"La industria tiene una capacidad ociosa del 40%"

El sector supo defender el empleo, asegura Daniel Funes De Rioja, vicepresidente de la UIA. La inflación de costos afecta la estructura de precios de las empresas. Las medidas de control son de corto plazo. La devaluación impulsó a los exportadores, pero urge realizar reformas para poner en marcha la economía.

El escenario no podría ser más complejo. La economía agoniza víctima de una posión compuesta por una buena dosis de recesión y altas proporciones de inflación. Se lo ha probado casi todo, pero durante los tres años de la gestión Cambiemos la situación, lejos de mejorar, ha acentuado su perfil crítico. Y por si todo esto fuera poco, las elecciones presidenciales de octubre le suman incertidumbre a un país que no necesita de mucho para temblar.

La muestra más clara de que las políticas ensayadas por el Gobierno en el terreno monetario y fiscal no han sido acertadas se refleja cada mes cuando el Indec difunde los datos del Indice de Precios al Consumidor. El de marzo mostró un alza de 4,7%. Una cifra incendiaria con los puntos más elevados en rubros tales como Alimentos y Bebidas, que subió 6%. Le siguieron Transporte (4,2%), Educación (17,9%) y Prendas de vestir y calzado (6,6%).

La recesión ha generado en la economía un impacto de múltiples consecuencias. Tan es así que, según datos de la consultora Tendencias, en el mes de abril los despidos se incrementaron 518,1% anual, elevándose a un total de 10.576 trabajadores de un amplio abanico de actividades como comercio, transporte, servicios, prensa y sectores industriales como plásticos, alimentos, laboratorios y calzado. Las suspensiones se incrementaron 606,2% anual, afectando a 34.315 trabajadores de las industrias metalúrgica, automotriz, autopartes, electrodomésticos, alimentos, biocombustibles, papel y construcción.

DIAGNOSTICO
 

"Obviamente se mantiene la contracción de la actividad en algunos sectores de la industria, esto con los datos de marzo en la mano. Hay algunos que están experimentando cierto repechaje, como son los casos de la carne roja, la porcina y la pesca. Y otros que están más estables como pueden ser el té, la yerba mate y la leche en polvo. Por otra parte, otros como el rubro conservero y muchos otros están todavía claramente atravesando una situación crítica", describe a La Prensa el presidente de la Copal (Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios) y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes de Rioja.

-¿Consecuencia directa del desplome del consumo?

-Sí, todo esto es consecuencia de la fuerte caída del consumo en el mercado interno, dentro de un marco recesivo.

-¿Cómo hace el sector empresario para capear el temporal?

-En primer lugar hay empresas que por su estructura son sanas y tecnológicamente están al día para no perder el tren. Por otro lado hay capacidad de adaptación en la Argentina. La resiliencia de las pymes está claramente demostrada en un país que sufre crisis cíclicas. Para ser sinceros, Argentina debería tener más de 20.000 empresas de alimentos, de las cuales exportando tendría que haber 5.000. Pero hay sólo 1.200 y no han variado en la última década.

-No alcanza con el mercado interno.

-No alcanza con el mercado interno ni tampoco para pegar el salto exportador. Hay que darle todas las herramientas a los exportadores, pero cuando tienen costos de logística tan altos, además de los laborales no salariales, las dificultades para acceder al crédito, todo eso gravita negativamente. Es bueno que se hayan abierto mercados, pero faltan mejorar muchas cosas en el plano interno.

-¿El sector pudo mantener al personal o debió apelar a despidos?

-Diría que en general la industria ha sido muy prudente. Lo que se ha hecho es un adelantamiento de vacaciones, reducción del tiempo de trabajo, liberación de una jornada. Son caminos que se han recorrido para aguantar un nivel de producción que tiene una capacidad ociosa promedio del 40%. Si uno mirara ese dato aisladamente, acá podría haber habido mucho más riesgo en el plano laboral. La industria ha defendido el empleo.

-Dentro de este proceso inflacionario, cada vez que se difunden los datos del IPC el rubro Alimentos y Bebidas marcha a la cabeza con los aumentos de precios. ¿Cuál es su lectura?

-Nosotros creemos que la Argentina tiene que solucionar un problema macroeconómico. La economía del país debe tener una estabilidad y una inflación razonable. La inflación de nuestros costos es lo que afecta la estructura de precios. Honestamente, para la traslación de las devaluaciones en el impacto sobre los precios ha habido un escalonamiento porque el mercado no aguanta. La gente no compra, se derrumbó la demanda. Creemos que el problema a resolver primero es el macro.

-¿Por qué están dentro del programa Precios Esenciales?

