Una bahía... no tan agradable

El 8 de junio de 1982 los barcos británicos de transportes de tropa y apoyo logístico, Sir Galahad y el Sir Tristan, fueron bombardeados por la Fuerza Aérea Argentina. Esa jornada, calma y soleada, sería testigo del "día más negro de la flota británica", según declararan posteriormente los mismos ingleses.

Por Daniel Roca Centurión

La batalla por el istmo de Darwin había finalizado el 29 de mayo. Los infantes británicos, se preparaban para enfrentar a la máxima concentración de tropas argentinas en Malvinas: la Guarnición Militar de Puerto Argentino.

El hundimiento del portacontenedores "Atlantic Conveyor" había dejado a las fuerzas terrestres sin capacidad de movilidad masiva en helicóptero, necesaria para encarar un asalto aéreo de magnitudes significativas.

Se habían determinado dos vías principales de aproximación, mediante las cuales se intentarían envolver a las fuerzas argentinas, una por el norte de la Guarnición con concentración cerca del Monte Kent y otra por el sur de la misma con los efectivos provenientes desde Bahía Agradable y Fitz Roy.
Casi con cuarenta días de lucha en sus espaldas, la Fuerza Aérea Sur (FAS), continúa combatiendo, a pesar de la gran cantidad de bajas en personal y aeronaves.

Con la caída de Darwin, también se había perdido una gran cantidad de IA58 "Pucará", que hubieran sido de gran ayuda para efectuar tareas de apoyo de fuego aéreo cercano en el asalto final, de manera de batir objetivos a distancias a las cuales la artillería de campaña no llegase.

Con este cuadro de situación y teniendo información actualizada de los movimientos de la flota británica a través del radar de Puerto Argentino, advierten que parte de sus buques de transporte de tropas se han desplazado desde Darwin, por el seno de Choiseul hacia el este, para atracar finalmente en Bahía Agradable y desembarcar las recién llegadas tropas pertenecientes al General Wilson. Esos efectivos pertenecían al 2º Regimiento de Guardias Galeses, a los Guardias Escoceses y los famosos Ghurkas.

Las principales naves que allí se encontraban eran el HMS Sir Galahad y el HMS Sir Tristan, ambos transportes de tropa y apoyo logístico. Esta información es enviada de inmediato al Comando de la FAS, que planifica salidas de aviones de combate con la mayor celeridad.

El Brigadier Crespo, con la experiencia de San Carlos, sabe que el desembarco es el momento en el cual las fuerzas británicas se encuentran más indefensas y ubicadas en un solo lugar.
También lee la situación y comprende que debe tratar de hacer todo lo posible para que esta fuerza, que se quiere consolidar en la aproximación sur hacia Puerto Argentino, se desordene y no pueda concentrarse, a efectos de darle a nuestros efectivos terrestres la oportunidad de realizar algún contraataque, para que no les permita cerrar a los británicos el movimiento de pinzas sobre ellos. Ese día, calmo y soleado sería el testigo del "día más negro de la flota británica", según declararan posteriormente los británicos.

LA JAURIA CRIOLLA VS. LOS CABALLEROS DEL REY ARTURO
Sale la primera oleada de ataque desde Río Gallegos, son ocho A4B de los cuales tres deben regresar por fallas. Entre los que regresan está el Capitán Carballo, veterano ya de otros ataques, entre ellos a la fragata HMS Broadsword, dándole la orden al oficial que queda a cargo: "llévelos a la gloria".
El 1º teniente Cachón asume el mando de la formación. No hay nada más que decir. Luego de ser liberados del reabastecedor que les suministra combustible a 10.000 pies, descienden a vuelo rasante.
Se dividen en dos formaciones con nombres de canes: DOGO, conformada por el 1er. Ten Cachón, el Alférez Carmona y el Teniente Rinke; y los MASTIN, integrada por el Teniente Daniel Gálvez y el Alférez Hugo Gómez. Ya verán los británicos que cuando la jauría muerde, no suelta.

Ingresan por el sur de la Isla Soledad, van siguiendo el contorno geográfico buscando a los buques de desembarco. Llegan a ver a lo lejos, movimientos de helicópteros y tropa. En un momento, giran a la derecha, hacia el mar y, de repente ven a los dos buques de transporte de tropas. Cierran el viraje, la aceleración a la que están sometidos en esa maniobra hacen que sus trajes "anti G" se inflen y presionen principalmente la zonas del vientre y de las piernas, de tal manera, que la sangre no se vaya hacia las extremidades y se siga irrigando el cerebro que debe ordenar con precisión al resto del cuerpo como se debe pilotear a un avión de combate a velocidades inhumanas.

