Gravitación y liderazgo del fundador de la Sade

Lugones gremialista

Por Atilio Milanta
Dei Genitrix. 45 páginas

Tercera edición de un breve ensayo que alumbra un aspecto muy acotado pero a la vez sobresaliente en Leopoldo Lugones, esto es, su condición de gremialista, y cómo esto gravitó en su creación de la Sociedad Argentina de Escritores (Sade), de la que fue su primer presidente. Obra escrita originalmente en 1996, premiada por el Colegio de Abogados de La Plata, que según su autor, Atilio Milanta, hoy de 93 años, ha resistido el paso del tiempo. Al punto de imponerse con recurrencia en sus numerosos diálogos con sus acólitos de toda extracción.

Compacto, denso, trabajado, este ensayo repasa el contexto en que se funda la Sade en 1928. Milanta, poeta, dueño de una prolífica producción literaria que supo hacer germinar a la par de su labor de abogado, revisa los antecedentes europeos y argentinos de nucleamientos profesionales. Menciona esa "semilla autóctona de principios de siglo" que se formó en torno a Roberto Payró, así como el precedente de la Sociedad de Escritores presidida por Baldomero Fernández Moreno. Y también repasa el itinerario vital y la producción literaria del autor de las Odas Seculares hasta ese momento.

Con todo este marco propone luego ir "hacia el interior" de este altísimo poeta y escritor, con la idea de explorar cómo se produjo la génesis de la entidad en la vida intelectual de su fundador.

La tesis de Milanta -que presidió la Sade de La Plata- es que Lugones, el escritor más representativo del país, era una figura ciclópea que reunía todos los requisitos para la tarea. Por su intelectualidad y su portentosa literatura, por un lado, que le aseguran una gravitación espontánea sobre los demás, y por su fina comprensión gremial, por el otro. Dos aspectos a los que, el autor del ensayo añade un fuerte liderazgo y una pujanza únicos.

El que finalmente suscribe el documento fundacional de la Sade es un Lugones maduro, de 54 años, que había dejado el liberalismo rojo anticlerical de su juventud, así como el anarquismo, y se encuentra en transición desde el liberalismo puro hacia el nacionalismo. Pero es, sobre todo, un Lugones que, según Milanta, le imprime su carácter a la entidad y un sentido "gremial" que aún perdura, pese a los altibajos de los sucesores del sillón lugoniano.