-Porque es la transición y mientras se realizan esas reformas que lleven a las estabilización de la economía, estas son herramientas coyunturales pero que pueden simplemente ayudar a bajar la tensión de la necesidad del consumidor y eventualmente permitir mejorar un poco la escala de producción. Pero son todas políticas de corto plazo.

-Esta semana la calificadora de riesgo Moody"s le advirtió al sector corporativo que la zozobra cambiaria y financiera continuará durante todo el año que viene. ¿Cómo toman esta advertencia?

-Creo que todo esto depende mucho de la confianza y la previsibilidad. Si la Argentina es previsible va a retornar la confianza. Así como no hemos sido agoreros en optimismo para decir que ya hay una recuperación de la economía, tampoco me sumaría a los pesimistas. Hay que mantener cierto equilibrio.

EXPORTACION

-¿Pudieron aprovechar el salto devaluatorio para afianzar las exportaciones?

-La ventaja cambiaria producto de la devaluación tiene dos aspectos que todavía complican. No hay sido una ventjaa que caiga totalmente sobre el sector exportador por cuanto las retenciones y la disminución de los reintegros, más los aumentos de los costos internos erosionan las ganancias. Aún así el escenario ha sido positivo. En lo que hace a la recuperación del rol exportador de las economías regionales, el tema del acceso a la financiación para capital de trabajo complica mucho lo que debería haber sido un rebote mucho más fuerte.

-¿Se ha logrado la reapertura de mercados?

-La apertura de mercados sí. En lo que nosotros tenemos que trabajar muy bien es el aspecto de los costos. El tema fiscal, la concurrencia de impuestos nacionales, ingresos brutos provinciales y tasas municipales. Todo eso hoy gravita mucho. Por otro lado están los costos logísticos. El peso del costo logístico en la Argentina para la industria de alimentos y bebidas va del 14 al 30%, es decir que duplica y hasta triplica el costo internacional.

-¿Urgen las reformas?

-Claro. A esto hay que agregarle los costos laborales no salariales, los impuestos al trabajo, la industria del juicio, todavía remanente. También el problema de la productividad. Evolucionan los salarios nominalmente con la inflación, pero de la productividad ni hablemos. También cabe recalcar las dificultades en torno al acceso al crédito y el costo financiero. Por el lado de la apertura de mercados y la simplificación de trámites sí se han concretado medidas importantes. En eso hay un trabajo en común. La Copal trabaja con la cartera de Producción, con la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales y con la Cancillería en ese aspecto.

-¿Esperaban que este Gobierno pudiera concretar todas estas reformas que demandan?

-Lo deseable era que el clima que venía en el año luego de las elecciones de medio término llevara a que se materializaran con mayor intensidad las reformas. La dirección de las reformas fue anunciada pero el nivel de ejecución por lo menos no ha tenido el ritmo que la velocidad de los cambios internacionales exigen.


EL RESPALDO A LOS 10 PUNTOS PRESENTADOS POR EL GOBIERNO

"Necesitamos previsibilidad"

-Las diversas cámaras empresarias respaldaron los 10 puntos presentados por el Gobierno. ¿Le renuevan el voto a Cambiemos?
-El empresariado necesita previsibilidad. Que haya consenso sobre políticas públicas de largo plazo entre las fuerzas políticas mayoritarias con representación parlamentaria es un dato clave. Y lo fue en muchos de los países de la región, como México, Colombia, Perú o Chile. También en casos de países como España, Irlanda e Italia. Necesitamos una base como para de ahí en más construir algo. El que convoca siempre tiene que ser el gobierno. Tiene que comprender a las otras fuerzas políticas. Luego de ello sumar a los actores sociales, empresarios, sindicatos, a la Iglesia.
-¿No es un poco tarde para este tipo de convocatorias al diálogo, sobre todo en un año con elecciones presidenciales?
-He mirado durante muchos años y he escrito bastante sobre el tema. ¿Cuál es el mejor momento para llamar al diálogo? Cuando las cosas andan bien, es la respuesta. Pero cuando las cosas están bien nadie convoca al diálogo. No solamente en la Argentina, en todo el mundo. A los 30 años del Pacto de la Moncloa el diario español ABC recordaba que cuando Adolfo Suárez convocó a Felipe González, el comentario de éste fue: ""Nos llaman para que les saquemos las castañas del fuego"". Esto es así, no es ni bueno ni malo. Qué sería lo deseable es un tema, qué es lo real es otro tema. No me preocupa el momento sino la toma de consciencia que tiene que tener la dirigencia y la sociedad en su conjunto. Debería ser no un acuerdo electoral sino de principios básicos.