La receta para optimizar el desarrollo infantil

Los nutrientes que no pueden faltar, los errores que conviene evitar y las pautas que permiten promover una saludable educación alimentaria.

Mucha paciencia y amor. Aunque parezca una obviedad, en medio del trajín diario y la vorágine de las obligaciones, a veces es necesario recordar como padres que estos dos ingredientes no pueden faltar en todos los órdenes de la crianza. Y, sin dudas, la alimentación no escapa a esta realidad.

Así lo destacó en una entrevista con La Prensa la doctora venezolana Gilda Stanco, médica pediatra y máster en Nutrición, luego de participar como oradora del "2º Workshop en Nutrición Infantil", organizado por Mead Johnson Nutrition en la ciudad de La Plata.

La especialista brindó las pautas y consejos para optimizar el proceso de desarrollo de los niños a partir de una correcta alimentación, algo que en ocasiones puede resultar una tarea problemática para los padres cuando se encuentran con niños que comen muy poco o que solo aceptan algunos alimentos específicos y rechazan cualquier sabor nuevo.

Como punto de partida, Stanco recordó que la lactancia materna exclusiva es desde el nacimiento y hasta los seis meses de edad la "nutrición ideal", que "no requiere ser complementada por ningún tipo de líquido, ni alimento sólido ni fórmula".

En ese sentido, hizo hincapié en la importancia de que la madre incorpore durante la lactancia alimentos ricos en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, tales como el ácido docosahexanoico (DHA) y el ácido araquidonico (ARA).

"Para asegurar el aporte de DHA se pueden comer en la semana tres porciones de pescado -nunca crudo-, como salmón, atún o sardina. Mientras que el ARA está en todas las fuentes de aceites vegetales en general, por lo que se encuentra en muchos alimentos", especificó la pediatra, al tiempo que detalló que "el DHA junto con el hierro ayuda a recubrir a los axones de las neuronas con la vaina de mielina, que permite que la velocidad de conducción entre una neurona y otra sea mucho más rápida. Se necesita durante el último trimestre del embarazo y desde el nacimiento toda la vida".

A partir del sexto mes -aunque en algunos casos puede comenzar un tiempo antes- es importante prestar atención a los alimentos que se incorporarán a modo de "alimentación complementaria" para evitar la deficiencia de nutrientes cruciales para el buen desarrollo.

Entre ellos, Stanco mencionó que es fundamental asegurar un adecuado aporte de hierro.  "Los niveles de hierro pueden bajar cuando el bebé empieza la alimentación complementaria porque la introducción de alimentos sólidos hace que ingiera menos leche materna, que tiene hierro del que es muy biodisponible -ya que se absorbe prácticamente en un 50 a 60%- a diferencia del hierro que puede venir de otras fuentes y es diferente la absorción", afirmó.

"Hay que tener mucho cuidado porque la anemia o deficiencia de hierro pasa desapercibida. Muchas veces se comienza con puré de verduras o de frutas y no se le da al bebe fuentes de hierro como hígado, carne, pollo o huevo", añadió.

Otro aspecto central de la buena dieta es que sea variada, resaltó Stanco, quien indicó que la manera de variarla es a través de las verduras y de las frutas.

"Muchas veces a los bebés, por una introducción tardía o no variada de las comidas, les cuesta más aceptar ciertos tipos de alimentos. Ciertas verduras, por ejemplo, que tienen un sabor amargo o muy particular no les gusta. La idea es ofrecérselas en un tiempo prudente, porque hay una ventana de aceptación, más o menos entre el noveno y el décimo mes. Y, de esa manera, en la medida en que vaya aceptando mayor cantidad de frutas y verduras se logra una dieta variada, sin deficiencia de nutrientes", insistió.

QUE ALIMENTOS EVITAR

Igual de relevante es saber qué es lo que no hay que darles a los bebés antes del año de vida. En la lista de los alimentos a evitar, la pediatra incluyó:

- La leche de vaca, que por sus niveles de caseína resulta de difícil digestión.

- La miel, especialmente si no ha sido pasteurizada o procesada, ya que puede contener una espora llamada Clostridium botulinum, causante del botulismo.

- El azúcar añadida ni los productos que contengan azúcares añadidos (jugos procesados, salsas industriales, galletitas, entre otros).

- La sal. No debe añadirse a la dieta porque el bebé se acostumbra al sabor salado y tendrá más preferencia por ese sabor lo cual contribuirá a un mayor consumo de alimentos procesados o que se necesite demasiada sal para sentir sabor a los alimentos.

- Hay que tener cuidado con algunas bebidas de arroz, pues el arroz puede tener contenido de arsénico.

- Hay que limitar el consumo de espinaca y acelga por su contenido de nitratos, por lo menos hasta el sexto mes. A partir del noveno mes y desde el año se puede introducir.

- No hay que abusar de las grasas. "En los primeros dos años de vida no se debe limitar tanto la grasa, ya que el cerebro se está formando y requiere la grasa. Siempre es bueno escoger grasas de buena calidad. La idea es que el pediatra guíe a los padres sobre los lineamientos de la alimentación en función del sexo, edad y contextura del bebé".

