Sin candidatura, pero con obligaciones­

Desde el discurso, por primera vez en la era Messi, Argentina no parte como favorito para un torneo continental. Sin embargo, y pese a la renovación, levantar el trofeo en la Copa América tras 26 años de sequía será una carga para este plantel y cuerpo técnico.­

"No somos candidatos como otras veces". La frase de Lionel Messi retumbó hace diez días. Pero, por dolorosa no deja de ser cierta. La Selección argentina es, hoy por hoy, un equipo terrenal con un jugador extraterrestre que, cuando debe adaptarse a los terrenales, siente cómo la fuerza de gravedad tira para abajo (su rendimiento), pese a sus denodados esfuerzos por combatirla.

La aceptación del problema es, para los psicólogos, el primer paso hacia la solución. Y como esta Selección padece precisamente de cuestiones de índole mental, anímica, psicológica, aceptar un rótulo distinto al de otros años (más cercano a la realidad, por cierto) puede considerarse un avance.

Argentina arrancará la 46ª edición de la Copa América envuelta por primera vez en una renovación que se vino postergando desde el subcampeonato del mundo en Brasil 2014. Lionel Scaloni convocó sólo a nueve de los futbolistas que fueron eliminados en octavos de final en el Mundial Rusia. Y podrían haber sido menos, si el técnico no cedía frente a la actualidad de estrellas como Agüero o Di María. Ellos, más Messi y Otamendi, forman parte de esa vieja camada que ya suma en el lomo varios fracasos. Pero no puede incluirse en ese grupo a los otros cinco. Armani, Acuña, Dybala, Tagliafico y Lo Celso han tenido sus minutos (pocos) y deben seguir afianzándose.

Hablar de renovación remite, al menos desde el discurso, a liberación de obligaciones. Sin embargo, en el caso argentino, es una falacia. Más allá de que el equipo no parte como candidato, ¿alguien cree que está exento de la obligación de ganar el torneo? Los 26 años sin un título, las tres finales perdidas de los líderes de esta generación, la presencia (la sola presencia) de Messi y hasta la endeblez en el cargo de Scaloni están encerradas en una mochila que colgará de la espalda de cada uno de los futbolistas, como si fuera el GPS que se adhiere a sus casacas para informatizar sus movimientos.

Y no le será fácil el camino a la Albiceleste. Ya el debut frente a Colombia suena a escollo duro. A uno de esos partidos que, en el caso de no superarlo, siembra dudas y cosecha críticas. La buena: Colombia también está en una nueva etapa. Debe sacarse el chip Pekerman para adaptarse al juego del portugués Carlos Queiroz. Por eso, el choque de mañana en el Arena Fonte Nova resultará clave. Una victoria calmará los nervios. Una derrota generará una psicosis que podría resultar fatal frente a la rústica Paraguay o el siempre subestimado Qatar, que es el campeón asiático y continúa en ascenso en su proceso por llegar de la mejor manera posible a su Mundial. Así que ¡ojo!

"No somos candidatos como otras veces". Es cierto, Lionel. No lo somos. Pero nos ha ido tan mal en los últimos tiempos siéndolo, que ahora nos parece lógico sacarnos el mote, correr desde atrás, hacernos fuertes desde el esfuerzo, unirnos para hacernos más fuertes, comprometernos para sacar la situación adelante. Los elementos de la anterior enumeración forman parte de lo que hace cualquier laburante de este país. Ese que, a diferencia de los políticos, prefiere no pensar en candidaturas, pero se obsesiona con poder cumplir con sus obligaciones. Algo parecido a lo que deberá hacer esta Selección que, ojalá, esté más cerca del pueblo que del poder. Ese será otro gran y positivo cambio.

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