El 80% de la Argentina vota barbarie económica

LAS CAUSAS DE LA DECADENCIA NACIONAL. Mientras nuestras clases medias y altas no voten por un cambio del modelo económico, no habrá forma de revertir nuestro atraso; y con la profundización de éste iremos inexorablemente al totalitarismo político.

POR MARIO TEIJEIRO *

La decadencia argentina, ¿es un problema político que arrancó con los vicios antidemocráticos del peronismo que aún perduran? ¿O se trata de un problema del modelo económico nacional y popular que impuso el peronismo y aun perdura? 

Los politólogos creen que es fundamentalmente un problema político que se soluciona con un acuerdo entre quienes están por la republica democrática, aunque sea alrededor de una propuesta económica mediocre. ¿Será suficiente? Los economistas liberales creemos que la república democrática es necesaria pero no suficiente, pues sin un cambio de modelo económico la Argentina no podrá parar la decadencia y con el tiempo el populismo más extremo regresará para convertirnos en Venezuela. Veamos los argumentos a partir de una anécdota real.

LA GRIETA EXPUESTA

El 30 de marzo de 2017 en ocasión de la presentación del libro La Argentina Devorada, José Luis Espert se animó a convocar a dos politólogos prestigiosos para comentar su libro. Uno de ellos fue Fernando Iglesias y el otro, Sergio Berensztein. Ambos mostraron, con su visión de la supremacía de la política sobre la economía, sus discrepancias con el economicismo de Espert. Pero la critica de Berensztein fue una estocada profunda. Dijo entonces: la resolución del caso argentino no es una opción, como decía Sarmiento, entre civilización o barbarie, sino una convivencia entre civilización y barbarie. Entendía él que el problema argentino era político, no económico; y que era preferible tener un consenso político alrededor de un modelo económicamente mediocre que optar por una alternativa económica liberal que "beneficiaría a pocos y perjudicaría a las mayorías".

Su presentación me impactó pues mi cabeza creía que, para profesionales de elevadísima educación, la barbarie no era un principio aceptable y el avance hacia la civilización en todos los frentes debía ser un objetivo insoslayable si pretendíamos un futuro mejor para Argentina. Me expliqué su sorprendente crítica por el sesgo natural de un profesional educado en las ciencias políticas, que no entendía las consecuencias de largo plazo de la mediocridad de las políticas económicas, pues no era su especialidad.

Aquella opinión de Berensztein puede rescatarse como una explicación de la realidad que impone la cultura y los intereses de una parte importante de las clases medias y altas argentinas, en la cual convive el republicanismo democrático con una aceptación implícita de la barbarie económica. Pero como recomendación para superar los problemas argentinos, está muy equivocada.

Mientras nuestras clases medias y altas no voten por un cambio del modelo económico, no habrá forma de revertir nuestra decadencia; y con la profundización de la decadencia económica iremos inexorablemente al totalitarismo político.

EL QUID

Desde el retorno de la democracia, los tres gobiernos no peronistas que hemos tenido (Alfonsín, de la Rúa y Macri) han sido simultáneamente civilización política y barbarie económica. Todos han surgido como rechazo a vicios políticos preexistentes: gobierno militar, en el caso de Alfonsín; 10 años de peronismo con Menem, en el caso de De la Rúa; y 12 años de kirchnerismo, en el caso de Macri. Todos esos gobiernos no peronistas asumieron como restauradores de la republica democrática, en oposición a los vicios antirrepublicanos de militares o peronistas. Pero ninguno de esos gobiernos asumió un mandato de terminar con la barbarie económica heredada (2).

En 1983 Alfonsín asumió sin cuestionar la herencia recibida, con el famoso: "Con la democracia se come, se educa y se sana". Bastaba volver a la democracia para arreglarlo todo. Abogado y socialista, sin idea ni sentido común de economía; se rodeó de economistas estructuralistas que creían que el Plan Austral funcionaría controlando precios y expectativas, sin pagar previamente los costos políticos de hacer los ajustes necesarios de política fiscal y monetaria. Así, se tuvo que ir seis meses antes de tiempo, pidiéndole a Menem que se hiciera cargo porque la hiperinflación se le hacia incontrolable. De deshacer el estado empresario o abrir la economía, la nada misma. Hoy todavía sus admiradores lo defienden con el argumento político que no lo dejaron gobernar, haciéndole infinidad de huelgas. Esto nadie lo niega, pero deberían reconocer que esas huelgas meramente "hicieron leña de un árbol caído" por los errores económicos.

LA ALIANZA

En 1999 De la Rúa hereda sin quejarse un enorme endeudamiento externo y una insostenible paridad 1 a 1 con el dólar. La promesa central de su campaña fue mantener el 1 a 1. Cuando empieza la crisis en 2001, le quita el apoyo a López Murphy para hacer un ajuste fiscal porque le resultaba políticamente incorrecto; y convoca nuevamente a Cavallo para seguir financiando un desequilibrio insostenible. Inevitablemente todo colapsa en diciembre de 2001 y los politólogos negadores de la importancia de la economía todavía creen que De la Rúa se tuvo que ir porque el peronismo le dió un golpe civil. Si existió (y no me cuesta creer que sí existió), ese golpe civil no se hubiera producido si no mediaba un colapso previo de la economía. (3)