Se contraen los músculos, se acelera la respiración, la máscara de oxígeno molesta, se aprietan las quijadas y se busca colocar al blanco elegido en la mira de la aeronave, según lo seleccionado en el panel de armamento.
El Sir Galahad entra dentro de la mira de los DOGO y el Sir Tristan estará en la de los MASTIN.

DESTREZA E IMPACTOS
Cachón encabeza a los DOGO, lanza con destreza, sus bombas pegan en el centro del buque. Ingresan e impactan en el interior, destruyendo la sala de máquinas y provocando incendios desde dentro. También, el impacto incendia el depósito de combustible de los misiles Rapier, causando mayores explosiones.

Carmona verifica los impactos de la aeronave que le precede pero sus bombas no salen. Rinke aprecia todo esto, lanza sus bombas de 250 Kg pero estos proyectiles a la velocidad que han sido lanzados desde su jet, sobrepasan su blanco, van haciendo "sapito" en el agua, llegan a la costa y explotan al chocar con elementos descargados previamente en la playa.

Todo en derredor explota, alcanzando a los infantes británicos que ya, desde la playa, están disparando a los A4B con sus fusiles FAL y todo lo que tienen a mano.
Más tarde, en ese junio, este buque será remolcado al mar y se hundirá convirtiéndose en "tumba de guerra" de los hombres que fallecieron en su interior. El Sir Tristan corre con una mejor suerte. No mucha más.

Los MASTIN que entran instantes después, ven el humo y las llamas que salen del Sir Galahad y se dirigen al otro Sir. Gómez queda por delante de su jefe, lanza y sus bombas dan de lleno en la línea de flotación de la orgullosa nave. Volverá con el aparato que sostiene las bombas al avión lleno de agujeros de impactos de fusil. Gálvez certifica el impacto, lanza las propias hacia el mismo lugar y estima que también ha dado en el blanco.

Lo cierto, y reconocido por los británicos, es que dos bombas impactan del lado de estribor, una atraviesa el barco sin explotar, en cambio, la otra produce un incendio en el interior y daña un tanque en la cubierta. Con graves daños que no permiten su vuelta al servicio, será trasladado posterior a la guerra, a un museo británico en el cual se encuentra actualmente.

DAGAS EN LA BAHIA
A su vez, al norte de la Isla Soledad, se acercan seis cazabombarderos M-5 "Dagger" armados solo con cañones y tanques suplementarios, necesitan estar livianos para hacer de señuelos para los Harriers. Son sus indicativos CARTA, Vicecomodoro Luis Villar, Teniente Daniel Valente y el 1er. Teniente Mario Callejo, y los SOBRE, 1er Teniente Carlos Musso, Teniente Gustavo Aguirre y Capitán Carlos Maffeis.

Se dejan "ver" en los radares ingleses por el norte, volando a 20.000 pies (unos 6000 metros) de altura y dejándose perseguir por los Harrier, que cuidan a la flota por el norte. Cuando el radar de Puerto Argentino les advierte que los británicos salen a su encuentro, inician un descenso de máxima performance, colocan rumbo sur y al llegar a una altura de vuelo rasante invierten el rumbo con dirección a Río Gallegos que se constituirá su base de redespliegue.

La PAC (Patrulla Aérea de Combate) británica llega a la última posición detectada y busca infructuosamente las escuadrillas que ya están fuera de su alcance, mientras que por el sur a la altura del Estrecho San Carlos no advierten la llegada de otros Dagger provenientes de Río Grande en vuelo rasante, que atacaran objetivos navales en el estrecho.

FRAGATA PLYMOUTH
Estas dos escuadrillas de Dagger, armadas con bombas BRP, frenadas por paracaídas de 250 kg cada una, encuentran a la fragata Plymouth tratando de ocultarse en la rada Agradable. A la vista de los cazas, el buque gira 180 grados tratando de escapar a mar abierto.
Ya es tarde. Están sobre ella los PERRO, Capitán Carlos Rohde, 1er Teniente José Gabari y 1er Teniente Jorge Ratti; y los GATO, Capitán Amilcar Cimatti y Mayor Napoleón Martínez; indicativos de ese día de los Dagger en misión de ataque a objetivos navales y terrestres.
Ratti observa como un misil antiaéreo explota entre Rohde y Gabari, sin dañarlos. Lanza, pero por problemas en el programador de lanzamiento, sale una sola bomba. No importa, les descarga toda la munición de sus cañones de 30 mm.
Gabari, puede ver la matricula del buque y cree leer F-16, lanza sus bombas, duda de haber pegado alguna, es su primer lanzamiento de bombas en "Dagger". 
Recibe varios impactos en el tanque exterior izquierdo, pero puede seguir volando. Rohde también ha lanzado sus bombas.

