula", subrayó Lovari.

Tal vez este sea el mayor debate que se deba la educación: cómo enfrentar el cambio de un paradigma homogeneizador a otro que celebra lo diverso, que construye aulas heterogéneas.
"Primero debe haber un cambio social, porque todavía hay muchos prejuicios, temores y malas representaciones sociales de la diversidad y la discapacidad, sobre todo por falta de información -sostuvo Lovari-. Hay docentes que plantean que no saben qué hacer y cómo encarar el proceso de inclusión, que les faltan estrategias. Sin embargo, todos los actores del sistema educativo tenemos la responsabilidad -más allá de la voluntad- de formarnos y prepararnos para estar a la altura del cumplimiento del Derecho a la Educación, que es de los estudiantes".

COMUN VS ESPECIAL
Otro de los planteos que existen a nivel social contra la inclusión es el discurso, muy difundido entre docentes y padres, que asegura que los alumnos con discapacidad no deberían estar en una escuela "común", sino "ser atendidos" en la modalidad "especial". "Tengo 20 chicos en mi aula y no puedo dedicarme a uno que necesita más atención, porque descuido al resto", asegura este prejuicio.
Según la Ley Nacional de Educación, la modalidad "especial" puede brindar apoyo a los chicos que están dentro de las escuelas comunes, pero también tiene sus propios establecimientos, donde van los estudiantes que requieren algún acompañamiento más significativo o personalizado.

"La familia del estudiante con discapacidad tiene el derecho de elegir la escolaridad que quiera para su hijo -expresó la especialista-. De acuerdo a la legislación de nuestro país, es su derecho. Lo que puede hacer el sistema educativo es orientar a las familias sobre cuál es la mejor trayectoria educativa, de acuerdo a las necesidades del estudiante. Pude ser que asista a una escuela común por la mañana y a una especial por la tarde, a contraturno, para profundizar algún aspecto de enseñanza".

El derecho a la educación para personas con discapacidad en escuelas comunes está garantizado por el Artículo 24 de la Convención Internacional sobre Derechos de las Personas con Discapacidad y tiene rango constitucional.

Además, desde 2016, existe una herramienta de aplicación que es la Resolución 311 del Consejo Federal de Educación, donde se detalla cómo se debe realizar el proceso de inclusión, desde el nivel inicial hasta el secundario.

En esa normativa se incluyó específicamente la "cláusula de no rechazo" por la que el sistema educativo no puede negarse a recibir a un estudiante con discapacidad.
"Cada vez que haya un acto de no renovación de la vacante o no inscripción de un alumno sea la escuela que sea -especial, común, pública o privada- por motivo de discapacidad será considerado un acto de discriminación", enfatizó Lovari.
"La escuela "especial" está siempre acompañando y asesorando a la escuela común, porque tiene una especificidad de saber sobre la temática, con herramientas para el acompañamiento y apoyos, pero la tendencia es, cada vez más, ir a una plena inclusión en escuelas comunes", sostuvo Lovari.

¿QUE ES EL PPI?
Según la Resolución 311/16, la principal herramienta de inclusión para los estudiantes con discapacidad es el Proyecto Pedagógico Individual para la Inclusión (PPI), con el que se pude modificar el currículum de acuerdo a las necesidades específicas del chico e ir armando una trayectoria educativa que le permita desarrollarse al máximo.

"En el material que estamos publicando se explica qué es el PPI y para qué sirve, en tanto "documento dinámico" para mejorar el apoyo del alumno con discapacidad, siempre desde la óptica de pensar que es el contexto lo que tiene que cambiar para favorecer esa inclusión", dijo Lovari.
En ese sentido, se trata de "modificar la escuela y no al chico", respetando su diversidad. "Históricamente se puso la mirada en lo que el alumno no puede. Ahora vemos cómo potenciar lo que sí pueden, brindando los apoyos para que se desarrollen. Por ejemplo, en cada fascículo hemos incluido elementos de tecnología para ampliar las posibilidades de inclusión y habilitar otros modos de enseñar", expresó Lovari, y agregó: "Sin minimizar la necesidad de tener recursos, un simple cambio en la mentalidad ya es un gran paso para lograr la plena inclusión".
Así, la clave estaría en la formación de los docentes para repensar las prácticas del aula y variar la metodología de enseñanza. 

"Una persona con discapacidad puede aprender igual que cualquier otra, aunque hay que acompañarlo y darle los apoyos que necesita. Fundamentalmente es modificar el contexto, eliminado las barreras de acceso -enfatizó Lovari-. Buscamos educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos los estudiantes, pero hacemos foco en los chicos que sufren hoy -porque sabemos las dificultades que deben vivir las personas con algún tipo de discapacidad- para que tengan las misma oportunidades que los demás".

Si a pesar de todo, un chico es rechazado por discapacidad, o la familia detecta que hay trabas y barreras actitudinales para su inclusión por parte de alguna escuela, el Ministerio tiene las puertas abiertas para hacer llegar la demanda.

