Ensayo peculiar sobre el amor

Las claves del verdadero amor

Por Nicolás Kasanzew
Ediciones Argentinidad. 90 páginas


Nos desayunamos con que no sólo de la guerra y de la historia escribía el hombre. Es sabido que la crítica literaria debe contextualizar el contenido de un libro, comprendiendo la influencia que las circunstancias, vivencias, procedencia, y otros factores han ejercido en el autor. Y se hace ostensible de inmediato el estado de amor verdadero que supo alcanzar al momento de la creación de esta obra. También basta con observar la pasión con que describe el amor entre el Zar Nicolás II y su esposa, dedicándole un capítulo entero, para constatar su arraigada herencia étnica y cultural.

El rico bagaje de conceptos y citas de grandes pensadores y poetas, ilustran y explican la evolución y la interpretación del amor a través de la historia, idealizando principalmente el amor romántico.
Desde el proemio, la vehemencia y la retórica de las afirmaciones sobre cómo debe sentirse el verdadero amor, sacuden al lector, obligándolo a la reflexión, la introspección y el cuestionamiento de la dimensión de sus sentimientos. La idealización del amor nos aleja por un instante de lo tangible del amor concreto y posible. Pero el cimbronazo alcanza su mayor magnitud cuando el lector debe enfrentarse a los doce "requisitos obligatorios" para vivir el verdadero amor. Enumerados y definidos como si fueran propiedades de la Física o un glosario de la Biología, nos instan a sondear nuevamente, a modo de test, el cumplimiento o incumplimiento de cada uno de los ítems, a riesgo de vislumbrar como resultado la frustrante conclusión de no haber experimentado el amor verdadero.

Algo similar sucede si el lector se somete a comparar la propia experiencia con las diferentes etapas de desarrollo del amor que el autor representa metafóricamente con un viaje en tren. El recorrido elegido resulta gracioso y hasta hilarante, si se lo coteja con la figuración original del tren de Bologna a Roma, que en su momento utilizó el autor de La cartuja de Parma. La referencia local despierta una sensación de "coziness", de entrañabilidad, que acorta la distancia entre Stendhal y el lector. Es como viajar en el tiempo, cruzar el charco, para luego volver a casa, al amor palpable y terrenal.

El viaje, finalmente, abre un abanico de posibles desenlaces, como arrancar con extrema velocidad desde Miramar, quedarse con hambre en Mar del Plata, saltear la Estación Maipú, descarrilar en Brandsen, hasta estrolarse en Constitución... ¿Cuáles habrá experimentado el autor? Tal vez todos.

Otros condimentos desacartonan el texto, y acercan al lector a sensaciones familiares: frases como "no la haga complicada", "vida vacía (...) al divino botón, gastada al cohete", son recursos sencillos y afables que generan empatía y sacan una sonrisa.

En resumidas cuentas, el libro es muy entretenido. Breve, contundente, tierno, profundo y simpático a la vez.

Beatriz de Solignac