Es el turno de los GATO. La dupla de felinos enfrenta a la fragata inglesa, concentrados en la mira y sus blancos. Cimatti y Martínez ven hervir el mar entre ellos y la fragata, llueven proyectiles de todos los sectores e inclusive se ven las nubes negras de la munición de cañón de 40 mm, que explotan en el aire a su alrededor dispersando esquirlas a manera de cortina defensiva.

Lanzan todo el armamento disponible y escapan con rumbo al continente. Al final de la pasada de todos los Dagger, ocho bombas salen de los cazabombarderos, cuatro impactan en la estructura. Gran Bretaña asegura que ninguna ha explotado. Lo cierto es que después del ataque, se desplaza a tan solo tres nudos, despidiendo humo con dirección a mar abierto.

El valioso tiempo empleado por los aviones interceptores hacia el norte de las islas, para interceptar las escuadrillas CARTA y SOBRE, permitió dejar totalmente expuesta la fuerza de desembarco al ataque de la aviación argentina, situación que a posteriori motivó duros reproches por parte del Jefe de Regimiento de los Guardias Galeses que fueron los que sufrieron la mayor cantidad de muertos y heridos ocasionados por el ataque. Lamentablemente no sería la misma historia en el segundo empleo. El que pega primero...avisa que pegará de nuevo. Ya las aeronaves de la FAS no pueden seguir atacando con la misma sorpresa. Ese factor ya se ha perdido, y las PAC"s británicas patrullan el área. A medida que la primer oleada aproxima a los aeródromos en el continente, sale la segunda.

HALCONES DEL CIELO
Nuevamente los "halcones del cielo" salen en busca de más presas, ahora en la zona del establecimiento Fitz Roy y objetivos navales próximos.

Salen dos grupos de tres aviones cada uno, son los MAZO y los MARTILLO.
Dos aeronaves tienen problemas, una de oxígeno, otra oscilación en la única turbina que posee el A4B. Ya es bastante arriesgado cruzar el "charco" en un monoposto, hacerlo sin la seguridad de un motor en condiciones, es un suicidio.

Hay que cuidar aviones y maquinas, ambos factores están siendo sometidos al fragor diario del combate. No es la vida de unidad del interior, programada y organizada. Los mecánicos, técnicos y armeros trabajan día y noche. Hacen hasta lo imposible para mantener los aviones aptos para el combate, pero no pueden hacer milagros y alguna vez las maquinas fallan.

Los MAZO que quedan son el 1er Teniente Ruben Bolzan y el Teniente Arrarás; y los MARTILLO son el 1er Teniente Héctor Sánchez y el Alférez Alfredo Vázquez.
Como todas las aproximaciones anteriores, llegan desde el sur, ahora atravesando chubascos y cortinas de lluvia. Pasan por encima de su objetivo al norte de Puerto Fitz Roy.

SE DESATA EL INFIERNO
Ven a su derecha los restos humeantes de los buques atacados con anterioridad y de repente se desata el infierno. El radar de Malvinas les indica que su blanco esta más hacia el oeste. Les disparan de todos lados.

Al este de Bahía Agradable observan un lanchón de desembarco que se dirige a la costa.
Sánchez que viene atrás observa arriba de la formación a una pareja de Harrier lanzando misíles "Sidewinders". Trata de avisarles a los demás halcones, pero ya es tarde. Uno de los misíles impacta explotando en el avión de Vázquez, el otro en el avión de Arrarás, quien se eyecta, pero esas cosas de la guerra, no pudo ser recuperado. Sánchez logra ver que Bolzán lanza sus bombas sobre el lanchón, le impacta de lleno y luego se hunde. Gira a la izquierda y frenéticamente realiza maniobras evasivas, sin embargo, su avión es alcanzado por otro "Sidewinder", sin poder eyectarse.