"El sistema educativo cuenta con distintas personas que tiene la obligación y la responsabilidad de velar porque en la escuela se implementen los mecanismos para la inclusión -explicó la funcionaria-. Si hay conflicto con un docente, el primer paso es hablar con al autoridad máxima de la escuela, que es el director. Uno tiene que promover que haya un diálogo fluido, no sólo con los maestros sino también con la conducción escolar. Si hay algún obstáculo, duda o situación que no queda clara, la familia puede recurrir al supervisor o inspector regional, que son los encargados de velar -e incluso intermediar- para que se hagan los procesos de inclusión. Todas las familias deben tener acceso directo a este nivel e incluso, si es necesario, al Ministerio nacional".

 

Entrevista a Gustavo Abichacra, pediatra y presidente de Dislexia y Familia (Disfam)

"Hace falta formación docente y ellos están ávidos de tenerla"

 

Es la primera vez que el Ministerio de Educación de la Nación hace una bajada explícita sobre cómo trabajar con alumnos con Dificultades Específicas del Aprendizaje, y que deja en claro que las adecuaciones se deben cumplir.

Ahora sí: ya no hay excusas. Por primera vez el Ministerio de Educación de la Nación pone blanco sobre negro cómo hay que trabajar con las Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA).

"Exigirle a un niño con dificultades del aprendizaje en la lectura que responda a preguntas de un texto extenso o a otro con dificultades en la escritura que ponga por escrito lo que sabe sobre un tema es atentar contra sus derechos", explicita el cuadernillo dedicado a la dislexia de la serie "Fundamentos y prácticas para la inclusión".

Este material está relacionado a la capacitación que ordena la Ley 27.306, sobre el abordaje integral e interdisciplinario de personas que presentan Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA), y venía siendo reclamado por organizaciones como Disfam, que reúne a las familias de alumnos con DEA y cuyo presidente, el pediatra Gustavo Abichacra, responde:

-¿Qué valor tiene este material?
-Hay un desconocimiento enorme sobre la dislexia y este material es una guía para que el docente que no fue formado en DEA tenga algunas herramientas para actuar adecuadamente en el aula.
Es la primera vez que el Ministerio de Educación de la Nación hace una bajada explícita sobre cómo trabajar con alumnos con dificultades de aprendizaje, y que dice que las adecuaciones se deben cumplir. No son cambios de contenidos, sino de acceso y de forma, como adelantarles los textos, agrandar la letra, permitir el uso de tablets y calculadoras, otorgarles más tiempo y asegurase de que se hayan entendido las consignas.

-¿Qué van a encontrar docentes y familias?
-Lo principal es que tienen las pautas pedagógicas de cómo pueden acceder los chicos a los contenidos que se enseñan en las escuelas. Dan una información cierta sobre qué es la dislexia, la disgrafía, la discalculia: personas inteligentes que por una razón neurobiológica y hereditaria tienen dificultades para aprender a leer de forma fluida, exacta y sistematizada o para escribir o realizar cálculos matemáticos.

Sobre todo sirve para chicos que no tienen recursos económicos y no tienen acceso a tratamientos ni diagnósticos tempranos. Una cosa es que la información la bajemos desde las asociaciones y otra muy distinta es que sea el Ministerio de Educación el que diga qué se debe hacer.

-¿Qué pasa si le niegan las adecuaciones?
-El mayor problema es la repercusión emocional que tienen las DEA en la personalidad de un chico en desarrollo, cuando ve que, a pesar de todo el esfuerzo que hace, no se lo reconocen.
Ellos saben que son inteligentes, pero como no les dan las herramientas, fracasan y tienen la autoestima por el suelo.
Comprendiendo que no es una cuestión de que son vagos o burros, el desarrollo del alumno será realmente diferente.

-¿Por qué no se hace?
-El docente no fue formado para la inclusión, y la verdad es que tiene en el aula a chicos con autismo, otro con DEA o con discapacidad, y a veces no sabe cómo hacer para abordar las clases.
En cambio, cuando uno conoce el tema -y, sobre todo, si tiene el permiso por parte del Ministerio para poder actuar-, es totalmente diferente. No es el padre que viene a patalear y dice "por favor, hagan esto con mi hijo", sino que es Estado el que baja la línea para que se haga.

-¿Si se detecta temprano pude revertirse la dislexia?
-La dislexia es una alteración de base neurobiológica, por lo que no tiene ""cura"". Sin embargo, no hace falta esperar a que el chico fracase frente a la lectura y la escritura para hacer un diagnóstico. Existen rasgos que permiten actuar en forma temprana en el nivel inicial para darle herramientas que después le permitan aprender a leer.
La intervención precoz no sólo cambia la funcionalidad del cerebro, sino que aumenta, por su plasticidad, el cableado de las neuronas y su volumen.

-¿La lectura se entrena?
-Nuestro cerebro está preparado en forma innata para reconocer caras, pero no letras. Por eso hay que enseñar a leer de forma explícita y sistematizada, dejando de lado las teorías psicogénicas que sostienen que los chicos aprenden solos, imitando.
El próximo paso, así como se hizo con las matemáticas, es enseñar a leer en la escuela de forma sistemática y explícita. Tenemos malos resultados en las pruebas internacionales, porque hay un déficit en la enseñanza de la lectura y la escritura.

-¿Qué es lo prioritario?
-Los docentes son también víctimas del sistema. Es increíble que un maestro se ponga frente a un aula y no sepa por qué hay un chico que no puede aprender a leer. Si hay tantas diferentes maneras de aprender, por qué tiene que haber una sola manera de enseñar. Hoy lo que impera es la formación docente, y ellos están ávidos de información.