A PARTIR DEL AÑO

En cuanto a las pautas a tener en cuenta a partir del año de vida del niño, cuando empieza a comer lo mismo que el resto de la familia, Stanco consideró que "es bueno que, por lo menos a la noche, todos se sienten juntos. Esto significa que se le compre una silla en la que se siente al niño y esté a la altura del resto de los comensales. Con su plato, vasito de entrenamiento, tenedor y cucharita". Además, enfatizó que "no debe haber distractores: ni televisor, ni radio, ni táblet ni teléfono. Según la Academia Americana de Pediatría, un bebé menor de 18 meses no debe tener contacto con esta clase de dispositivos. Y, si ya tiene cierta edad, tiene que tener supervisión y debe ver contenido de calidad, pero nunca mientras esté comiendo".

Por otra parte, la especialista enumeró una serie de errores frecuentes a la hora de educar a los niños en materia de alimentación:

- Que se se use la comida como premio o castigo es grave. Decirles ''si comés todo te doy el postre' o 'si no lo comés, te vas a dormir sin cenar' es un error. Se le puede hablar y explicar que hay que comer y que no es momento de jugar. Eso de estar perisguiéndolo alrededor de la mesa para que coma, es el error más grande que cometen muchas mamás. Tampoco hay que obligarles a comer de manera violenta y autoritaria.

- No todo es biberón. Ese suele ser un problema más de la mamá que del bebé. A muchas madres les cuesta dejar de darles el biberón, pero la realidad es que al año de vida ya puede beber en vasito y el neurodesarrollo es suficiente para hacerlo.

- Los distractores. La gente enciende la televisión, la táblet... no comparten, no se hablan, no se dicen, no hay estimulación para ese bebé. La manera de que se desarrolle bien la parte de inteligencia no es la táblet, es leerle. Está demostrado científicamente que cuando las mamás les leen a sus bebés intraútero y luego al nacer, el coeficiente intelectual de esos bebés es mayor que los bebés a los cuales no se les da esa estimulación.

- Pensar que el bebé en el momento en que se incorpora a la mesa familiar es un adulto grande, en versión chiquita. Es importante que el bebé explore las texturas, hacer que la comida no sea tan monótona. También hay que saber que alrededor de los 20 meses de vida comienzan las neofobias, pero es importante que sepan que las neofobias así como aparecen, se van. Lo mejor es el 'no drama'. Siempre se debe volver a ofrecer lo que el bebé rechaza. Se necesitan por lo menos 10 a 15 intentos para que pueda aprender a apreciar los distintos alimentos. Lo que el bebé no quiere comer, no hay que sacarlo de la dieta. Hay que volver a ponerlo en el plato dos o tres días después. De esa manera aprende. También aprende por imitación. Si mamá o papá ponen cara de asco cuando prueban una berenjena no se le puede pedir que coma berenjena.

Es importante que a través de la imitación incorpore buenos hábitos alimenticios.

- Clima de nerviosismo. La mamá y el papá tienen que estar en paz y tranquilos con la vida. Es decir, el estrés se comunica a través del lenguaje corporal, de la manera en que se habla y el bebé obviamente lo absorbe. Si hay mucho estrés en el momento de la alimentación al bebé no le gustará, le creará angustia, le producirá malestar. La idea es tener mucha paciencia. Si hay momentos de berrinche, es mejor ignorarlos. Hay que tratar de contenerlos, ver qué es lo que está pasando. Pero si los padres se enganchan y hacen una lucha de poder, ahí viene el problema y sabrá que tendrá la atención de esa forma y entonces no terminará de aprender a comer.

- Sin apuros. Durante los primeros meses después de cumplir el año el bebé necesita aproximadamente entre 25 y 30 minutos para comer. Si bien es más fácil 'enchufarle' un biberón que sentarse con calma a comer, es necesario dedicarle la paciencia que requiere. El papá también tiene que colaborar, dándole de comer. El trabajo es de los dos.

- No hay que dar dobles mensajes. Si la madre dice 'Es que no quiere comer' y el papá dice 'bueno, no importa, dale la papita con el huevo', y la madre disiente, es un mal camino. Lo que se sirve, es lo que se come. No es conveniente hacer una comida especial o diferente para el bebé, porque sino el bebé sabe que manipula y come lo que quiere. Y las dietas de los bebés se vuelven monótonas. Este es un periodo -los primeros dos años de vida- en el que el cerebro crece de manera exponencial, tiene un aumento de peso fundamental y alcanza casi el 50% de lo que va a tener como talla adulta. Tiene que haber una colaboración importante entre mamá, papá y el bebé.

- Evitar bebidas azucaradas. Como hidratación, lo mejor es el agua. Es preferible no comprar jugos procesados, sino exprimir las naranjas en casa. No es difícil. No hay que agregar ni azúcar ni endulzantes. Entre el año y los tres años la ingesta diaria de jugo natural no debe superar los 118 centímetros cúbicos, según las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría.

- Aprender a leer las señales. Si la crianza ha sido adecuada, el bebé cerrará la boca o moverá la cara para otro lado para indicar que ya tiene saciedad. Hay que respetar esos momentos. El bebé poco a poco se va autorregulando. Si los padres rompen esa autorregulación obligando, se puede crear un conflicto y que luego cueste más introducirle alimentos nuevos, que no coma nada o que coma todo sin límites y así comience con el problema de la obesidad. De est se trata la crianza en base a señales, las mamás tienen que aprender a leerlas. No es instintivo. La alimentación también es un aprendizaje.