El misíl, una vez establecido en vuelo recto, alcanza dos veces y media la velocidad del sonido (aproximadamente 3000 km/h). Su radio de giro es mucho, muchísimo más cerrado que el de un A4B, que además solo puede alcanzar en vuelo rasante 800 km/h. Una vez que un avión es adquirido por el sensor térmico del misíl, es casi imposible esquivarlo. Los pilotos de combate lo saben muy bien.
Sánchez aborta el ataque y escapa de la persecución de los Harrier. Llega como puede al reabastecedor con impactos de esquirlas de la artillería antiaérea inglesa en todo el avión. Vuelve solo a Gallegos.

HALCONES EN LA PENUMBRA
Esa ahora la oportunidad de los A4C, cuya misión primordial es atacar objetivos terrestres en la zona de Fitz Roy. Son los YUNQUE, cuatro aeronaves, cuatro almas a bordo: el Capitán Mario Caffarati, el Teniente Atilio Zattara, el Teniente Paredi y el Alférez Carlos Codrington.

Después del reabastecimiento, las cosas no han salido bien para todos, Codrington el más joven, ha cargado 1000 litros menos, por problemas en el sistema de trasvase de combustible. Decide seguir, de todas maneras. Lo tendrá más en cuenta para el regreso. A unas 100 millas de las islas, descienden a vuelo rasante. Mala visibilidad, bruma y se hace de noche en el próximo invierno del hemisferio sur. Se forman en línea, como si fuera una carga de caballería ligera. La radio les trae la información del radar Malvinas. Ninguno contesta. Toda la sorpresa que se pueda lograr es buena.

Las PAC"s inglesas están ausentes y a unos 8000 metros y Caffarati ve ardiendo al Sir Galahad.
A pesar de la penumbra ubican claramente su blanco. Este les está tirando con munición trazante de frente y de costado. A la orden del guía lanzan en salva, guiado por el sistema Omega de navegación. Escapan de la artillería antiaérea que ilumina el cielo de chispas multicolores.

Paredi y Codrington no pudieron lanzar sus bombas y sus cañones se atoraron.
Al regreso, Paredi advierte la presencia de una PAC enemiga y decide seguir en vuelo rasante. Regresa lleno de orificio de proyectiles y esquirlas de la artillería británica. El reabastecedor Hércules KC-130 le entrega el combustible continuamente, acompañándolo hasta las proximidades de su base. Logra aterrizar a salvo. Los YUNQUES aterrizan entre las 18 y 18:30 hs en San Julián. Han regresado todos con vida y con sus aeronaves, que no es poco.

ESPEJISMOS Y AGUILUCHOS
Hay que destacar que casi al mismo tiempo que los YUNQUE atacaban por el sur, los Mirage III interceptores, los FLECHA y los LANZA, en secciones de dos aeronaves cada una, efectuaban vuelos de cobertura aérea y diversión, como los Dagger más temprano ese día.
Los FLECHA eran el Capitán Carlos Arnau y el Mayor Carlos Luna por su parte, los LANZA eran el Capitán Ricardo González y el Capitán Guillermo Ballesteros.

Guiados por el radar de Malvinas, estando los FLECHA más adelante que los LANZA, fueron advertidos que una PAC británica se encontraba a unas 12 millas de los FLECHA.
Es así que los LANZA, guiados por el radar, fueron a buscar a los Harrier, tratando de ponerse en la cola de los aviones ingleses, de tal manera de ponerlos en posición favorable para sus misiles franceses "Matra Magic".

Los ingleses advertidos por los radares de la flota, evitan el combate, descienden a vuelo rasante y escapan hacia el resguardo de la flota. El radar Malvinas también pierde esos contactos. Los FLECHA y los LANZA, regresan a Gallegos entre las 17:40 y 18hs.

Se había propiciado un gran golpe al despliegue de la flota británica. Esto retrasaría el asalto final a Puerto Argentino, pero sin duda, la definición se daría en el plano del encuentro de las fuerzas terrestres. Sin embargo, la FAS seguiría atacando, con todo lo que tiene hasta el último día y la última noche.
La misión final fue un bombardeo nocturno con el sistema de armas BAC "Canberra" MK62, ironía del destino por ser una aeronave de origen inglés, al puesto de comando del General Jeremy Moore, quien salva su vida de milagro por haber estado visitando a sus heridos en el hospital de campaña desplegado por los ingleses. Pero esa es otra historia.