En el 2015, la historia se repite. Otro gobierno no peronista que acepta una herencia económica terrible con optimismo y buena onda. Peor aún, en campaña Macri prometió mantener las políticas sociales del kirchnerismo. Ahora la explicación del fracaso es nuevamente política: No se tuvo poder en el Congreso para tomar medidas duras. ¡Pero esto era algo que se sabia antes de las elecciones que iba a ser así!. ¿Por qué tanto afán en llegar al poder en esas condiciones? ¿Por qué tanto festejo cuando ganaron en el 2015? ¿No será realmente que creían que con una mejor gestión empresarial y menos corrupción, el modelo kirchnerista de economía cerrada con inclusión social era perfectamente potable para crecer? Yo estoy convencido que sí: Macri y su equipo creían en civilización política y barbarie económica. La repetición de los fracasos no peronistas es increíble.
¿Por qué los políticos no peronistas se apresuran a agarrar el hierro candente que les dejan los gobiernos peronistas? ¿Cómo es posible que no han aprendido la lección que la mala praxis económica es suficiente para voltear gobiernos? ¿No se dan cuenta que son ellos con su mala praxis quienes validan la idea que sólo los gobiernos peronistas pueden gobernar?

ERA MELCONIAN

Las razones más superficiales son múltiples. Han sido abogados o ingenieros que no saben nada de economía; se rodean de politólogos que los llevan a ponderar con exclusividad la rosca política de corto plazo y a subordinar las decisiones económicas al plan político. Siempre eligen ministros de economía que les proponen la alternativa fácil (pensemos, ¿por qué Macri elige inicialmente el gradualismo inconsistente de Prat Gay y Sturzenneger, en lugar del enfoque mas fiscalista de Melconian?). Llegan al poder sin mirar al exterior en búsqueda de modelos exitosos a imitar; imitan viejos errores argentinos, creyendo que fueron exitosos: así Macri copia el desarrollismo de Frondizi y el endeudamiento externo para bajar la inflación de la convertibilidad. 

Ignorancia económica, mucha ignorancia, sumada a intereses fortísimos que presionan para mantener el status quo que beneficia a las elites empresaria, sindical y política del modelo económico nacional y popular.

Pero la razón de fondo es que los gobiernos no peronistas han compartido el mismo ADN de barbarie económica del peronismo, reflejando la cultura y los intereses de una parte importante del electorado de clase media y alta que representan. Como dijo sabiamente Perón cuando regresa del exilio en 1972, "ahora somos todos (económicamente) peronistas". 

En cualquier país civilizado normal, los votantes de clase media y alta son los defensores naturales de la civilización económica y política. En nuestro país una parte importante de la clase media y alta adhiere a la civilización política, pero votan por la barbarie económica. Y esto fue así desde el principio del pos peronismo. La Revolución Libertadora en 1955 fue una reacción contra la faceta totalitaria de Perón, no contra la desmesura distributiva que arrasó con la función de los mercados libres (en ese entonces no hubo ningún intento importante de dar marcha atrás con la reforma constitucional de 1949 ni con las reformas sociales de Perón). Otro ejemplo: el primer gobierno democrático posperonista de Frondizi, apoyado en 1958 en el voto de clase media del Partido Radical, lo que hizo fue redoblar la barbarie proteccionista de Perón.

¿DONDE VAMOS?

Nuestros politólogos más prestigiosos siguen convencidos que el problema es esencialmente político y tiene nombre: la barbarie antidemocrática y antirepublicana del peronismo. Lo que yo sostengo en esta nota es que más importante aún es la (in)cultura económica de (como mínimo) el 80% del electorado que cree y vota por la barbarie económica. Lo que está fallando en relación con un país normal es el electorado del medio, pues el sector más empobrecido nunca va a apoyar la civilización política y económica; y su piso electoral seguirá subiendo al menos por la dinámica demográfica, hasta un punto de no retorno para la civilización.

Un consenso político alrededor de la mediocridad económica no sirve. Un cambio de modelo económico sin consenso político no es posible en el corto plazo. ¿Cuáles serian las condiciones necesarias para zafar de esta trampa y llegar a un consenso político para cambiar el modelo económico? Es la pregunta del millón; y será el motivo de una próxima nota.

* Economista liberal, graduado en la U. de Chicago, amante de la libertad y la competencia, opositor del capitalismo corporativo y del distribucionismo populista.

(1) Caracterizar con esta frase a las consecuencias eventuales de las ideas liberales, es como mínimo, superficial y equivocado. El fabuloso progreso económico de la humanidad, concentrado en los últimos 250 años gracias al liberalismo económico, me exime de cualquier explicación.

(2) ¿Que se entiende por barbarie económica? Uno la puede asociar a aquello que NO hacen los países exitosos en la presente globalización mundial: economía cerrada al comercio internacional; altísima intervención del Estado en la economía, a través de regulaciones, gasto publico e impuestos; déficits fiscales desproporcionados, financiados con endeudamiento externo o con emisión monetaria; un modelo sindical extorsivo y mafioso. ¿Cuáles son las consecuencias que nos destacan como practicantes del barbarismo económico? Repetidas crisis de Inflación, devaluación, desempleo, dentro de una tendencia de decadencia y pobreza crónica creciente.

(3) Algunos piensan que las extraordinarias reformas liberales de la convertibilidad no admiten en el caso de De la Rúa el concepto de haber fracasado porque se recibió una herencia inmanejable. Mi respuesta a ellos es que la política económica es como el cuerpo humano. Todo tiene que andar bien simultáneamente. Basta que un órgano vital falle, para morirse. En la economía pasa lo mismo, todas las políticas criticas tienen que estar en orden. En la Convertibilidad se hicieron muchas cosas bien, pero se falló groseramente en el déficit fiscal y el endeudamiento externo; y la crisis de la deuda bastó para matarnos.

¿Creía Macri que con una mejor gestión empresarial y menos corrupción, el modelo kirchnerista de economía cerrada con inclusión social era perfectamente potable para crecer?